7/09/2010

Vodafone busca chairman. Razón: Anna Mann

La noticia ha saltado hoy, pero era esperada en la city londinense: John Bond – Sir John Bond, para ser precisos – ha decidido dejar la presidencia del consejo de Vodafone antes de julio del año próximo. Puesto en la picota recientemente por un grupo de accionistas minoritarios, no está dispuesto a seguir siendo el pimpampum de los discrepantes con una estrategia que es tanto suya como del consejero delegado Vittorio Colao. En el fondo, el problema es el peso dentro del accionariado de los fondos de pensiones estadounidenses, poco o nada convencidos de la conveniencia de mantener posiciones minoritarias en compañías que no puede controlar ni quiere abandonar.

Vittorio Colao y John Bond

Vittorio Colao y John Bond

Bond llegó al cargo en 2006, al poco de retirarse como presidente del banco HSBC. En aquel momento, fue la solución idónea para acabar con los enfrentamientos entre el chairman Chris Gent – fundador de la coalición de intereses de la que nació Vodafone – y el entonces consejero delegado, Arun Sarin. Aquella batalla la ganó Sarin, quien impuso su visión de expansión internacional aun a costa de pagar precios elevados por los activos que adquiría. El sucesor de Gent se ocupó de sortear con mano izquierda los conflictos que acosaban a Sarin, y discretamente orquestó el regreso a la compañía de Colao, con la intención de ponerlo al timón como sustituto de Sarin, que se marchó en julio de 2008.

En la última película de Bond, James Bond, se dice algo así como “cuando no puedas hablar de tus enemigos a tus amigos, será la hora de irte”. Pues eso. En las empresas anglosajonas, es corriente la dualidad chairman / chief executive officer, en la que el primero no es para nada una figura decorativa, lo que a la postre significa que uno de los dos tendrá que pagar por los errores compartidos, y el otro asegurar la continuidad con otro copiloto. De hecho, la salida de John Bond deja provisionalmente todo el poder en manos de Colao, quien tiene prometido anunciar un reajuste estratégico en octubre . Pregunta impertinente: ¿está de acuerdo Bond con los planes de Colao?

Vodafone es lo más próximo que existe a un operador global, con 347 millones de clientes directos o proporcionales a sus participaciones minoritarias. Su negocio principal sigue estando en los mercados europeos, de crecimiento residual y márgenes decrecientes; otros mercados – India y Sudáfrica – tienen recorrido, pero la competición es muy dura. En este contexto, el dúo Bond-Colao ha sido presionado para desprenderse del paquete minoritario en el operador francés SFR, controlado por Vivendi. Este no venderá su parte, pero estaría dispuesto a comprar la de su socio, según el precio. También podría Colao desprenderse del 3% que posee en China Mobile, pero esto es lo de menos.

El nudo gordiano está en el 45% que Vodafone tiene en el operador móvil estadounidense Verizon Wireless. Ahí la situación de bloqueo es permanente: a pesar de sus beneficios, no distribuye dividendos desde hace años, para amortizar la deuda que tiene con su accionista principal, Verizon. De modo que uno de los mejores negocios en los que participa Vodafone, no le produce rendimientos. Con llamativa frecuencia, el Financial Times especula con la conveniencia de una fusión entre ambas compañías como la mejor fórmula para resolver el enredo. Pero casi siempre el articulista cierra su conjetura admitiendo que para bailar el tango hacen falta dos.

Esta es la secuencia que ha acabado con la paciencia de John Bond. Por cierto, ¿quién es Anna Mann? La headhunter a la que se ha confiado la búsqueda de un nuevo chairman.


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