Viviane Redding
A la vista de las circunstancias, poco propicias para inversiones de difícil financiación y retorno lejano, la Comisión Europea ha decidido dejar para el año próximo – por tanto, con otra composición, ya que su mandato se extingue en octubre – la aprobación de una norma, con valor de recomendación a los Estados miembros, acerca de las redes de nueva generación (NGN). La Comisión sigue pensando, por supuesto, que las infraestructuras de fibra óptica son la clave del futuro de las telecomunicaciones, a la vez que constata que los despliegues son más lentos de lo necesario y, en cualquier caso, van por detrás de Estados Unidos y mucho más de Japón y Corea del Sur.
La inversión necesaria para alcanzar los objetivos de la CE – unos 300.000 millones de euros, según cálculos de McKinsey – es la principal barrera en la que se frena el despliegue de las NGN. La industria aguarda que el impulso venga de Bruselas y que los reguladores nacionales cojan el relevo. El año pasado, antes del estallido de la crisis, el borrador de recomendación postulaba como mejor fórmula para incentivar las inversiones la autorización de tarifas premium, que acotaría el riesgo de los operadores dispuestos a hacer el esfuerzo.
El borrador ha sido criticado por los operadores alternativos y elogiado por los incumbentes. Hasta ahí, todo conforme a lo previsible. Pero el cúmulo de polémicas que han rodeado la discusión del paquete de reforma de las telecomunicaciones, del que la recomendación formaría parte, seguidas de las elecciones europeas y del período de selección de una nueva Comisión, han aconsejado dejar a otro equipo la patata caliente.
Una incógnita se proyecta sobre el futuro del programa de reforma: ¿ocupará la comisaria luxemburguesa Viviane Reding la cartera a cargo de las telecomunicaciones? Controvertida como pocos de sus colegas del equipo de José Manuel Barroso, su futuro parece estar vinculado a la permanencia del político portugués en la presidencia de la Comisión. La otra comisaria que ha tenidos sus más y sus menos con el sector, la holandesa Neelie Kroes, parece tener un puesto asegurado en el futuro ejecutivo comunitario.