Debe ser duro aceptarlo, pero Symbian, el sistema operativo para móviles más popular del mercado, atraviesa una profunda crisis de identidad, y nadie sabe cómo detener la caída. Esto es exactamente lo que ponen de relieve las últimas noticias: el abandono de Samsung y Sony Ericsson ha dejado a Nokia como único socio activo, descargando sobre esta toda la responsabilidad del desarrollo de una próxima versión, Symbian 4, que debería ver la luz el año entrante, si todo va bien. Pero no va bien: el director general de la Symbian Foundation ha dimitido, y sus empleados esperan que sobre ellos recaigan los recortes prometidos por el nuevo consejero delegado de Nokia, Stephen Elop.
Sirva como ejemplo este comentario, uno entre muchos, con el que ha sido recibido el nuevo smartphone N8: “Nokia ha conseguido una excelente pieza de hardware, que funciona con un software claramente rezagado con respecto a la evolución de la categoría. En un mundo en el que Apple va por la cuarta encarnación del iPhone, y Google avanza hacia otra versión de Android […] la insistencia de Nokia con una plataforma moribunda es incomprensible”
El problema es que el N8 tiene pantalla táctil, pero S3 es apenas una evolución de su pasado anterior a las pantallas táctiles, y esto se nota. Ha sido una opción consciente de Nokia, con la pretensión de no despistar a los millones de usuarios familiarizados con las series anteriores, pero el resultado ha decepcionado a los críticos, y aqui sólo queda constancia de su opinión.
La decisión de Nokia en 2008, de comprar la participación de otros fabricantes en Symbian para ceder el control a una fundación en la que aquellos permanecerían como patronos, para continuar su desarrollo según las reglas del open source, pareció un acierto: se trataba de promover un sistema operativo para smartphones que, por defecto, fuera común a todos los fabricantes que no tuvieran uno propio. Pero Google había tenido la misma idea, y Android ocupó ese espacio; la fundación – es decir, Nokia – se movió con lentitud.
Tal vez Nokia erró cuando rechazó la posibilidad de comprar Palm, una empresa innovadora que este año acabaría cayendo en manos de HP. En su lugar, prefirió redoblar la apuesta por Symbian, de manera que la estategia de la compañía finlandesa puede resumirse en tres puntos: 1) prolongar su desarrollo para especializarlo en los móviles de gama media, mayoritarios en su catálogo; 2) impulsar, en común con Intel un segundo sistema operativo, una variante de Linux llamada MeeGo destinada a competir – ¿cuándo? – en el rango superior de los smartphones; y 3) potenciar la plataforma transversal (un framework, según su vocabulario) QT, que adquirió con el propósito de integrar aplicaciones y servicios con independencia del sistema operativo para el que se hayan creado originalmente. Hoy, aunque no lo confiesa, Nokia apuesta más por QT que por Symbian, pero mientras esta conjunción se articula, no tiene otro remedio que aguantar.