Elaborado a partir de encuestas a más de 600 CIOs de TI de empresas en Alemania, Reino Unido, Suecia y España, el estudio “Equilibrio en el camino digital”, publicado por Fujitsu, descubre un alto nivel de confianza en las propias capacidades para sacar adelante proyectos de transformación digital. Bajo esta armadura se esconde una gran incertidumbre. Dos de cada tres participantes reconocen que convendría un enfoque más equilibrado, lo que da título al documento. A partir de aquí, la conclusión resulta casi inevitable: “una sobrevaloración de las aptitudes, unida a la incapacidad de comprender las complejidades de la revolución digital, forman el caldo de cultivo perfecto para el fracaso”.
Tampoco se trata de asustar. Esta dicotomía se despliega a lo largo del estudio: tres de cada cuatro encuestados quisieran agilizar sus proyectos de transformación digital, pero admiten que están encontrando obstáculos como, por citar un ejemplo típico, no saber cómo integrar las nuevas soluciones con la infraestructura y los procesos existentes, y no contar con las capacidades pertinentes. Para dos de cada tres encuestados esta circunstancia se agrava por la ausencia de una visión común de las prioridades dentro de sus organizaciones.
El estudio ha llegado justo a tiempo, precediendo la convocatoria del evento Fujitsu World Tour en Madrid la semana entrante. Sus conclusiones serán expuestas en una sesión del encuentro para clientes y partners. En cuanto a las conclusiones, puede sorprender a primera vista que se saque la conclusión de que el azar juega un papel prominente: nadie niega las ventajas de la digitalización, pero alcanzarlas requiere saber jugar bien las cartas… de la tecnología: el 70% de los encuestados considera la transformación digital como una cuestión de suerte.
A pesar de lo que podría inferirse, la mayoría reconoce los peligros de una digitalización lenta. Con la misma claridad que ponen en su visión de las ventajas, también aprecian los inconvenientes que supone no digitalizarse con suficiente rapidez: reducción de la productividad y los ingresos, incapacidad para atraer y retener personal competente, aumento de los costes. Asimismo, el no priorizar los proyectos digitales y la falta de capacidad para hacerlo, son dos de los obstáculos.
En este mar de dudas, que no siempre se tiene el coraje de admitir, por no parecer cenizos, se constata que España sería el país más convencido de acelerar la búsqueda de un futuro digital y el que más confianza destila ante el cambio. Un 39% de las organizaciones españolas considera que ya goza de una gran madures digital, el 40% están convencidas de que superan a sus competidores y un 68% creen contar con el enfoque adecuado en su adopción y uso de las TI. Más todavía: las empresas españolas se muestran sumamente interesadas en su evolución, con un 90% deseoso de acelerar el proceso. En este punto, las prioridades de financiación reflejan la importancia del objetivo, ya que dos terceras partes destinan una gran proporción de sus presupuestos a la innovación digital, y una cuota decreciente a las operaciones cotidianas de TI. Esta diferencia es mucho más marcada en España que en los otros países analizados.
El coste de la inacción es el principal impulsor para la digitalización, según se desprende de las respuestas recogidas. Es la primera preocupación de los responsables de Ti: quedarse rezagados puede suponer una pérdida de ingresos (para el 47% de los entrevistados) y un posible incremento de los costes (43%). Este enfoque tan centrado en los beneficios podría ser el motivo por el que el porcentaje de empresas en las que existe una visión común en torno a las prioridades digitales (57%) es más alto que en otros países.
No obstante, el deseo de digitalizarse apenas deja tiempo para pensar a largo plazo: el 25% de los responsables de TI reconoce que la estrategia digital de su organización resulta confusa; tres de cada cuatro consideran que el éxito de los proyectos digitales es una cuestión de suerte, y el 42% destaca la seguridad como el principal obstáculo a salvar.
Esta confusión, señalan los autores del documento, podría estar asociada al hecho de que en las empresas españolas resulta más habitual que en las de otros países que los departamentos de TI impulsen los objetivos digitales (29%) y supervisen los proyectos (63%), lo cual sugiere un enfoque rotundamente centrado en la tecnología. Paradójicamente, al conceder prioridad a una rápida obtención de ingresos y a una reducción de costes, las compañías “podrían estar perdiendo el potencial lucrativo que ofrece la innovación digital estratégica a largo plazo”.
Mientras tanto, los otros tres países que han participado en las encuestas de Fujitsu muestran aproximaciones diferentes al fenómeno de la llamada transformación digital. En Reino Unido, el mensaje parece resumirse como “prudencia y seguir adelante”, lo que se traduce en organizaciones más centradas en la innovación empresarial y en estrategias más cautelosas que a este lado del Canal. En Alemania triunfa un enfoque metódico hacia la digitalización, que se decanta por el impacto competitivo. Por último, las empresas encuestadas en Suecia son más críticas en su valoración interna: sólo un 24% de los responsables de TI opina que sus empresas gozan de una enorme madurez digital, y dos terceras partes consideran que están en plena aceleración de su puesta al día.
En un análisis cruzado de los resultados por sectores, el estudio comprueba que todos se enfrentan a la transformación digital en un mercado global activo, en tiempo real y con volúmenes de información creciente.
No es nuevo que el sector financiero se enfrenta a nuevos retos derivados de un marco regulatorio más estricto, en un contexto de bajos tipos de interés y la aparición de competidores de nuevo cuño (fintech) que lanzan servicios innovadores como monederos digitales, préstamos P2P o pagos móviles, entre otros. Sus responsables de TI muestran un alto grado de confianza con respecto a la digitalización, y un 30% cree firmemente que su enfoque es el adecuado, mientras el 84% dice tener trazada su estrategia digital. Destacan como principales objetivos la eficacia operativa (48%) y la fidelización de los clientes (45%). También se aprecia una mayor oportunidad en el uso de los datos para generar estrategias comerciales.
Las empresas de fabricación, así como las de servicios públicos (utilities) se convierten con más frecuencia en creadores de información, gracias a los datos que recogen para impulsar la productividad, recortar costes y mejorar la calidad. Como era de esperar, el 98% de ellas expresa ´bastante` o ´enorme` madurez digital, y manifiestan el máximo interés en acelerar el proceso hacia la transformación digital, que esta era la pregunta. Como contrapartida, el mayor desafío se centra en integrar las nuevas soluciones con las infraestructuras existentes (36%).
Hace ya tiempo que el auge del comercio electrónico descolocó al sector de comercio minorista. Actualmente, sus protagonistas tienen encima el desafío de atraer clientes y mantener su fidelidad en una variedad de dispositivos, canales y plataformas. Por ello, al decir del estudio, este es “un segmento que está intentando ponerse al día más que ningún otro”. Lo dicen los números: el 79% de los encuestados del sector se muestra deseoso de agilizar sus procesos de cambio digital, mientras que el 34% cree que se está quedando atrás. Entre los principales objetivos de los ejecutivos consultados, se enumeran la optimización de los procesos empresariales (58%) y la mejora de la experiencia de los clientes (42%).
Con respecto al sector público, cuyas estructuras son heterogéneas en los países objeto del estudio, las AAPP están adoptando la transformación digital para ahorrar costes y optimizar los servicios a los ciudadanos. Hay una presión de tiempo y de costes para ponerse a la altura de los tiempos.
[informe de Lola Sánchez]