Durante el reciente Mobile World Congress se pusieron de manifiesto tendencias tecnológicas y económicas que habrá tiempo para destilar durante los próximos meses. Y también hubo polémicas, al menos dos recurrentes de año en año. Una, entre operadores y reguladores, con los primeros reclamando un alivio tarifario que estimule las inversiones que se esperan de ellos. La segunda, entre los operadores y los gigantes de internet – se les conoce colectivamente como over-the-top – que usan las redes de aquellos para obtener ingresos que no comparten con los dueños de la infraestructura, cada vez más exigida por el incremento del tráfico.
Estos fueron los grandes asuntos abordados en la entrevista siguiente con el presidente-director general de France Télécom, el grupo francés más conocido por su marca Orange. Cuatro días antes, se habían publicado los resultados del 2011, que muestran una leve caída de ingresos del 1,6% (45.300 millones de euros), con beneficios planos de 3.800 millones. Resultados que han sido sostenidos por la actividad internacional, y que han sido positivos para la filial española. En 2011, Orange España ha cerrado su ejercicio con 3.993 millones de euros de ingresos, un 4,5% más que el anterior y con 13,7 millones de clientes (12,5 de telefonía móvil).
Funcionario de carrera, inspector de finanzas, Stéphane Richard (Gironde, 1961) fue jefe de gabinete de Christine Lagarde, a la sazón ministra de Economía de Sarkozy. En 2009 pasó a France Télécom, cuyo primer accionista es el Estado, y al año siguiente fue designado presidente-director general. Según la prensa francesa, no se prodiga en entrevistas, pero al menos en esta ocasión se ha despachado a gusto.
Para empezar por su valoración de los resultados financieros de France Télécom en 2011. No han sido buenos, pero hay atenuantes.
En mi opinión han sido buenos resultados, si tenemos en cuenta que corresponden a una coyuntura económica difícil, con un peso negativo de la regulación y, en Francia, un aumento importante del IVA, que no ha sido repercutido sobre los precios porque los operadores los hemos absorbido dentro de nuestros márgenes. En nuestro caso, este factor ha repercutido en más de 150 millones de euros. En otros países donde trabajamos, como Egipto o Costa de Marfil, durante el año ha habido perturbaciones políticas […] A pesar de todo, hemos cerrado un 2011 satisfactorio, sobre todo en España. En resumen, han estado en línea con lo que esperábamos y anunciamos a los mercados.
Como imaginará, esa era la segunda pregunta.
La estrategia que el grupo ha seguido en España es un caso digno de estudio, porque se trata de un mercado extremadamente competitivo, en el que estamos presentes tres de los grandes operadores europeos, y en estas condiciones hemos cerrado el año con crecimiento en clientes e ingresos, contra la tendencia negativa del mercado, tanto en telefonía móvil como en la fija de banda ancha, y a diferencia de nuestros competidores. Ha sido una de las satisfacciones de 2011.
¿Y qué espera del 2012?
Este va a ser probablemente el año más difícil que el grupo haya conocido desde el 2002. Las economías europeas viven un ciclo de desaceleración, aunque no tan pronunciada como la recesión española […] Tendremos este año una acumulación de decisiones regulatorias que nos penalizan y tienen un impacto de 1.000 millones de euros en cifra de negocio y 300 millones de margen, como consecuencia de la regulación. A esto se añade, como sabrá, la entrada de un cuarto operador móvil que, como es lógico, afectará a nuestros ingresos en Francia.
Por consiguiente, ¿cambiará la estrategia de Orange?
Claramente, nuestra estrategia es seguir invirtiendo. En 2012, más que en 2011, porque pensamos que las inversiones serán esenciales para diferenciarnos y para competir a medio plazo. Fundamentalmente, vamos a invertir en aumentar la calidad de las redes, en fibra y en la cuarta generación móvil. O sea que el punto número uno de la estrategia del grupo es invertir, para preservar, profundizar y consolidar nuestra posición competitiva.
¿Y el punto número dos?
Segmentación. La más eficaz posible en el mercado móvil. Vamos a tratar de delimitar las categorías de clientes y sus necesidades, y diseñar ofertas y tarifas adecuadas. Vamos a perseverar en lo que funciona, como lo que en España se conoce como tarifas “de animales” y que replicamos en una decena de países europeos. Otra prioridad es diferenciarnos de los competidores a través de la innovación en servicios y en contenidos; esto se va a acelerar cuando finalmente entre en servicio LTE [cuarta generación de telefonía móvil]
También tendrán que actuar sobre los precios, ¿no?
