Mucha gente supone que el suministro de equipos de acceso para las redes 5G es un coto compartido por tres fabricantes: Huawei, Ericsson y Nokia. No es exactamente así: el terceto acumula “sólo” el 78% del mercado mundial, según la consultora Dell´Oro. El cuarto del ranking es Samsung, o lo era a finales de marzo, con el 10,2%, adelantando a ZTE, que se queda en quinta posición. Quedaría por añadir que el acelerón de Samsung se debe a los despliegues de los tres operadores de Corea del Sur, su país, que han favorecido a la empresa compatriota. Es altamente probable que la tabla vuelva a moverse el año entrante, a medida que se consume la expulsión de Huawei de más mercados europeos.
Siendo desde hace años número uno del mercado de smartphones, puede sorprender que Samsung no haya alcanzado predicamento como proveedor de redes. Sin embargo, empezó tempranamente, a finales de los 70 mediante una adquisición en Corea, que luego pudo combinar con su probada capacidad de producir semiconductores.
El error de los primeros años fue la apuesta por Wimax, una tecnología inalámbrica que sólo caló – parcialmente – en algunos mercados asiáticos y latinoamericanos, por lo que acabó abandonándola, aunque de todo se aprende. Al decantarse luego por CDMA y no por GSM, la división Samsung Networks quedó fuera de juego en Europa, hasta que pudo reengancharse con 4G. Aunque, para entonces, el mercado estaba sustancialmente repartido.
La llegada de las redes 5G ha abierto nuevas perspectivas a Samsung, tanto más cuanto que la guerra comercial de Donald Trump se ha cebado con Huawei. Por fin, Samsung ha encontrado camino firme: en septiembre, se anunciaba un acuerdo con Verizon por 6.600 millones de dólares para el suministro de equipos RAN hasta 2025. A la suculenta cifra del contrato se une el soplo de reputación que recibe como proveedor del mayor operador de telefonía móvil en Estados Unidos, descabalgando así a Nokia.
No ha sido un disparo fortuito. La coreana llevaba tiempo aproximándose a Verizon sobre los planes 5G (celular y fijo inalámbrico) poniendo sobre la mesa su tecnología de virtualización, pero siempre se la había considerado como una tercera opción, hasta que saltó la liebre. Esto implica ponerse en el escaparate del mercado RAN con una tecnología considerada carrier grade.
Antes de la buena nueva se intuía que Samsung estaría en una carrera ampliada de tres a cinco competidores (quizá más) únicos que pueden suministrar a la vez RAN y núcleo de red. La compañía coreana apuntaba maneras cuando logró un contrato por 1.200 millones de dólares para equipar la red 4G de Reliance Jio, operador indio que siete años después parece dispuesto a encomendarle la quinta generación. Es una prueba de confianza basada en la experiencia, pero también un reto por dos motivos: el tamaño del mercado (el mayor después de China) y la celeridad de despliegue que se presume de este operador.
En febrero de este año, firmó otro acuerdo de 4G y 4G con US Cellular, un operador menor para la escala estadounidense pero que no puede permanecer impasible mientras los grandes protagonizan el crecimiento. A diferencia de su estrategia en los dispositivos, Samsung no tiene la pretensión de abarcar el mundo entero, pero tiene contratos en mercados tan dispares como Japón (KDDI) y Canadá (Telus). Con Telefónica tuvo experiencias muy apreciadas en Chile y Argentina, luego interrumpidas.
La desventaja de Samsung en Europa tiene raíces históricas. Al no haber seguido la estela de GSM – desarrollo europeo de principios de los 80 – se quedó fuera de las redes 2G y 3G y por esta razón no ha podido ofrecer compatibilidad intergeneracional a los operadores de 4G. Este problema podría ser importante, ya que se estima que 2G (no así 3G) tendrá larga vida como soporte de redes M2M e IoT, que no requieren de un ancho de banda superior. Para ello, ha encontrado socios tecnológicos complementarios.
En Samsung se rezuma optimismo acerca del mercado europeo. Samsung puede ser una opción fiable para aquellos operadores que tendrán que reemplazar sus estaciones base de Huawei y no quieran hacerlo con su otro suministrador actual, ya sea Nokia o Ericsson. Un claro ejemplo es Orange, en cuya infraestructura francesa no hay rastro de Huawei pero que está presente en su operadora en Rumania, donde ha contratado a Samsung la renovación de la red 4G. Por su lado, Bouygues Telecom, al que el gobierno Macron ha indicado la conveniencia política (sic) de desmontar unas 3.000 estaciones 4G de Huawei, se ha decantado por la tecnología coreana como sustituta de la china.
El contrato con Verizon ha causado impresión en Europa como aval de la solución de Samsung para la virtualización de las redes. Que se ve reforzado por su alianza con VMware para colaborar en la implantación de la plataforma Telco Cloud de esta compañía. Sobre el papel, esta es una vía de diversificación de proveedores y empresas como Samsung, con menor cuota de mercado, tienen la posibilidad de aumentarla
En cierto modo, la menor antigüedad de Samsung puede ser una ventaja: mientras los grandes de la industria tienen como hábitat original el hardware, la compañía coreana no tiene remilgo alguno para sumarse al auge que ha adquirido últimamente el movimiento Open RAN. Al menos sobre el papel, este “esperanto” apoyado en componentes estandarizados, hace posible que los equipos de un fabricante se entiendan con los de otro.
Uno de los reclamos de la solución vRAN, con la que Samsung propone la apertura del acceso radio, es la capacidad de compartición dinámica de espectro (DSS, en la sigla inglesa) y que permite ganar tiempo en espera de la consolidación de frecuencias. La propuesta de Samsung incluye la virtualización “completa” de la banda base, lo que supone no estar atada a ningún hardware en particular, y de las unidades de radio.
La estrategia de Samsung Networks no pierde de vista el negocio que van a significar las redes corporativas basadas en 5G. Esta nueva generación abre oportunidades de ampliación del mercado. En un comunicado reciente, la compañía explica que en un futuro muy próximo las empresas estarán habilitadas para disponer de 5G, que les proporcionarán más velocidad de conexión y capacidad de respuesta prácticamente instantánea para competir en sus respectivos mercados”. Sin embargo, no se conocen acciones comerciales para entrar en ese mercado, que podría dar lugar a situaciones conflictivas con los operadores establecidos.
En definitiva, la estrategia dictada desde Seúl parece indicar que Samsung está abierta a todas las posibilidades: 1) llegar a acuerdos para integrar 2G y 3G en su tecnología más reciente; 2) ofrecer soluciones LTE para sustituir redes que en origen fueron suministradas por Huawei; 3) moverse hacia las redes 5G corporativas; 4) tener preparada una oferta Open RAN y 5) estar a tiro para cuando despegue realmente Internet de las Cosas. Más que con balas, Samsung parece dispuesta a disparar perdigones. De momento, ya ha conseguido ser tomada en serio por sus competidores.