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  18/09/2023

Triste pérdida de encanto de los smartphones

La presentación del iPhone 15, un ritual setembrino, ha despertado la menor expectativa en muchos años. En el ambiente había más cansancio que entusiasmo. Nada contra Apple, cuya reputación nadie discute, sino porque el smartphone como producto ya no enamora. Y lo sufre incluso el más deseado de los dispositivos, aunque no le vaya tan mal como a otros. Ya en las pasadas navidades la caída en ventas de los móviles inteligentes fue inquietante al volver a las cifras de 2013. Y no vale escudarse en la incertidumbre económica ni en la inflación, motivos que no justifican el declive de una industria que ve cómo se va estirando el ciclo de renovación del parque son encontrar una respuesta apropiada.

Con independencia de cuántas unidades despache finalmente Apple, el iPhone 15 refleja fielmente el estado de la industria global de los smartphones. Baste decir que su novedad más destacable es el puerto de carga USB-C. Es oportuno y de gran utilidad, pero no aporta nada sorprendente ni nada que la compañía no pudiera haber actualizado años atrás. Es posible afirmar, sin exagerar, que la innovación en los dispositivos, no brilla como antes y, sobre todo, que es insuficiente para atraer a los consumidores.

En los consumidores, precisamente, ha hecho mella el desencanto tras agotarse el impacto de las novedades que se sucedían con regularidad, muy bien calculada, en los iPhones año tras año. Las mejoras de hardware dieron paso a una corriente de interés por la cámara, que acabaría por ser un ojo de cuatro lentes, tras lo cual vinieron las pantallas OLED y la adecuación a las redes 5G. Todo en orden, pero predecible o anticipado por los cronistas que están en el ajo. Primera conclusión: una vez que la innovación ha traspasado muchas fronteras, el viaje parece repetirse.

Objetivamente, la caída de las ventas es irrefutable. En el segundo trimestre de este año, el mercado mundial de smartphones decreció un 10% en volumen, quedándose en 258,2 millones de unidades, según la consultora Canalys. Este descenso venía precedido de otro del 12% en el trimestre anterior. Con los datos publicados, Samsung lidera la tabla de marcas con 53 millones de unidades, seguida por Apple con 43 millones. Detrás vienen Xiaomi y Oppo. Todos caen, por cierto: no está de más recordar que en el cuarto trimestre de 2022 las ventas se desplomaron un 16,3%.

Como se ve en el gráfico, esta industria, que durante años ha disfrutaba de un crecimiento aparentemente sin fin, avanza a trompicones, sin recuperar la línea que supo seguir. Ya antes de la pandemia mostraba estancamiento, un síntoma que sobrellevaba añadiendo novedades recubiertas de una pátina de mercadotecnia. Será cierto que a todo producto electrónico dirigido al consumidor le llega un momento de saturación. El smartphone parece haber alcanzado ese estatus: tal como es hoy, un smartphone resulta plenamente funcional para lo que se espera de él, pero nada que induzca a sustituir el que se tiene. Se baraja ahora mismo la opción de implementar comunicaciones directas por satélite, se prevén mejoras visuales con mayor densidad de pixeles o se especula con posibles aplicaciones de la realidad aumentada y virtual.

El último gran intento de reavivar el deseo de los consumidores han sido los smartphones plegables, categoría que lidera holgadamente Samsung, a la que ya se han sumado casi todas las marcas relevantes. Menos una, Apple, que parece no confiar (todavía) en ella. ABI Research pronostica que en 2023 se venderán 33,7 millones y que en 2025 serán 68 millones. No es una cifra desdeñable, pero tampoco va más allá de nicho minoritario y de alto precio (y cómodos márgenes que en otros impensables).

Después de cinco años en el mercado, los plegables no han logrado seducir al consumidor y las explicaciones son conocidas: precio y tamaño. Claro está que tales contrariedades se compensan con grandes beneficios en cuanto se les compara con otros smartphones. A un usuario profesional, por ejemplo, le costará encontrar motivos para desechar su tableta cambiándola por un plegable de pantalla más pequeña, más limitado para el trabajo creativo y con menor duración de batería. El propósito de captar a la Generación Z, como quiere hacer Samsung con su Galaxy Z Flip, no parece estar al alcance de la mano: aplicaciones populares entre esa audiencia, como TikTok, están pensadas para pantallas típicas de smartphone.

