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  12/05/2021

Televisores: la resaca de un año excepcional

Ningún otro aparato ha derribado al televisor de su condición de rey de la casa. Y eso que no han faltado candidatos. De los televisores actuales se pueden decir muchas cosas, pero no que sean cajas tontas. Se venden como rosquillas: en España, 3,6 millones en 2020 (un 15% más) por valor de 1.469 millones de euros (+13%). De media, los usuarios se sentaron 260 minutos al día frente a estas pantallas (un incremento de 40 minutos), cada vez más grandes. El porqué resulta obvio: la pandemia ha revolucionado los hábitos domésticos y los servicios de streaming han contribuido para que el televisor congeniara con otros dispositivos electrónicos que – decían los gurús – le iban a quitar el trono.

Bajo este escenario en apariencia tan favorable, subyace una encrucijada estratégica. Las marcas dominantes tienen que elegir pronto entre tres tecnologías a priori afines: OLED, Mini LED y Micro LED. Esta disyuntiva se refleja en el mercado como una batalla real entre dos compañías, ambas coreanas: Samsung y LG. Mientras LG se mantiene fiel a OLED desde hace años, Samsung – líder claro del mercado mundial – ha optado por su versión de la tecnología Mini LED, que bautizó comercialmente como QLED. Por el camino, ha ido preparando otra transición que conduce hacia Micro LED, que por algo se llama distinto.

Esta sopa de letras no ayuda precisamente a distinguir los argumentos en favor o en contra de cada apuesta. Está claro que se busca un impacto masivo que propicie la bajada de costes. Y, en tanto se prepara el salto a la resolución 8K – aún demasiado cara – seguir abaratando 4K, que sigue ganando cuota de mercado. Para alcanzar 8K no basta elevar el número de pixeles: LG sostiene que su tecnología logra una modulación de contraste (capacidad del ojo humano para diferenciar dos pixeles contiguos) muy superior a la que ofrece su rival Samsung. Pero es sólo uno entre los 140 factores que definen la calidad de una pantalla, según dictamen del International Committee for Display Metrology.

Con la tecnología OLED no se necesita retroalimentación, como sí ocurre en las pantallas LCD, todavía las más numerosas. Los diodos emiten su propia luz y los colores se generan mediante la colocación de una delgada capa de compuestos orgánicos entre elementos conductores. Una de las ventajas es que cuando se apaga un pixel, el efecto es un negro considerado auténtico. Además, sin retroalimentación, las pantallas pueden ser más delgadas a la vez que más eficientes en su consumo de energía.

Hacía tiempo que este blog no se ocupaba de este dispositivo ubicuo pero con un recorrido propio dentro de la industria electrónica. Así pues, ¿cómo explicar que Samsung, el mayor fabricante de paneles OLED del mundo (sobre todo para dispositivos móviles) decidiera reorientar su línea de televisores hacia una opción tecnológica distinta a la que había adoptado al principio? Hay que entender que Mini LED es fundamentalmente una pantalla LCD que permite retroalimentación mucho más granular para paliar ciertas irregularidades como el efecto blooming, por el que las áreas con más luz penetran en las más oscuras y transfiguran los niveles de negro contiguos.

Samsung ha potenciado su propia denominación comercial, Neo QLED, de la que destaca su capacidad para que las áreas oscuras sean más oscuras y acentuar la luminosidad variable. Samsung incorpora a sus televisores de alta gama un procesador Neo Quantum, que combina modelos neuronales con el propósito de optimizar las imágenes a resoluciones superiores.

Lejos de conformarse con estas innovaciones, Samsung ha vuelto la mirada hacia Micro LED, que en principio sería el próximo paso. Antes de cruzar esa línea divisoria, necesita afinar su estrategia y darse margen para el viraje comercial. La prensa coreana ha informado de algo que pudiera parecer insólito: Samsung estaría dispuesta a comprar a su competidora LG hasta un millón de paneles OLED en la segunda mitad de este año y hasta 4 millones en 2022.

Vista superficialmente, la noticia sería contradictoria con el hecho de que Samsung se ha atado a su propia tecnología QLED en los televisores de gama alta, mientras LG desarrollaba los suyos equivalentes con OLED. Pero indica que existe un interés común entre ambas en relegar la tecnología LCD, ¿por qué? Porque las compañías chinas han tomado el mando en la producción de estos paneles y podrían amenazar sus posiciones.

