La compra de la compañía británica Autonomy es la transacción más importante que HP haya hecho en mucho tiempo, pero informativamente ha quedado opacada por otro anuncio, la intención de retirarse del mercado de PC. Sin embargo, es muy relevante para la estrategia trazada por el CEO de la compañía, Leo Apotheker, que tras nueve meses en el cargo empieza a aplicar su visión. El software de Autonomy tiene como clientes a más de 25.000 compañías y organismos gubernamentales, en Europa y Estados Unidos; la compañía compite en el mercado de cloud computing con más de 30 petabytes gestionados, y un tercio de los ingresos de la empresa proceden de su actividad bajo el modelo SaaS.
Fundada en 1996 por quien sigue siendo su primer ejecutivo, Mike Davis, Autonomy ha pasado de ser un especialista de nicho a ampliar su cartera desde 2005, cuando compró Verity; otras compras importantes han sido las de Interwoven (2009) y activos de CA Technology. Hace un par de meses, adquirió una división de Iron Mountain. Es una empresa saneada, con un margen operativo en torno al 40% y muchas sinergias explotables. Por esta razón, ha sido cortejada por Microsoft y Oracle, sin que hubiera acuerdo al final. Su cartera de productos debería ser – según Apotheker – “un complemento natural para las tecnologías de HP en la oferta a empresas”. Pues sí, la confluencia parece evidente con Vertica y 3Par, adquisiciones recientes.
Autonomy seguirá funcionando como compañía separada, y a su frente estará el fundador. En 2010 facturó 870 millones de dólares (+18%) con un beneficio neto de 217,3 millones. Este año, hasta junio, sumaba ingresos por 476 millones de euros. Con estas cifras, cuando quede cerrada la operación, el negocio de software de HP superaría holgadamente los 4.000 millones de dólares, aunque esta cantidad seguirá estando por debajo del 5% del total. Con el perímetro actual, queda claro.
El precio pactado, 10.300 millones de dólares representa una prima del 62% sobre la cotización previa de Autonomy, desfase que podría considerarse elevado si no fuera por la excitación que vive el sector con múltiples rumores de adquisiciones en todos los frentes. En principio, su cartera de productos sería un complemento natural para las tecnologías de HP en la oferta a empresas, y parece estar clara la confluencia con Vertica, otra adquisición concretada por Apotheker, para potenciar la oferta de soluciones analíticas. En sus declaraciones de los últimos días, el CEO de HP ha insistido en que su plan gira sobre algunas ideas clave: énfasis en la nube, servicios de altos márgenes, modernización de aplicaciones, incremento de los ingresos por software. Como puede verse, en sus planes aflora el pasado como directivo de SAP, la principal razón por la que fue fichado.
Los ingresos recurrentes por la imprescindible renovación de aplicaciones y los contratos de servicios profesionales son fundamentales para elevar el listón en las cuentas de HP. En esta línea, viene a la mente la comparación con sus rivales directos: un respetado analista de IDC, Crawford del Prete, ha recordado en un informe que IBM obtiene un 50% de sus ingresos de los servicios y el 20% del software, proporciones muy distintas a las de HP. Por otro lado, Oracle, cuyo mix se apoya en un 70% de software, acelera para mejorar la combinación de hardware + software para grandes empresas, de lo que dan prueba las ventas de su plataforma Exadata. Aunque – a diferencia de ambos, precisa del Prete – HP goza de la singularidad de no tener necesidad de defender una base instalada de aplicaciones obsoletas.
Una clave de la operación pactada es la convicción de que HP necesita hacerse un hueco ante el auge de big data, para el procesamiento de grandes volúmenes de datos estructurados o desestructurados, que típicamente no pueden ser tratados por las bases de datos relacionales. Autonomy contribuye con su experiencia en este campo, en el que EMC e IBM han cogido la delantera con sus adquisiciones de Greenplum y Netezza, respectivamente.
El origen británico de Autonomy ha suscitado comentarios interesantes en su país. Por un lado, el previsible lamento por la pérdida de control sobre una empresa que seguirá cotizando en Londres; por otro, el orgullo de comprobar que una compañía domiciliada en Cambridge [aunque con presencia en California] sea reconocida como líder mundial en su campo. Su fundador, Mike Davis emerge así como poco menos que un héroe: ha logrado maximizar el valor de su empresa y, al menos durante un tiempo, seguir ejerciendo el mando.