Récord de visitantes, récord de expositores. Cada año, vuelve a repetirse esta secuencia: el Mobile World Congress 2016 no será la excepción pero confirma la regla. Por espectacularidad y repercusión mediática, una vez más Samsung se ha llevado la palma, aunque en parte deba la segunda a Mark Zuckerberg. Cuando alguien que no estuvo en Barcelona pregunta por los smartphones «más chulos» de 2016, es forzoso responder que este es un año de transición, no el de esperar novedades revulsivas [o ´disruptivas`, como se dice ahora]. El aumento de prestaciones será relativamente modesto, porque la demanda ha alcanzado un punto de madurez y los ciclos de sustitución se alargan, razonan los analistas.
A tenor de lo que se ha visto en el MWC, los nuevos smartphones que se venderán en primavera y verano no serán externamente muy distintos a los que hay ahora en las tiendas. La mayoría llevará, como ahora, pantallas de 5 a 5,5 pulgadas en diagonal, lo que quiere decir que la carrera de los phablets se ha detenido: según las encuestas, es el tamaño ideal para sostener el dispositivo con una mano y hacer con la otra las operaciones. La unificación de formatos tiene como consecuencia que la camada 2016 revele pocas diferencias visibles.
Si a esto se une que todos llevan el sistema operativo Android – salvo, claro está, el iPhone, que nunca comparece en Barcelona, y el marginal Windows – y que los procesadores ya están muy optimizados, el margen para distinguirse del competidor es reducido: depende, sobre todo, de los materiales y de componentes secundarios, más los atributos de cada marca. A diferencia, por ejemplo, de los portátiles, que pueden jugar con diferentes tamaños y ´formatos de forma`, la fabricación de smartphones pierde variedad. Se supone que transitoriamente.
No se malinterprete el párrafo anterior. El atractivo de los smartphones está bien arraigado, porque más del 60% de la población mundial tiene al menos uno, y mira la pantalla decenas de veces al día.
La demanda beneficiará, en primer lugar, al líder del mercado mundial, Samsung. Pocos lanzamientos habrán sido tan espectaculares como el de los Galaxy S7 y S7 Edge, que se pondrán a la venta esta misma semana. Los comentaristas destacan, sobre todo, que son resistentes a los golpes y a la humedad, y llevan una ranura para añadir una tarjeta de memoria. Además de una cámara excepcionalmente luminosa pero probablemente de menor coste para el fabricante.
El nuevo responsable de la división de móviles de Samsung, Koh Dong Jin [más conocido como D.J.Koh], ha prescindido de experimentos, para concentrarse en lo esencial. Ha hecho caso a los consumidores, que demandaban capacidad de almacenamiento flexible, una carcasa robusta e impermeable y una batería más grande y duradera. En cuanto al tamaño, se presenta el S7 con pantalla de 5,1 pulgadas y bordes rectos, y el S7 Edge con 5,5 pulgadas y bordes redondeados. A simple vista, las diferencias con la generación S6 son menores: como suele suceder, la mayoría de los rumores precedentes se habían pasado de rosca pero, al menos, han alimentado la expectativa.
No se puede acusar a Koh de conservadurismo: su objetivo no es vender maravillas, sino aprovechar a fondo los meses que faltan hasta la aparición del iPhone 7 para seguir recuperando cuota de mercado. Sobre todo si se confirmara la impresión de declive de Apple que vatician algunos analistas antes forofos.
La otra marca coreana, LG, lo tenía más complicado, porque en 2015 no ha sabido o podido resistir la embestida de Huawei en la gama alta, el segmento más codiciado y, en consecuencia, se ha caído de la tabla de las cinco primeras marcas.
Por esto, LG se la jugó organizando unas horas antes que el show de Samsung una presentación de altos vuelos para anunciar su modelo G5. Destaca por su capacidad de acoplar múltiples accesorios, y la posibilidad de reemplazo muy rápido de la batería; la pantalla es plana, de 5,3 pulgadas, aunque el cristal está ligeramente curvado en la parte superior, y esto parece haber gustado a quienes se fijan en estos detalles.
El G5 incorpora uno de los procesadores más potentes e integrados del presente, el Snapdragon 820, de Qualcomm. Si el lector tolera una digresión, se da la circunstancia de que la producción del Snapdragon 820 ha sido encomendada a Samsung, que diseña y fabrica con el mismo nivel de integración su Exynos 8: ambos chips son de ocho núcleos, proporcionan más capacidad y velocidad en el tratamiento de datos, módem y gestión de imágenes que la generación anterior. Está previsto que los Galaxy S7 destinados a Europa lleven el chip de Samsung, y en Estados Unidos el 820, un intercambio de favores.