Comoquiera que sea, un smartphone plegable no ataja los dos problemas de fondo que presenta el mercado: 1) los usuarios no quieren pagar por su teléfono más de lo que pagaron por el precedente y 2) tampoco ven por qué apresurarse a renovarlo. Hoy en día, por 300 euros o menos un terminal de gama media ofrece todo lo que la mayoría busca (y encuentra) en un smartphone. A esto se añade la pobreza de las novedades tecnológicas.

Una de las tendencias que reflejan – y consolidan – estas actitudes parece ser el desarrollo de un mercado dinámico de segunda mano.  CCS Insight calculaba una subida del 14% en la reventa de smartphones usados en el primer trimestre de 2023, por un valor total de 13.300 millones de dólares. Estas cifras podrían ser más altas si los canales de reparación, puesta a punto y posterior reventa estuvieran optimizados. De momento, las operadoras y algunos fabricantes han conseguido controlar este negocio.

Es innecesario decir que el auge de la segunda mano se encuadra en un contexto de inestabilidad económica que inclina a la contención del gasto. Más variantes entran en la ecuación a la hora de comprar un teléfono móvil: una dosis de hartazgo digital, que en algunos es  rechazo a la conexión permanente y en otros conciencia de que hay demasiadas aplicaciones inútiles. El resultado es que el mercado decae. Ahora mismo son noticia unos nuevos móviles sin conectividad a Internet y con funciones básicas (¡y hasta con teclados físicos!) para quienes prefieran desconectar de las redes sociales y del incesante streaming de vídeos.

En esta coyuntura, se observa que el magro crecimiento de esta industria procede de otras fuentes, no europeas. En el informe de Canalys sobre el segundo semestre, irrumpe una compañía china desconocida, Transsion Group, que se ha alzado al quinto puesto del ranking en número de unidades gracias a su penetración en los mercados africanos y de Oriente Medio. Es el único fabricante de la tabla que crece, un 22% interanual, hasta vender 22,7 millones de unidades viniendo del anonimato. Transsion lo ha conseguido con una táctica de arrastre que se dirige a aquellos que buscan móviles de bajo coste en esos mercados de bajo poder adquisitivo, que al parecer son poco atractivos para las marcas de postín.

Un caso especial es India, ahora segundo mercado del mundo, en el que todos quieren estar presentes. Lo ha hecho muy bien Samsung, con un 18% de cuota en el segundo trimestre, seguido de Vivo y Xiaomi. Por su parte, Apple ha encontrado un caladero en este país tan complejo: la compañía de la manzana acaparó un 59% de las ventas en el segmento de gama ultra alta en India, según la consultora local Counterpoint Research. Una decisión sensata, por tratarse de una franja de mercado que creció un 112%. Sin embargo, en el cómputo general, incluso el populoso mercado indio declinó un 3%, que aconseja prudencia.

En China, la situación es más compleja que en ninguna otra parte: las ventas cayeron un 4% en el segundo trimestre del año. Poniéndolo en contexto: es la cifra más baja desde 2014. Las marcas principales son Vivo y Oppo, tras las cuales se sitúa Apple, la única que creció. Pero no lo tiene claro Tim Cook en su condición de CEO de la compañía. El gobierno ha prohibido usar el iPhone en el trabajo a la gran masa de funcionarios chinos, e incluso podría ampliar esa restricción a las empresas estatales, que representan el 20% del empleo total en el país. A lo que sumar la perspectiva de resurgimiento de Huawei en su mercado nacional.

Como balance, no hay optimismo en esta industria, aunque las campañas de marketing traten de transmitir otra imagen. El posible crecimiento de ciertos mercados o segmentos no alcanza para evitar la mengua global. Desde luego, el smartphone no va a morir – como no ha muerto el PC, que los ilusos veían como su víctima – pero los tiempos de bonanza perpetua y crecimiento a doble dígito parecen lejanos.


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