Sí, España sigue en el vagón de cola en materia de eInclusión. En el puesto decimosexto. Por detrás incluso de países de la Unión Europea que muestran peores indicadores de desarrollo, como Letonia, Lituania, Eslovaquia o Estonia. Muy lejos detrás de Suecia y Dinamarca, que registran el mayor nivel de inclusión digital de la UE. Y esto en contradicción con el hecho de que el país registra altos niveles en otras variables que el uso de las TIC por el conjunto de la población. ¿Cuáles son los factores que están detrás de esta marginación? La pregunta la formula y la responde el informe eEspaña, elaborado por la Fundación Orange, en su edición correspondiente a 2013.
De acuerdo con este análisis, el uso de Internet móvil o la frecuencia de acceso a la Web son indicadores en los que España destaca, pero cuando se pone el foco en estas y otras variables asociándolas a ciertos colectivos, los niveles de exclusión se disparan. Esta circunstancia no puede sorprender, si se tiene en cuenta – como confirma el estudio – la existencia de una relación directa entre exclusión social y exclusión digital. En España, donde tristemente la primera es superior a la media europea, necesariamente lo es también la segunda.
Podría pensarse que las políticas dirigidas a favorecer la inclusión social también mejoran la digital. Sin embargo, la experiencia de países como Portugal, Eslovaquia o República Checa parece demostrar que la inclusión social es condición necesaria, pero no suficiente.
Según el documento, para calcular el Índice de Convergencia de eInclusión (iCeI) se recogen variables de acceso y uso de las TIC para los colectivos en riesgo de exclusión: el habitat, la edad, el nivel educativo, la renta y la discapacidad. Otras variables, como el género o la nacionalidad de los individuos no han sido desarrollados, por entenderse que en España – a diferencia de otros países – no son factores de marginación digital.
El estudio que cada año presenta la Fundación Orange es un análisis sistemático, apoyado en una ingente información, que se acompaña en cada caso de conclusiones y recomendaciones. En las correspondientes al capítulo eInclusión [páginas 101 a 119] se insiste en la necesidad de desplegar políticas específicas de inclusión digital.
El informe tambien se detiene en el análisis regional. Orografía, viabilidad económica y desarrollo son los factores clave de la inclusión digital. Una CCAA claramente destacada es Madrid, con un índice 91 sobre 100. La heterogeneidad era previsible, pero las mayores diferencias entre CCAA se observan en relación al habitat: Canarias y Galicia presentan niveles de exclusión digital superiores a Madrid en esta categoría.
Según los autores del estudio, Murcia es una excepción positiva a la norma, al registrar tasas de inclusión digital mucho más altas que las de integración social, sin la existencia de handicap geográfico, y la atribuyen a una acertada estrategia de inversión de los fondos del Plan Avanza, que dio prioridad a las infraestructuras y al desarrollo de uso y confianza en Internet. El juicio puede ser opinable, pero las cifras dicen que mientras la inversión media a escala nacional se situó entre el 8% y el 14% en cada uno de esos conceptos, en Murcia los porcentajes se elevaron hasta el 14% y el 28%, respectivamente.
Más allá de una revisión general de las estrategias de inversión, sin duda afectadas por la crisis económica, a la vista de los datos que recoge el estudio parece evidente que si el conjunto de la UE, y específicamente España, pretenden realmente mejorar su actual realidad en esta materia crítica, resultaría no menos evidente la necesidad de desarrollar políticas y ejecutar acciones que tengan especialmente en cuenta a determinados colectivos, empezando por los habitantes de mayor edad y con niveles más bajos de renta y educación.
Lejos de ser un plus, la edad constituye hoy en día una desventaja para la inclusión social en muchos países de Europa. De forma notable lo es en España. Frente a otros factores, como el habitat, el nivel educativo, la renta y la discapacidad, el análisis de la Fundación Orange constata que la edad se ha convertido en el más alarmante factor de exclusión digital.
El grupo social formado por las personas mayores de 55 años es el que presenta el nivel más alto de exclusión. De poco consuelo sirve que sea una realidad en toda la UE, porque en España se manifiesta con gravedad: el 57% de los ciudadanos con una edad comprendida entre los 55 y los 74 años, nunca han usado un ordenador, mientras en la UE la media baja al 44% y Suecia destaca en el conjunto como el país más inclusivo (9%).
Cuando se trata del uso de Internet, las personas mayores vuelven a estar en posición desfavorecida, aunque la brecha es menos notable, probablemente atenuada por la difusión que entre ellas han alcanzado los teléfonos móviles con su carácter de puertas de acceso a la red. Contrastando con una media del 49% en la UE, el 64% de quienes en España tienen más de 55 años nunca han accedido a Internet. Nuevamente, Suecia es el mejor de la clase, con un 15%.
Esta marginación digital de los mayores de 55 años se agudiza en el caso de las mujeres. Seis de cada diez que han pasado los 55 nunca han utilizado Internet, y casi siete de cada diez nunca han navegado por la Web (casi diez puntos con respecto a los hombres). Además entre los ciudadanos con estudios máximos equivalentes a primaria, esta brecha digital de género es inusualmente alta, y en esto ni siquiera Suecia es excepción.
Teniendo en cuenta que el año 2005 el 86% de los mayores de 55 años nunca habían accedido a Internet, puede afirmarse que la situación ha mejorado, al menos estadísticamente. Pero no es hora de felicitarse, porque en los últimos años, se ha ensanchado en toda Europa el retraso de este grupo social con respecto al resto de la población, obviamente por el avance de los tramos de edad más joven. No es una cuestión sólo de sensibilidad ante la llamada tercera edad: si se pone en relación con otras variables, como la eHealth, salta a la vista que esos ciudadanos deberían ser los usuarios más interesados en tener acceso a estas tecnologías.
Hay más: está demostrado que la familiaridad con las TIC resulta esencial a la hora de encontrar empleo, en un país con la más alta tasa de paro en Europa, ya que los mayores de 55 años son sistemáticamente expulsados del mercado laboral [esto no lo dice la Fundación Orange]. Eliminar ese factor de exclusión podía, quizá, mitigar ese impacto indeseable de la crisis.
Las así llamadas ´agendas digitales`, tanto la europea como la española, dicen prestar atención preferente a combatir con inversiones los fenómenos de exclusión digital. En particular, en el contexto del envejecimiento de la población. Pero toda inversión es insuficiente, y ni siquiera se puede asegurar que estos problemas se resuelvan con partidas presupuestarias.
[informe de Lola Sánchez]