Formalmente, hay que esperar hasta enero para conocer la nueva estrategia de Symantec, el gigante de la seguridad informática que, como otros de su clase, atraviesa una zona de turbulencias en un mercado cambiante. En julio pasado, Steve Bennett, chairman de la compañía, asumió de la noche a la mañana la condición de CEO, y la precipitación fue entendida como señal de que no había un plan de transición ni tiempo para buscar otro reemplazo a Enrique Salem. Lo que ha quedado claro desde entonces es que Bennett no tiene intención de ceder la función ejecutiva; desde su llegada, la acción de Symantec ha subido un 40% en bolsa, indicio de que los accionistas esperan algo grande.
A diferencia de Salem, que pasó 19 años en la compañía, los últimos tres como CEO, Bennett viene de experiencias versátiles: durante 23 años escaló puestos directivos en General Electric, donde se aprende más management que en cualquier escuela de negocios al uso. Luego, del 2000 al 2007, fue CEO de Intuit, y en 2010 se incorporó como miembro del consejo de Symantec, que llegó a presidir.
Poco a poco, Bennett ha sembrado migas de la estrategia que expondrá el mes que viene. Para empezar, ha fijado un objetivo económico: crecimiento orgánico en más del 5% anual y del margen operativo en más del 30% anual, durante los próximos tres años. Aunque, puntualizó, «en este momento tengo más confianza en superar la meta de margen operativo que la de ingresos» (sic). Segundo, «no podremos crecer si no damos mejor soporte a los clientes existentes de nuestros productos actuales, y si no invertimos lo necesario en desarrollar nuevos productos».
En una crítica explícita a su antecesor, Bennet dejó caer ante los analistas esta frase: «hemos dedicado más dinero a proteger nuestro negocio convencional que a explorar nuevos modelos de negocio», y esta otra: «durante un tiempo, hemos reducido costes por la vía de reducir los niveles de servicio, y esto es inaceptable desde mi punto de vista». La compañía y sus actividades son demasiado complejas – advirtió – para que los problemas se solucionen mediante tácticas temporales de adelgazamiento.
El desglose de las cuentas de Symantec deja atisbar sus problemas. Los productos de consumo se han estancado o han bajado en ingresos; también cayó la facturación a empresas, con la salvedad de que los catalogados como Security and Compliance [501 millones de dólares, o sea el 30% del tota] subieron un 7% mientras los de Storage and Server Management [584 millones = 35%] bajaron un 2%. El beneficio, que es lo que preocupa a Bennet y a los accionistas, tiende últimamente a recuperarse.
La gama de actividades de Symantec va más lejos de lo que mejor conoce el público, el software antivirus que vende bajo la marca Norton. Se ha dicho que lo que costó el puesto a Salem es el no haber contrarrestado los efectos de la fragmentación en nichos del mercado antimalware, muy afectado por el descenso de las ventas de PC y su contrapartida, el ascenso de tabletas y smartphones. Seguramente las razones son más complejas, pero algún analista ha subrayado que Symantec debería haber llegado antes al mercado con una solución propia de seguridad para dispositivos móviles; lo cierto es que la ha renovado en noviembre, y que debería ser un punto fuerte en la estrategia que promete Bennett.
La última versión de Norton Mobile Security tiene características que difieren de las de sus competidores: ofrece la gestión desde un cuadro de mando de todos los dispositivos del usuario, para comprobar no sólo el malware sino también las aplicaciones potencialmente peligrosas o sólo sospechosas; permite rastrear un dispositivo perdido o robado y activa un chivato para su localización. Pero lo que distingue esta oferta es el paso a un modelo de personal cloud, en el que la seguridad pasa de ser una aplicación solitaria a facilitar la gestión a través de la web de todos los dispositivos del titular de la suscripción.
También hay problemas que atender en el negocio de las herramientas de gestión de almacenamiento, por lo que no han faltado propuestas para «poner en valor» [es decir, vender o segregar, en la jerga inversora] los activos de Veritas, por los que Symantec pagó 10.100 millones en 2005, y que no han dado los frutos esperados. Cuando le preguntaron por esta cuestión delicada, Bennett, se escaqueó con un enigma a medias: «la estructura es consecuencia de la estrategia».
Sin embargo, puede que las circunstancias aconsejen reforzar esa parte de la estructura: en la era del cloud computing, la granularidad de las aplicaciones hace más complejos los riesgos de seguridad. Symantec se propone lanzar en 2013 una suite de control de acceso a la nube que respondería a esa nueva mentalidad.
Algunas líneas maestras de la futura estrategia ya han sido anticipadas. Y una de ellas parte del hecho de que más del 50% de los ingresos de Symantec proceden de fuera de Estados Unidos, por lo que «no podemos comportarnos – ha dicho Bennett – como una compañía estadounidense con distribución exterior». Por ello, el nuevo CEO ha conferido más autoridad a los directivos regionales. Como parte de esta reestructuración, el hasta ahora director general de la filial ibérica, Gabriel Martín, ha pasado a ocupar el puesto de director regional para Italia, España y Portugal. Joan Taulé, que era responsable de Cataluña, es el nuevo director general de Symantec España.