Contra lo que muchos suponian, y no les faltaban indicios, lo que Steve Jobs anunció días atrás no será un servicio de streaming de música por suscripción, complementario de las descargas que vende desde hace años en su tienda iTunes. Al menos, no lo será en la primera fase de iCloud, la nube que desplegará en septiembre. ¿Por qué duraron tanto las negociaciones entre Apple y los cuatro sellos discográficos más grandes, hasta pocos días antes del anuncio? Cuando se conozca una repuesta convincente a esta pregunta, será más sencillo atisbar con otros ojos el futuro de las tortuosas relaciones que desde hace años mantienen dos industrias, la de Internet y la musical.
Un análisis de la consultora ABI Research revela un asombroso optimismo acerca de ese futuro, al predecir que 160 millones (!) de usuarios se suscribirán a servicios de streaming en los próximos cinco años. A la vista de las vicisitudes de los proveedores actuales de esos servicios, el pronóstico suena descabellado: Rhapsody, después de diez años de existencia, malvive con 750.000 suscriptores; es cierto que Spotify tiene 10 millones de usuarios, pero sólo un millón son de pago; hay otros, aún más pequeños. Entonces, ¿cómo llegar a los 160 millones? Muy sencillo: si Apple atrajera a esa nueva modalidad una parte significativa de los 225 millones de titulares de cuentas iTunes, pero, si este es su plan, lo disimula muy bien.
Y no tiene prisa, entre otras razones, porque no hay ningún competidor peligroso a la vista. Amazon y Google lo son en muy discreta medida, pero los autores del informe se cargan de otras razones (que si a los asiáticos les chifla la música, que si los smartphones se venden como gominolas, que la banda ancha móvil está en auge, lo mismo que las redes sociales, etcétera). Su argumento más sólido sostiene que próximamente los operadores empezarán a ofrecer música (y otros contenidos) en suscripción como fórmula para justificar tarifas planas elevadas, y para esto van a negociar acuerdos con los titulares de los derechos. En el fondo, el razonamiento pronostica la capitulación de las discográficas, que por fin estarían dispuestas a admitir que su modelo de negocio ha colapsado, aunque se han quedado con sus catálogos como principal activo.
Puede que no sea para tanto. La hipótesis anterior es una manifestación más de la tendencia demagógica a exagerar la rapidez de los cambios, discrepa Ben Pring, analista de Gartner. “La realidad – escribe – es que las fuerzas que dominan el mercado musical tienen en su arsenal más armas de lo que suele creerse”. Las prolongadas, y parece que difíciles, negociaciones con Apple, así como la negativa de las discográficas a ceder sus derechos a Google Music (en versión beta sólo para almacenamiento), así como el marcaje al que someten a Amazon, indican que esta industria no se rendirá fácilmente.
En su momento, las discográficas se dejaron convencer para respaldar iTunes como un mal menor frente a la piratería y las redes P2P, que no les producen un céntimo. Al menos, la tienda de Apple es una fuente de ingresos. Pero un mal menor nunca llega a la altura del bien: según los estudios disponibles, sólo el 3% de la música almacenada por un usuario medio de iTunes ha sido adquirida en esta tienda online; el resto procede de copias de CD o de las dichosas redes P2P. Lo que significa que la industria recoge una cuota marginal del valor potencial de su relación con Apple, mientras que esta magnifica su provecho vendiendo dispositivos que forman parte de su “ecosistema” de dispositivos.
Este es el contexto de la migración de iTunes a la nube – según las encuestas, apoyada por el 46% de los usuarios – que no tiene por qué significar el traspaso del modelo download al modelo streaming; esta fue la confusión de muchos en los días previos al anuncio de iCloud. En lo tocante a la música – tiene otros aspectos – la nube de Apple ofrece tres componentes: compra, almacenamiento y sincronización, pero no streaming. No es descartable en el futuro: dependiendo de cuántos usuarios migrasen, su negocio musical se multiplicaría.
Pero el anuncio de iTunes en la nube tiene otro ingrediente que explica la confluencia de intereses con las discográficas: la mitad, o más, de los usuarios de iPod/iPhone no compra regularmente música en la tienda iTunes. La solución que conviene a las dos partes es que los usuarios paguen, ya sea por adquirir música o por el derecho a consumir la que no han adquirido: 25 dólares/año de cuota por “normalizar” las copias obtenidas por otros medios, es un precio razonable por la amnistía. La fórmula tendrá más o menos aceptación, quién sabe, pero puede decirse que Apple y las discográficas han encontrado un modo de “monetizar” la piratería musical. Si funciona…