Creemos en la idea de que esta industria no se puede guiar por una competición alrededor del acceso más barato, el precio por minuto más bajo, etc. Si así fuera, los operadores, y no sólo esta compañía, estaríamos cavando la tumba de una industria; habría una puja constante sobre los precios, que reduciría el valor añadido y la inteligencia de los servicios de comunicaciones. No me extenderé, porque su página tiene límites [sonrisa], pero hemos de hacer algo tan estratégico como incorporar más inteligencia y servicios a las redes y aumentar la eficacia de su gestión y de los sistemas de información, para obtener por esa vía el margen que se diluye por la influencia de la regulación.
Les ha salido un cuarto operador, Free, en medio de una polémica muy encendida. ¿Por qué tan tarde, cuando en otros países hay cuatro operadores desde hace años, y en algunos se plantea que tal vez cuatro sean demasiados?
Se ha esperado mucho tiempo; de hecho, el tercer operador en Francia [Bouygues Telecom] entró en servicio en 1997, y desde entonces, hace 16 años, se habla de un cuarto operador. Forzosamente, cuando por fin ha llegado, se produce un shock y no en el mejor momento del mercado.
¿De quién es la culpa del traumatismo?
No sabría decirlo. Los tres operadores hemos invertido mucho en redes, y la competencia ha sido aguda durante años; más aún con la incorporación de los operadores virtuales, que el año pasado han conquistado prácticamente el 20% de los nuevos abonados. Por otro lado, los precios en Francia – contrariamente a lo que se dice de manera un poco demagógica – no son más altos que en el resto de Europa; no más altos que en España, ni en Alemania o Italia […] esta era la situación antes de la entrada del cuarto operador. Ya está hecho, es una realidad. Me pregunta por qué ha sido traumática. Porque el lanzamiento de la oferta de este nuevo competidor ha ido acompañado de un discurso violento, denigrante contra los operadores actuales […]
¿Violento?
Agresivo, más que agresivo… insultante. Y esto, a mi modo de ver, pone de relieve un problema fundamental, que es la incomprensión de la opinión pública acerca de los fundamentos de una industria como la nuestra. Es un problema enorme, del que esta misma mañana he hablado con mis colegas César Alierta, Franco Bernabé, Vittorio Colao y René Obermann [presidentes de Telefónica, Telecom Italia, Vodafone y Deutsche Telekom] y con [la comisaria europea] la señora Kroes.
¿Qué les ha dicho?
Que, sinceramente, no hemos conseguido sensibilizar a nuestros clientes, a la opinión pública en general, de la importancia de que los operadores seamos capaces de invertir en las redes, como lo hemos hecho con las sucesivas generaciones tecnológicas. Para que los europeos, de cualquier edad, habiten en las ciudades o en áreas rurales, puedan usar sus smartphones y sus tabletas, puedan acceder a internet, etcétera, hay que invertir masivamente, y para esto es necesario contar con ingresos y con capacidad de endeudamiento para poder hacerlo. Hay gente a la que han convencido de que los operadores incumbentes (en España no lo somos) somos rentistas, que hemos confiscado unos activos del Estado… es una visión radicalmente falsa, pero está en el ambiente.
Eso no aparece ahora, con el cuarto operador […]
No, el problema estaba ahí, pero el cuarto operador ha llegado con un mensaje demagógico: vamos a reventar los precios, dice, vamos a devolver a los franceses su dinero.
La idea matriz es que haya más competencia, ¿no ve nada positivo?
Pues sí, reconozco que ha sacado a la luz ciertas debilidades en la comunicación con nuestros clientes. En este sentido, nos obliga a volver a lo básico, a explicarles cómo son las cosas, a justificar el por qué nuestros precios no pueden ser los del cuarto operador. Tenemos que poner criterios de objetividad, frente a un marketing virulento. Mire, este no es un debate francés, es un problema europeo.
¿Se lo ha dicho así a la comisaria Kroes?
Se lo hemos dicho antes, y lo hemos repetido esta mañana. La industria de las telecomunicaciones en Europa ha llegado a un punto crítico, peligroso: durante 15 años se ha tratado a este sector como una vaca lechera… una vaca fiscal; se nos ha sometido a presión constante; de continuar así, los perjuicios serán muy serios para una industria que es absolutamente esencial para la competitividad de nuestras sociedades.
Hace usted una crítica frontal a la regulación vigente.
