Trece meses ha durado la búsqueda de una fórmula que tiene muchas de las ventajas de una fusión entre Cisco y Ericsson, pero no es una fusión: las dos compañías unirán fuerzas en el mercado, pero tendrán vidas (y cuentas) separadas. El futuro dirá si les interesa ir a más. Evitan así someter sus planes a unos procedimientos en los que podrían aflorar objeciones de las autoridades de alguno de los muchos países donde coinciden. El acuerdo es aplicable inmediatamente, en contraste con la compleja unión de Alcatel Lucent y Nokia, que aunque fue anunciada en abril aún tardará varios meses en consumarse. Para entonces, Cisco y Ericsson ya estarán compitiendo de la mano, acumulando sinergias.
Los tamaños respectivos [Cisco: 49.2000 millones de dólares de ingresos; Ericsson: 26.300 millones] presentan escasas redundancias, de modo que una fusión tampoco sería descabellada, si no fuera porque los reguladores escudriñarían sus planes durante meses, con los riesgos que ello conlleva. Esta es una de las razones por las que Hans Vestberg, CEO de la compañía sueca, lleva tiempo afirmando que una fusión de sus rivales no se combate con otra fusión equivalente [tampoco tenía muchos candidatos, si se diera el caso]. Robbins le ha hecho eco ante la pregunta de un analista: «nosotros tampoco creemos que las grandes fusiones funcionen como se supone que deberían funcionar».
Los hechos hablan. Vestberg ha llevado personalmente las negociaciones con John Chambers – antes CEO y ahora chairman – y Charles Chuck Robbins, el actual CEO de Cisco, que han desembocado en el acuerdo anunciado la semana pasada. Buscando discreción, en lugar de recurrir a alguno de los grandes bancos de inversión – beneficiarios de todo proceso de fusión – se hicieron asesorar por una boutique especializada, Centerview Partners. Tras lo cual, el protagonismo queda al máximo nivel: Vestberg y Robbins, que se reunirán trimestralmente para el seguimiento de los negocios comunes y, eventualmente, pisar el acelerador.
Cualquiera sea el grado de intimidad, el trato cerrado es fruto de la mutua conveniencia. Las dos compañías se enfrentan a cambios profundos en mercados en los que ya no pueden sentirse confortados por su trayectoria. Los mayores clientes, los operadores, han entrado en una era que llaman de ´softwarización` de las redes, lo que implica que sus inversiones siguen otras vías, no necesariamente con los mismos suministradores. Al mismo tiempo, los contrayentes – perdón: los aliados – tienen peligrosos adversarios, como Huawei y la ahora Nokia Networks.
En estudios recientes, Ericsson ha estimado que el mercado total de telecomunicaciones vivirá en los próximos tres años un crecimiento global de entre el 2 y el 4% anual – cálculo que incluso rebaja en un punto porcentual el publicado un año antes. Si se considera el segmento de los equipos de red, debería crecer incluso menos, entre el 1 y el 3%. No es muy distinto al diagnóstico que hace Huawei.
Como prueba de que este es el problema de fondo, los resultados de la compañía sueca no despegan, trimestre tras trimestre, así que algo tenía que hacer. Cisco, que al igual que su socio sigue reestructurándose para responder a las nuevas demandas, puede al menos presumir de la mejoría que muestran sus cuentas del primer trimestre fiscal, pero ha anticipado unas previsiones que los inversores han encajado mal.
Por esta lógica, el despliegue de la alianza entre Ericsson, (27%) del mercado de redes móviles) y Cisco (con una posición más holgada en redes IP) empezará por lo más simple: cada una revenderá los productos de su socio e integrará recursos conjuntos de ingeniería para desarrollar una nueva oferta. No hay que excluir que entonces resulte pertinente la fusión que ahora excluyen.
