Cuando Apple lanzó su primera tableta iPad, en abril de 2010, se alzó una ola de entusiasmo. Se esperaba una repetición del fenómeno del iPhone, tres años antes. El PC podía darse por muerto, escribieron voluntariosos propagandistas, olvidando que no basta ser nuevo para triunfar. Las tabletas tuvieron su pico de ventas en 2014; desde entonces, el mercado mundial lleva diez trimestres consecutivos de caída. Incluído el primero de 2017, en el que volvió a caer otro 8,5%. Pero quizá sea más preocupante para la industria el hecho de que las tabletas que mejor se venden son de bajo precio. Mientras las de gama alta no aguantan el embiste de los nuevos formatos de PC portátiles.
Con esta combinación de tendencias, nada alentadora, los fabricantes han ido perdiendo el entusiasmo que, en la primera fase, supieron contagiar a los consumidores. Es significativo el caso de Apple: globalmente, una de cada cuatro tabletas que se venden llevan su marca, pero está de capa caída desde hace trece trimestres, que se dice pronto. La presentación del nuevo iPad de 9,7 pulgadas – a principios de abril – que en anteriores ocasiones hubiera sido un evento de primera clase para Apple, ha pasado sin pena ni gloria. Ha sido la primera vez que la marca de la manzana anuncia un nuevo producto sin la fanfarria habitual.
Lo único que ha hecho Apple para promocionarlo es bajar su precio en 70 dólares, una táctica que dice mucho acerca de por dónde va el mercado. La apatía del marketing de Apple refleja un creciente desinterés por el iPad, por mucho que Tim Cook haya insistido en que la apuesta por la familia iPad es de largo alcance, el que tuviera necesidad de decrlo es per se motivo de sospecha.
Los números son elocuentes: en el último trimestre de 2013 se vendieron 26 millones de iPads con unos ingresos de 11.500 millones de dólares, que equivalen a un tercio de las ventas de iPhones y al doble que las de Mac. Tres años después, en el último trimestre de 2016, se vendieron la mitad, 13,1 millones, que aportaron 5.500 millones de dólares a las cuentas de Apple, una décima parte de los iPhone y generan menos ingresos que los Mac.
¿Por qué cebarse en Apple para comentar los resultados de IDC sobre el mercado mundial de tabletas? Muy sencillo: porque el iPad sigue siendo el líder, con casi una de cada cuatro tabletas vendidas en el mundo, a cierta distancia del segundo, Samsung (16,5%). Las previsiones para este año indican que la demanda seguirá bajando, posiblemente un 10%, hasta los 165 millones de unidades. Pero ya en 2016 las ventas bajaron un 15,6%, informa IDC. Los analistas de esta consultora señalan que los usuarios de tabletas no tienen ninguna prisa por renovarlas.
Una tableta es un dispositivo que se usa esporádicamente, lo que alarga su ciclo en el mercado. Realmente, los fabricantes tampoco se esfuerzan demasiado por impulsar la rotación de la base instalada. Mientras en los smartphones se exprimen al máximo para anunciar novedades capaces de estimular el apetito de los consumidores, con las tabletas está lejos de ocurrir lo mismo. Los mercados que más crecen son, siempre según IDC, los de Medio Oriente, África y Europa del Este, donde la demanda prima la simplicidad y el bajo precio.
El aumento en el tamaño medio de las pantallas de smartphones, y el hecho de que las tabletas apenas se usan para trabajar (salvo en ciertas profesiones) se suman como causa del bajo ritmo de reposición.
Para el primer trimestre del año, IDC ha calculado un descenso del 8,5% en el mercado mundial. Apple fue la marca más perjudicada, con un 13% de descenso, mientras su principal competidor, Samsung, registraba una bajada mínima. La sorpresa ha sido el crecimiento de Huawei (31,7%), que desplaza a Lenovo: IDC apunta la combinación Android/Windows como uno de los valores de su ascenso. Amazon, encelada con otros gadgets con los que generar negocios paralelos, ha perdido relevancia.
A propósito de Windows, la estrategia de Microsoft en el mercado de las tabletas está dando frutos. Surface ha servido como acicate para que otras marcas lancen modelos con Windows 10, a medio camino entre tableta y portátil. Por el momento, esta parece ser la única evolución posible que parecen tener las tabletas: IDC considera que los modelos con teclado desmontable, o dettachables, forman la única categoría en crecimiento. Apuntan sus analistas que cada vez son más los consumidores que buscan un dispositivo híbrido. Los lanzamientos de Microsoft y Apple apuestan por esta línea.
Samsung, siempre atenta a las señales sociológicas del mercado, ya tiene su dettachable, como pudo verse en el Mobile World Congress. Es lo más cerca que la compañía coreana se ha acercado al mercado de los PC, que abandonó en 2014. Es un fenómeno interesante: si los fabricantes de tabletas se inclinan por la hibridez [el formato slate han perdido fuelle], las marcas tradicionales de portátiles tienen sus 2 en 1 como tabla de salvación.
Apostilla IDC que las ventas de dettachables crecen más que las de convertibles, pero han bajado el ritmo. Al contrario de lo que ocurre con las tabletas, en franca caída, las previsiones para los portátiles tienden a la estabilización o a una bajada tibia.
A menos que reaccione de su letargo creativo, Apple no tiene la mejor carta que jugar en este segmento. Un estudio entre millenials, elaborado por Creative Strategies, da una pista: los usuarios de Mac consideran que su portátil, de cualquier generación, es un dispositivo «muy superior» a un iPad Pro. Por su lado, los usuarios de Windows dicen estar más abiertos a comprarse un dispositivo híbrido. En el fondo, subyace el problema de que iOS no es percibido como un sistema operativo para ordenador, pese a los intentos de Apple por ponerlo a la altura de las empresas a través de sus acuerdos con IBM y SAP.
De lo anterior se desprende una conclusión: si se exceptúa los devaluados modelos asiáticos de marcas ignotas, la redención de las tabletas pasaría por parecerse lo más posible a un portátil. Los que se columpiaron pronosticando la muerte del PC deberían pensárselo; el consejo vale para el audaz colega que hace un par de semanas escribió en El País que los smartphones habrán muerto dentro de diez años. Y que lo vea.
A todo esto, el mercado español se ha estancado, con una suave caída del 1% en el primer trimestre, según datos de GfK – que mide ventas a usuario final – y Samsung mantiene una cómoda ventaja con un 38% de cuota. Si la comparación se hace con igual período de 2015, la bajada total ha sido del 33%, la de Samsung del 42% y la de Apple del 51%. No pintan bien las cosas, pero aun así el mercado español absorbió el año pasado 2,3 millones de unidades. Es una magnitud interesante, que de ningún modo habilita a imaginar la muerte de la tableta.
[informe de Pablo G. Bejerano]