El objetivo de la regulación no puede ser debilitar a esta industria, de la que se espera que en los próximos años extienda más redes de fibra e implante la telefonía de cuarta generación, como están haciendo en Estados Unidos.
¿Qué espera de la Comisión Europea?
Que deje de jugar con la industria de las telecomunicaciones.
Son palabras duras, ¿no cree?
Digamos que quiero subrayar las dificultades estructurales a las que nos enfrentamos. En el mundo digital, tal como es el mundo de hoy, los operadores tenemos que invertir en redes de transporte y de acceso, para extender el alcance de la banda ancha y dotarnos de capacidad para atender una demanda que crece incesantemente.
También ha sido muy crítico con los llamados OTT [over-the-top]
Los operadores estamos hiperregulados e hipergravados, mientras a nuestro lado hay otros actores, los over-the-top por los que me pregunta, que no están regulados, que residen fiscalmente en Estados Unidos y que en Europa prácticamente no pagan impuestos. Cero regulación, cero impuestos. Y no participan en la financiación de las infraestructuras que son necesarias para difundir sus servicios y explotar sus contenidos. Como se ha dicho tantas veces, si no hubiera France Télécom ni Telefónica… no habría Google, no habría Facebook ni Amazon.
Se viene diciendo lo mismo hace tiempo, sin resultados
César Alierta fue el primero en decirlo, aquí en Barcelona, hace tres años, lo ha repetido Vittorio Colao… y hemos podido constatar que tenían razón. Es un problema muy complejo, que no tiene soluciones fáciles, pero las autoridades europeas y nacionales deberían empezar por reconocer que el problema existe, y por mirar lo que pasa con esos actores desde el punto de vista de la fiscalidad y de la competencia.
¿Qué propone France Télécom?
Le daré un ejemplo del que he sido protagonista directo. Hace un año y medio, propuse a mis colegas de Telefónica, Vodafone, Telecom Italia y Deutsche Telekom la creación de un grupo de trabajo que debía reunirse periódicamente para estudiar nuestros problemas comunes, entre otras cosas para reactivar el clima de cooperación que tuvimos cuando hicimos la norma GSM hace veinte años. Bien, se creó el grupo de trabajo, y de cada reunión se envió un acta a la Comisión Europea: vean lo que hemos discutido, esto es lo que proponemos. ¿Qué pasó al cabo de un año? Que el comisario de la competencia abrió un expediente de información por si estuviéramos infringiendo la legislación […]
¿El comisario Almunia?
Sí, su compatriota Joaquín Almunia nos abrió un expediente por hacer algo que, en definitiva, trataba de hacer avanzar Europa. Pero, cuando es público y notorio que hay situaciones monopolistas de algunos OTT, la Comisión no tiene nada que decir.
¿Qué debería hacer la Comisión Europea?
Primero, hace falta una toma de conciencia que en este momento no vemos acerca de la situación de desigualdad en la que estamos los diferentes actores de la industria. Segundo, es necesario que los operadores y los over-the-top nos sentemos a negociar. Uno por uno, caso por caso, porque son distintos; no estoy planteando un frente de operadores. Lo que propongo es llegar a acuerdos de cooperación, no abrir una guerra contra nadie. Entre otras razones, porque el cliente de Orange es usuario de Google, de Facebook, de Apple, de Amazon… y está contento con ese vínculo.
Usted sabe que lo que dice tiene dimensiones transatlánticas, o incluso globales.
No soy ingenuo, no puedo ser ingenuo. La sociedad digital es un reto para Europa, y todo lo que puedo decirle es que todas las empresas de las que hablamos son estadounidenses, y si hay alguna europea, resulta que es minúscula. Lo menos que podemos hacer es reflexionar sobre ello.
No obstante, Orange tiene acuerdos de cooperación con Apple, que es asimilable a las circunstancias de una OTT […]
Bueno… con Apple tenemos buenas relaciones de cooperación, diría que intensas. Somos la compañía de telefonía que vende el iPhone en más mercados, veinte países. Somos el segundo vendedor de iPhone en el mundo, o lo éramos el año pasado, ahora mismo no lo sé. A partir de este hecho, ¿cómo no vamos a cooperar con una compañía que no tiene parangón en la historia industrial contemporánea, con una capacidad de innovación extraordinaria? Apple gana 1.000 millones de dólares cada semana, y hay que tener la honestidad de decir que con gente así es necesario negociar, para tener unas relaciones lo menos desequilibradas que sea posible.
[ampliación de la publicada en La Vanguardia el 18/3/2012]