Robbins ha dicho que la alianza con Ericsson dará a Cisco acceso directo a tecnologías de gestión de flujo de datos a través de las redes móviles y la facturación a los usuarios finales de esos datos, que podrá integrar en su propia cartera tecnológica. En cuanto a Vestberg, ha confirmado que su estrategia básica sigue siendo la de preservar su core business – radio, transmisión y servicios gestionados – a la vez que la cooperación con Cisco le permitirá crecer en los segmentos de cloud, IP, TV/media y virtualización. De estas áreas emergentes espera un crecimiento de hasta el 10%, muy superior al que podría obtener en las tradicionales.
El foco inicial de la pareja será la reventa de sus respectivos productos, y un contrato de licencias cruzadas sobre miles de patentes. Un aspecto interesante es que Ericsson comercializará equipos de routing de Cisco, en evidente contradicción con el acuerdo que tiene firmado con Juniper Networks. Cuando le han preguntado por el asunto, Vestberg ha dicho lo obvio, que seguirá cumpliendo los compromisos con los clientes; pero el mercado interpretó la frase como una inminente ruptura. Las acciones de Juniper se derrumbaron, porque los inversores le estaban otorgando una prima sobre la base de los rumores sobre una absorción que ahora no tendría sentido. Lo que abre otra inquietante cuestión: ¿hasta qué punto la fidelidad pactada podría afectar a otras compañías que están, o pudieran estar, en el punto de mira de cada parte contratante?
Pese a que el anuncio no ha entrado en detalles, el perfil de los aliados es en sí mismo un indicador de sus intenciones. Ericsson es una potencia en I+D en materias tan vigentes como 5G y vídeo, además de aportar una presencia en 180 países, en muchos de los cuales con una actividad de servicios (65.000 de sus 116.000 empleados, frente a la proporción 11.000 / 70.000 de su socio).
Una notable carencia de la empresa sueca son las redes corporativas, que en cambio son un punto fuerte de Cisco. Esta, por su lado, cuenta con una inigualable fuerza de ventas y con un ´ecosistema` de partners muy desarrollado, además de haber adquirido en los últimos años empresas que complementan su portfolio en asignaturas clave como cloud, IoT y seguridad. Sería difícil encontrar una combinación más apropiada para salir a captar negocio en estos ejes de la demanda emergente.
De todo lo anterior se deduce que a medio plazo – o quizás a corto, vaya uno a saber – el siguiente objetivo podría ser el desarrollo de una oferta común que integre la que Cisco tiene en redes IP y virtualización (SDN, NFV) con la reconocida capacidad de Ericsson en sistemas OSS y BSS. En su primera entrevista tras el anuncio, Vestberg ha dicho que sus sistemas de gestión de redes van a soportar «entornos multivendedor» acordes con las preferencias de los proveedores de servicios.
Habrá que ver con cuánta celeridad se implementan los acuerdos firmados. A primera vista, Ericsson y Cisco tendrían un mismo reto en sus respectivas líneas de negocio. Los operadores (salvo en China) han recortado sus inversiones en red, a la vez que el mercado se les ha puesto cuesta arriba. Así, por ejemplo, la cuota global de Cisco en los mercados de switching y routing ha bajado y sus márgenes experimentan un descenso constante. Ericsson, que no tiene productos propios en ese segmento, podrá apostar decididamente por el empaquetamiento con sus plataformas.
Si se mira el mapa de la industria, el acuerdo tiene de entrada un carácter defensivo. Huawei ha desalojado a Ericsson del primer puesto entre los suministradores de equipos para redes móviles y tiene, aparentemente, un gran potencial en la tecnología 5G. También Cisco siente a rebufo a Huawei [tiene el 13% del mercado mundial de routers pero el 67% en China].
También Alcatel Lucent – y por consiguiente Nokia Networks – es un competidor temible en China, pero quizá lo más llamativo sea la ofensiva de Huawei en Europa. Mientras, en Estados Unidos, donde ha gozado de la ausencia forzada de su competidor chino, Vestberg ve venir un ataque de Nokia en ciertos dominios, gracias a capacidades de Alcatel Lucent: transmisión óptica y cloud computing.
En sus primeras manifestaciones, los operadores se declaran encantados con la noticia de este realineamiento de la industria, que crea una sólida alternativa con la que negociar su próximo ciclo de inversión. Todo encaja, en principio.