Se echaba en falta alguna iniciativa que aporte ese plus de innovación capaz de transformar el smartphone tras años de cambios poco más que cosméticos. No es una exageración: ¿qué diferencia al modelo X del modelo Y de sendas marcas rivales o incluso de la misma marca? De entrada, todos querían parecerse al iPhone, con el resultado de que han acabado pareciéndose entre sí mientras el iPhone se trivializaba. No es extraño que millones de usuarios estiren la vida útil de sus dispositivos. La reflexión nace de la presentación por Samsung del prototipo de smartphone plegable que pretende renovar la categoría con nuevos usos y nuevas experiencias. Y combatir así el estancamiento de la demanda.
De momento, el dispositivo no tiene nombre. No se sabe siquiera si formará parte de la familia Galaxy o formará una propia. Se presenta como un smartphone convertible en tableta para aquellos casos en los que el usuario necesite una superficie más amplia o añadir funciones adicionales. El fabricante coreano lo dejó atisbar en su Samsung Developer Conference (SDC) celebrada en San Francisco días atrás. Básicamente, es la confluencia de dos tecnologías rupturistas: la pantalla Infinity Flex Display y el interfaz One UI. No se conoce su precio (desde luego no será barato) ni la fecha de lanzamiento (en todo caso durante 2019) pero al menos ha dejado de ser un secreto a voces.
DJ Koh, presidente de la división de movilidad de Samsung, ha explicado que “cuando se busca productividad, siempre es mejor una pantalla más grande, pero superar el tamaño del Note 9 (6,4 pulgadas) colisionaría con las tabletas. Así fue que, hace tres o cuatro años, empezamos a pensar en una pantalla no sólo flexible sino desplegable”. Y para esto tuvo que usar materiales compuestos que le permiten garantizar 300.000 operaciones de pliegue/despliegue.
Lo que Samsung ha mostrado a los asistentes a la SDC es un smartphone compacto que, plegado, presenta una pantalla frontal y al abrirse despliega una pantalla interior de 7,3 pulgadas; una función denominada App Continuity amplía – sin interrupción – lo que el usuario estaba viendo en la pantalla estándar. Y la tecnología Multi Active Window hace posible navegar simultáneamente por hasta tres aplicaciones distintas, lo que confiere al dispositivo una declarada vocación multitarea.
Va de suyo que sería una experiencia cualitativamente diferente a la que ofrece un smartphone de la actual generación. Si fuera bien recibido en el mercado, podría ocupar una parte del espacio que hoy cubren aquellos y, de rebote, condenaría al olvido a las tabletas, ahora mismo en decadencia.
Que este aparato plegable, llámese como se llame, consiga dar vida a un nuevo segmento de mercado está por demostrar. Dependerá de algo más que las virtudes de su pantalla: va a necesitar software que las aproveche, lo que explica su presentación en sociedad ante miles de desarrolladores. De paso, ha exigido un acuerdo de colaboración con Google para crear una versión específica de Android.
Según dijo Koh en San Francisco, se espera que la novedad origine un nuevo flujo de ingresos por la vía de licenciar la tecnología a otros actores de la industria. Los observadores creen improbable que entre los beneficiarios se encuentre Huawei, que depende de terceros para el suministro de pantallas. Pero el fabricante chino ha prometido presentar el año próximo su smartphone plegable, para lo que está cooperando con su compatriota Boe Technologies en el desarrollo de una pantalla flexible.
Samsung lidera firmemente el mercado mundial de smartphones y su principal adversario no es Apple, replegada a una posición de nicho (rentable pero nicho al fin). El perseguidor se llama Huawei y las diferencias se estrechan. Las tres marcas se disputan la supremacía tecnológica de una industria que no encuentra la manera de revertir la contracción de la demanda. En realidad, la batalla no se libra sólo entre fabricantes sino también entre sus respectivas cadenas de suministro. Y en los laboratorios de I+D o con frecuencia en los tribunales.
Por merecida que sea la atención mediática, la noticia conecta con otra previa no menos relevante. A finales de septiembre, el fabricante coreano reunió en el hotel Marriott de Shenzhen a un selecto grupo de partners chinos, a los que anticipó algunas características que – según la inevitable filtración – distinguirán su próximo Galaxy S10, que presumiblemente lanzará en febrero en Barcelona. .
Se sabía que el Galaxy S10 llevaría una triple cámara, pero tendría impacto suficiente. Según se ha filtrado desde Shenzhen, en el encuentro se expusieron cuatro innovaciones orientadas a mejorar, faltaría más, la experiencia de usuario. Son las siguientes:
1) Fingerprint on Display (FoD) que reemplaza la tecnología óptica en el reconocimiento de la huella dactilar por pulsos de ultrasonido;
2) Haptics on Display (HoD) que crea una sensación de botón físico en la pantalla, una función a priori útil para que el dispositivo sirva como controlador de juegos;
3) Sound on Display (SoD) que hace innecesarios los altavoces al hacer que toda la superficie de la pantalla actúe como tal;
4) Under Panel Sensors (UPS), probablemente la más llamativa, prevé que un sensor, o un objetivo, queden ocultos bajo la pantalla para hacerse visibles sólo cuando vayan a usarse.
Este cuarteto de innovaciones reúne los requisitos para asombrar al público, pero que la reunión tuviera como escenario Shenzhen – ciudad sede de su principal competidor –apunta una segunda motivación: atraer aliados chinos hacia su campo ayudaría a marginar a Huawei.
Año tras año, la SDC ha ganado en audiencia y caudal de novedades aumenta su audiencia y el caudal de innovación. Ediciones anteriores tuvieron como eje el desarrollo de software para sacar partido de las pantallas curvas o el puntero S Pen. Este año, el tema estrella ha sido la inteligencia artificial: el mensaje dice que Bixby no es un asistente personal como otros. Lo que empezó siendo un proyecto de interfaz inteligente, se ha trasmutado en una plataforma – también inteligente – sobre la que apoyar la renovación de productos y servicios de la marca coreana.
Samsung no ha lanzado todavía al mercado el speaker Galaxy Home del que lleva tiempo hablando. No importa mucho, porque ese mercado está lejos de la mayoría de edad. Pero el software de Bixby está disponible en los smartphones S8 y S0, en las Smart TV y en ciertos modelos de refrigeradores de Samsung. Por su lado, el Bixby 2.0 del que se habló en primicia en San Francisco, es fruto de Vivi Labs, empresa que los creadores de Siri, Adam Cheyer y Dag Kittlaus, fundaron tras extinguirse su compromiso con Apple y que fue adquirida por Samsung en 2017.
El objetivo es ampliar el alcance de Bixby. Empieza por añadir cinco idiomas adicionales (entre ellos el español) pero para todo es preciso contar con los desarrolladores. Entonces, para hacerles más fácil la tarea de crear servicios escalables – que en su caso llaman ´cápsulas` – ha anunciado Bixby Developer Studio, una colección de herramientas cuyo interés está en que permite embeber inteligencia en casi cualquier dispositivo de la marca. Una frase de DJ Koh es reveladora: “nos preparamos a conciencia para incorporar inteligencia artificial en más de 500 millones de dispositivos”.
[informe de Pablo G. Bejerano]