De ciertas empresas suele decirse que son bellwethers (literalmente cencerros) lo que, en sentido figurado, implica que sus resultados sirven como indicadores precoces de la tendencia del mercado. Una de esas empresas es Cisco Systems, que días atrás dio un aviso de incertidumbre. No por demérito de datos del año fiscal 2019, cerrado en julio. Todo lo contrario: los ingresos crecieron un 7%, el porcentaje más alto en seis años, cruzando por primera vez el listón de los 50.000 millones de dólares. También beneficio y margen operativo cerraron al alza. ¿Qué más pedir? Pero el CEO Chuck Robbins, anticipó que el trimestre en curso tendrá crecimiento plano o en el mejor de los casos raquítico.
Como Wall Street se guía por expectativas, los inversores intuyen que el chollo de Cisco podría cortarse: desde entonces, la cotización ha caído de 57 a 47 dólares. ¿Por qué? Robbins, asistido por la directora financiera Kelly Kramer, les anunció algo inquietante: “hemos detectado los primeros síntomas de un cambio de trayectoria macroeconómica que afectará al mercado en la segunda mitad del año”. De hecho, citó tres circunstancias para las que no se atisba solución: 1) las telecos tienen otras prioridades de inversión, 2) las empresas estatales chinas han dejado de comprar productos estadounidenses, y 3) la perspectiva del Brexit ha congelado el gasto en T.I. del Reino Unido.
No es la primera compañía que alerta sobre una caída en la demanda global de TI. Antes que Cisco, NetApp [a su escala también un ´cencerro`] había pronosticado que globalmente el nivel de gasto de las empresas estará por debajo de lo estimado inicialmente.
Kelly Kramer, la CFO de Cisco, dejó caer otra mala noticia, aunque en este caso previsible. El beneficio del trimestre abril-julio cayó bruscamente, un 42%, como rebote de la reforma fiscal de la administración Trump en 2018, que Cisco aprovechó para repatriar fondos que tenía aparcados fuera de su país. En respuesta al analista Jeff Kvaal (Nomura), Kramer resumió el uso que Cisco hizo de la fortuna repatriada: “teníamos autorización para recomprar acciones por hasta 31.000 millones de dólares y es lo que hicimos. [Al final del año] nuestra liquidez ha bajado de 74.000 a 33.000 millones y la deuda se ha reducido de 35.000 a 25.000 millones”.
La maniobra financiera ha facilitado una estrategia de adquisiciones en la que Cisco pudo permitirse el pago de generosas primas en acciones que entretanto se habían valorizado gracias a la autocartera. Este ha sido el caso notable de Acacia, compra aún no desembolsada por 2.600 millones de dólares, que muchos analistas han considerado excesiva [problema agravado porque las acciones con las que pagará las compró a 55 dólares]. Por su lado, Kramer pareció sugerir una etapa de cautela: “volvemos a nuestra estrategia habitual, de compras oportunistas en función del cash flow y respetando la política de dividendo”.
La incertidumbre que rodea los negocios con China está teniendo efectos variados para Cisco. Se ha protegido de los aranceles reordenando sus precios y cancelando contratos de fabricación en ese país. Por otra parte, aunque China no representa más del 3% de su negocio global, se ha derrumbado bruscamente como consecuencia de la disputa con Estados Unidos. Las empresas chinas de propiedad estatal no sólo han dejado de comprar sus productos sino que – según Robbins – “han dejado de invitarnos a participar de sus concursos”.
Si lo anterior ya anuncia tiempos políticos difíciles, la caída de ventas a los proveedores de servicios – vulgo telcos – tiene visos económicos aún más graves. Cisco lleva años reestructurando – con poca fortuna – este capítulo de su negocio pero nunca había llegado a sufrir una caída del 21% como la del cuarto trimestre. “Esta debilidad nos lleva a ser prudentes de cara al nuevo año fiscal; continuará el declive de las órdenes de compra [de esta categoría de clientes], que lleva ya demasiados trimestres”, fue la advertencia de Kramer.
Chuck Robbins fue más explícito: “es un hecho que los operadores representan una parte más pequeña que en años pasados, pero no creo que a corto plazo se produzca un cambio positivo; para ellos, la prioridad de inversión ahora es poner 5G en servicio a los consumidores, de los que no pueden esperar un pronto retorno”. Los beneficios de las telcos [y con ellos la oportunidad de recuperación para Cisco] “vendrán más tarde, cuando tengan desplegadas infraestructuras robustas para prestar servicio a las empresas”.
En cuanto al mercado británico, durante el cuarto trimestre ha sido la principal causa de que las ventas globales a las empresas cayeran un 2%. Por lo demás, los números presentados por Robbins y Kramer habrián sido tranquilizadores sin la advertencia sobre el arranque del año fiscal 2020. Los ingresos totales [51.904 millones] se incrementaron un 7%, más del doble que un año antes, con un margen operativo del 32,3%, también en alza. El beneficio neto fue de 13.800 millones, un 9% interanual. El sector público ha crecido un 13%, particularmente en Europa; en cuanto a las ventas a empresas (-2%), la responsabilidad del descenso recae en Reino Unido y China.
Una buena noticia para la estrategia general de Cisco es el incremento sistemático de los ingresos en régimen de suscripción, que ya representan el 70% del total, doce puntos porcentuales más que en el período equivalente de 2018.
[informe de Mario Kotler desde San Francisco]