Por su lado, LG ha impulsado la producción de OLED. Aunque no está libre de escollos, ya que se ha visto obligada a retirar del mercado partidas de televisores, al parecer por problemas de sobrecalentamiento. Como es natural, Samsung mira con mucha atención las andanzas de su compatriota, mientras prepara el lanzamiento de su variante QD-OLED antes de navidades. Más sopa de letras.

A estas alturas del relato, podría pensarse que la tecnología OLED tiene madurez suficiente para condicionar la evolución futura de las pantallas. No es así. Pese al tiempo transcurrido: OLED dio sus primeros pasos en los años 80, aunque no alcanzaría un volumen respetable de ventas hasta 2012 en adelante. Inicialmente se pensaba en diferentes aplicaciones, una de las cuales sería el televisor, pero la complejidad de su fabricación y el alto coste de materiales han impedido bajar todo lo deseable el precio de los paneles. De ahí que, pese a sus cualidades, la industria siga buscando alternativas sin alejarse demasiado del concepto actual. Samsung defiende que Micro LED es la opción con más futuro.

Por esta razón, ha empezado a vender algunos modelos con Micro LED sólo en grandes formatos, porque todavía no sería aceptable en los hogares de clase media. El funcionamiento de esta tecnología se basa también en diodos que emiten su propia luz – como en las pantallas OLED y QLED – dispuestos en láminas de millones de LED microscópicos. Micro LED está preparada para no sufrir el efecto burn-in, degradación de los pixeles por retención de imágenes. Una ventaja visible es que puede alcanzar niveles de brillo superiores y negros más auténticos.

Por consiguiente, podría decirse que Micro LED es una combinación de dos mundos – OLED y LCD – con el fin de mejorar la calidad de imagen y, no menos importante, bajar significativamente los costes de producción: estos paneles tendrán menos componentes que los OLED, por lo que las pantallas serán más baratas. La consultora IHS Markit ha estimado que los procesos industriales habrán madurado en torno a 2024, permitiendo producir unos 15 millones de paneles Micro LED dos años después. Según sus cálculos, la reducción de costes hará posible que una pantalla de 75 pulgadas cueste una quinta parte del coste actual de fabricación.

Estos dilemas entroncan con la lucha permanente en la industria de la TV, la ambición de aumentar los tamaños de pantalla. Antes, las limitaciones eran dos: el espacio del mueble o la pared y la distancia idónea para el visionado. Todas las tecnologías incorporadas en los últimos años han dado la posibilidad de aumentar la resolución y mejorar el procesamiento de la imagen. De ahí que, en estos momentos y en España, las 55 pulgadas sean el producto estrella, mientras la llamada gran pantalla (65 pulgadas o más) representa casi una cuarta parte del mercado en valor.

Estos datos merecen destacarse y no cabe duda de que ha sido un año que se prestaba al aumento de la demanda. No sólo por el confinamiento: en muchos hogares ha mejorado su capacidad de ahorro y algunos equipos de uso doméstico han sido beneficiarios, entre ellos el televisor. Además, este se ha modernizado a la fuerza, como consecuencia del auge de plataformas de streaming que estimulan la compra de aparatos “inteligentes”: el 90% de los televisores vendidos el año pasado fueron SmartTV. La avidez por la ultra alta definición (4K) hizo que aumentaran sus ventas un 20% sobre el año anterior, síntoma claro del traslado de la experiencia del cine al hogar. En este mercado, el dominador claro es Samsung, con un 42% de cuota, que se eleva al 91% al hablar de 8K, obviamente minoritario. Más en general, el mercado español de televisores se lo reparten Samsung (sube cuatro puntos hasta el 37%) y LG, que se queda en un 31% tras bajar un 2% al cabo del año. Lejos de este duopolio Sony es el último baluarte de la industria japonesa con un 7% del mercado español.

Que el televisor se ratifique como el amo del entretenimiento doméstico tiene otras manifestaciones. Los fabricantes se afanan en incorporar toda suerte de aplicaciones de las que el streaming es sólo la más popular, pero también funciones específicas para gaming, como el Super Ultrawide GameView, de Samsung, que aumenta el campo de visión de los jugadores. El fitness ha sido otra sensación de 2020. Pero también se intenta, con desigual resultado, que el televisor tenga utilidad para el teletrabajo. Son astucias de la industria que, según advierten algunos analistas, entraña un riesgo: que el televisor pase a ser gradualmente un proyector de contenido procedente de otros dispositivos, como la consola o el smartphone. No hay que perder de vista un hándicap: hasta hoy, la experiencia de usuario con el software y la interfaz – el odioso mando a distancia – de una SmartTV sigue siendo muy inferior a la que ofrece un móvil.

[informe de Pablo G. Bejerano]


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