Siguiendo con las novedades, el nuevo terminal de gama alta de Sony, Xperia M5, apuestan – como el One M9+ de HTC – por integrar otro chipset también muy potente, el Helio X10 de Mediatek, también de ocho núcleos. De todos modos, el anuncio de Sony ha querido privilegiar la serie Xperia X, con tres gamas (X, XA y X Performance); este último modelo con un asombroso sensor de 23 millones de pixeles, que sí llevará el procesador de Qualcomm.
Otro rasgo de los nuevos modelos de la marca japonesa es que podrá acoplar accesorios como objetivo de gran angular, audifonos o proyectores de imágenes en movimiento, la misma estrategia que LG, y un recurso que probablemente emularán otras marcas de primera fila. Los accesorios también cuentan en la facturación, pero no sufren la presión sobre los márgenes.
La notoriedad de los anuncios de gama alta no debe hacer olvidar que la industria apuesta fuerte por un aumento de prestaciones de los modelos de gama media. El terminal típico de 2016 tendrá 5 pulgadas, procesador de cuatro núcleos, RAM de 2 GB, almacenamiento de 16 o 32 GB, cámara de 8 Mpx, Android 5.0 o superior y un precio de menos de 200 euros. Se notará la diferencia en prestaciones y apariencia con respecto a los modelos cuatro veces más caros, pero no en la misma proporción.
En efecto, la oferta de terminales de gama media con prestaciones que hace un año eran de gama alta, se generalizará en los próximos meses. Marcas como ZTE, Alcatel TCL, Wiko, Lenovo-Motorola o Microsoft, así como los recién llegados Haier y Hisense [marcas chinas de electrodomésticos en busca de mercados adyacentes] tendrán modelos competitivos en este segmento. El problema para el consumidor será qué elegir, porque la competencia traerá un acercamiento en la relación precio-prestaciones.
El problema principal al que se enfrentan los fabricantes de smartphones es la desaceleración de la demanda. El crecimiento será este año de un solo dígito, cuando la industria estaba acostumbrada a dos: la previsión más convincente dice que en 2016 se venderán un 8% más de unidades que los 1.450 millones de 2015. O tal vez no: el responsable de marketing de una de las primeras marcas sugería en Barcelona que la mejor relación entre precio y prestaciones de la cosecha de este año podría desmentir el pronóstico porque, llegados a ese punto, los consumidores se atreverán a cambiar de terminal si los precios bajan un peldaño. En ese caso, mejoraría la estadística en unidades, pero cabría esperar un descenso de la facturación global.
Lo que sí aumentará será el consumo de datos con los smartphones, ya que cualquier usuario podrá navegar con su terminal sencillo y, dentro de un orden, más económico. En 2015 se estimaban 4.700 millones de usuarios en todo el mundo, con una penetración del 63%, y el objetivo que se marca la GSMA, asociación mundial de operadores, es sumar otros 1.000 millones antes de 2020, para alcanzar una penetración del 72% de la población mundial. Así, tres cuartas partes de la humanidad tendrían su propio smartphone a finales de la década.
En el MWC de este año, los wearables y smartwatches han pasado casi desapercibidos en la barahúnda de la Fira de Barcelona, a pesar de que en 2015 fueran omnipresentes. Las pulseras y accesorios para alertar de las notificaciones y de los parámetros de salud han dejado paso, al menos en la atención del público, a las gafas de realidad virtual y las cámaras de 360° optimizadas para grabar contenidos de esas caracteristicas. Es pronto para saber si estos accesorios serán otra moda pasajera o han llegado para quedarse, pero desde ya ponen de manifiesto la necesidad acuciante para la industria de ensanchar sus catálogos hacia otros dispositivos, siempre en el contexto general de la movilidad.
Después del fiasco por saturación de las tabletas de pequeño formato, la industria de los smartphones se vuelca en los formatos convertibles. Huawei, que nunca ha vendido portátiles, presentó su Mate Book, un dispositivo cuyo referente es el Surface 4Pro de Microsoft. HP, que hace años quedó descolgada del auge de los móviles, trajo a Barcelona un dispositivo híbrido con fisonomía de phablet, Elite XP. orientado al mercado corporativo.
Se hace necesario cerrar la crónica con una reflexión. Es más que probable que la industria de terminales vea reducida su facturación debido al descenso del precio medio y la concentración de la demanda en los mercados emergentes; en cambio, la facturación de los operadores seguirá creciendo, liberada del absurdo coste de subvencionar los dispositivos. Medido en valor, el mercado de la telefonía móvil se había sustentado en el crecimiento de los mercados ´no maduros`, pero el consumo de datos seguirá creciendo gracias a que el despliegue de redes 4G se ha extendido prácticamente a todo el mundo; de los nuevos terminales se esperan nuevas capacidades. En esto consiste la transición, y exige paciencia.
[informe de Lluís Alonso]