La autocrítica es un bien escaso en el mundo empresarial (y en otros que no vienen al caso). Pero John Chambers, que ha presidido Cisco durante 18 de sus 27 años de existencia, rompió la semana pasada ese tabú, al poner por escrito esta inusitada confesión, en carta dirigida al personal de la compañía: ”hemos decepcionado a los inversores y confundido a nuestros empleados”. Wall Street, que en los últimos meses diera la espalda a Cisco, reaccionó de inmediato premiando el coraje de Chambers con una subida – provisional – de la cotización, en espera de ver cómo materializa su promesa: “[en las próximas semanas] vamos a dar pasos enérgicos y a tomar decisiones drásticas”.
En una conferencia reciente, Chambers había reconocido: “sinceramente, tenemos que cambiar la velocidad de nuestros ciclos de decisión y mejorar los principios de la asignación de recursos”. Esta vez ha ido más lejos; en su carta emplea no menos de siete veces la palabra `transición´ para describir lo que viene. “Nuestra estrategia de crecimiento se ha basado en la captura de oportunidades generadas por la demanda de uso de las redes […] y esa estrategia no cambiará. Pero muchos opinan que Cisco necesita disciplina, y estoy de acuerdo con ellos”.
Un barco de este calado no corrige el rumbo fácilmente. Cisco, con 40.000 millones de dólares de ingresos anuales, ha desnudado sus problemas en dos trimestres consecutivos, y el que cerrará a finales de abril no pinta mejor. Sus acciones se cotizan a un múltiplo de apenas 11 a 12 veces el beneficio previsto, y en los últimos doce meses han perdido un tercio de su valor, frente al incremento del 15% en el índice Nasdaq. En la última década, sólo ganó un 9% de valor bursátil.
Desde 2006, Chambers ha seguido un ritmo frenético de adquisiciones llevando las fronteras de la compañía a nuevas áreas de actividad, hasta treinta según sus planes. En cierto modo, no ha sido una excepción: todos los grandes de esta industria se han diversificado más allá de su core business, pero un informe de Deutsche Bank Securities describe con lenguaje militar la circunstancia que vive Cisco: “Chambers necesita agrupar sus tropas, tras constatar que ha extendido demasiado la línea del frente de batalla”.
El punto crítico de la expansión, según los comentaristas, es la fallida incursión en la tecnología de consumo, una línea de actividad que aporta el 10% de sus ingresos y será probablemente la primera víctima de las decisiones que anticipa Chambers. En febrero, ya reconoció públicamente que esos productos debilitan el margen bruto de la compañía.
El consultor Crawford del Prete, de IC, habla de ensimismamiento: “la posición de Cisco es muy sólida en el negocio de networking, tan sólida que una erosión debería entrar en sus cálculos, pero ha cometido el error de dar por garantizada su cuota de mercado, convencida de que al abrirse a otras áreas de negocio (supuestamente adyacentes), se beneficiaría del incremento en la demanda de redes”.
En febrero, Cisco comunicó un aumento del 6% en los ingresos, junto con una caída del 18% en el beneficio trimestral. La compañía había fijado para este año fiscal, que se cierra en julio, un objetivo de crecimiento de ingresos entre el 9% y el 12%, pero su estimación está ahora más cerca del umbral de la horquilla. Y no todo obedece al consumo.
Según IDC, la cuota de Cisco en el mercado de routers habría caído tres puntos en un año, hasta el 52% a finales de 2010, y el primer beneficiario habría sido su rival Juniper, que acumula un 18%. En los switches, en cambio, ha subido unas décimas, hasta el 65,7%. Pero la facturación es sólo uno de los ingredientes del problema, porque los competidores presionan por el flanco de los precios, y fuerzan una caída de los márgenes. Del Prete cree que el mayor reto está en la agresividad comercial de HP, que desde que compró 3Com ha dejado de revender hardware de red de Cisco: “HP vive en un mundo en el que un 25% de margen bruto es motivo de fiesta, mientras que Cisco no se conforma con menos del 50%”. Con esta frase, el analista sugiere, sin decirlo, que tendrá que escoger entre defender su cuota y preservar sus márgenes.
En su carta, Chambers enuncia las cinco áreas en las que se concentrará los esfuerzos: 1) Routers (20% del negocio), Switchers (42%) y servicios asociados; 2) Colaboración (WebEx y afines); 3) Virtualización del datacenter y cloud computing; 4) Arquitecturas (tecnologías subyacentes), y 5) Vídeo . No menciona ningún área de consumo, lo que tampoco significa que todas estén condenadas, pero por ellas empezarán, probablemente, las medidas prometidas.
Al reivindicar la estrategia y autocriticar la “ejecución operativa”, Chambers confirma y refuerza la autoridad conferida al flamante chief operating officer, Gary Moore, quien tiene licencia para adelgazar y simplificar la compañía en función de las nuevas prioridades. Esto puede marcar el punto final para una estructura de gestión disgregada en múltiples comités, que en su momento causó perplejidad.