3/08/2015

Quien invierta en TIC, vencerá (lo dice Huawei)

Ahora que 2020 parece estar al alcance de la mano, hay que mover el horizonte de las predicciones tecnológicas al uso. Cinco años serán suficientes. En 2025, habrá 8.000 millones de smartphones y 100.000 millones de objetos enredando en el universo de Internet de las Cosas (IoT). Sensores miniaturizados y geo-etiquetas se integrarán en cada ‘cosa’: máquinas de café, prendas de vestir, coches, contenedores… Una vez conectadas, hablarán entre sí y con su entorno, y esos impulsos de conversación harán que el mar de datos se convierta en océano. Aprovechar esta realidad determinará el destino de las naciones. Es la contundente conclusión del Global Connectivity Index, publicado por Huawei.

Puede que a alguien le resulte chocante leer esa conclusión bajo el logo de un fabricante chino. Chocante, pase. Sorprendente, no. A diferencia de otros estudios periódicos, debidos a competidores no menos interesados en el avance de las TIC, como Ericsson o Cisco, el estudio promovido por la compañía china va al grano con una observación geopolítica: un aumento del 20% en la inversión en TI conduce a un crecimiento del 1% en el crecimiento del PIB de un país.

Con este telón de fondo, el estudio establece un ranking dividido en tres segmentos [en esto no es original: líderes, seguidores y principiantes]. Interesará al lector saber que España, considerada a todos los efectos como una economía madura, no sale bien parada en la clasificación.

La evolución hacia una economía digital es un fenómeno imparable, “guste o no”, advierte Huawei en su ´Global Connectivity Index 2015: benchmarking digital economy transformation’. La tesis puede resumirse así: la rápida extensión de corrientes llamadas cloud computing, big data/analytics (en adelante BDA), la evolución de los centros de datos y la movilidad ha propiciado el entorno TIC que impulsa el IoT como el factor que más está conmocionando la economía de los países y que será determinante en los próximos años.

El requerimiento básico para IoT, la conectividad, llegará a ser prácticamente ubicua, el coste de los sensores se reducirá a la mitad y el de procesamiento de información se dividirá por siete antes del 2025. En otras palabras, los sensores se desplegarán con una tasa de crecimiento de casi 2 millones a la hora (48 millones diarios) hasta totalizar 100.000 millones de dispositivos instalados, conectados y gestionados autónomamente dentro de diez años. Se expresa con esta frase: «No navegamos por Internet, es Internet quien nos navega y nosotros lo permitimos”.

Mientras la creciente disponibilidad (penetración) de conectividad y servicios en tiempo real es posible gracias a una banda ancha (sobre todo móvil) progresivamente más asequible, el procesamiento de datos evoluciona hacia un BDA predictivo, pero se producirán muchos otros cambios. Algunos están en los párrafos siguientes, en los que no se sabe si admirar más el entusiasmo o la audacia para expresarlo.

Los negocios se llevarán a cabo en la “periferia de las redes” fomentando el lanzamiento de nuevos servicios, fuentes de datos, repositorios, sistemas albergados en la nube y la necesidad de expandir los negocios a un mayor número de regiones geográficas. La mayoría de las aplicaciones BDA residirán en cloud computing para permitir no sólo correlaciones de datos, sino pronósticos y análisis precisos que impregnarán la relación en todos los ámbitos de la vida.

Buena parte de los automóviles dispondrán de un modo de conducción autónoma, y se generalizarán los servicios que caben bajo la fórmula Transportation-as-a-service [¿TaaS?]. Los vehículos autónomos desplazarán al segundo y tercer coche en propiedad, lo que ayudará a reducir la congestión del tráfico en las ciudades en un 10%. Por qué 10% y no 12% o cualquier otro porcentaje menos redondo, es algo que no llega a explicarse en el documento.

Los gobiernos proveerán a los ciudadanos experiencias de conectividad en la calle. La infraestructura urbana conectada – plazas de aparcamiento, farolas de alumbrado, papeleras – suministrará conectividad e información a ciudadanos, turistas, empresas y servicios municipales. Otros activos como los vehículos de policía o los autobuses de transporte público formarán parte de la infraestructura de información de la ciudad para capturar y diseminar datos de utilidad pública.

Un turista recibirá información personalizada a través de su wearable sobre cupones de oferta en las tiendas más cercanas, el mejor itinerario hacia un destino, el medio de transporte más adecuado, alertas sobre eventos basados en sus preferencias, información histórica sobre una ruta determinada, video spots y rutas en 3D sobre los atractivos de la ciudad.

Los ciudadanos conectados se comunicarán con rapidez con los gestores municipales. Las informaciones sobre el tiempo, eventos, patrones de tráfico, accidentes y agendas personales estarán disponibles desde un gadget y ahorrarán tiempo y emisiones de CO2. Multitud de apps facilitarán la recepción de alertas de recogida de basuras o de pagos online y comunicarán al municipio la rotura de una cañería o los defectos en una calzada.

Para los trabajadores municipales, conectarse entre sí, con sus centros de operación y con otros departamentos de gestión será la norma. Las ciudades se integrarán en nubes compartidas donde los datos podrán centralizarse de diferentes formas y quedarán accesibles a distintos niveles de gestión, lo que permitirá la coordinación necesaria en caso de emergencias o celebración de grandes eventos.

Para 2025, el segmento de personas mayores de 65 años constituirá el 10% de la población global, según ha calculado la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, para esa fecha los sensores dedicados a monitorizar la salud serán más pequeños y baratos y recogerán múltiples datos biométricos. El uso de estos dispositivos facilitará las visitas médicas no presenciales con los consiguientes ahorros. El 85% de las organizaciones sanitarias invertirá en aplicaciones móviles, wearables, sistemas de monitorización remota y cuidados virtuales para controlar la espiral de costes sanitarios. Más adelante, el diagnóstico de enfermedades será completado en minutos por robots y la medicación (ajustada al ADN de cada paciente) se prescribirá y dispensará (o se imprimirá en 3D) a cada hogar o en la farmacia más próxima.

Los productos se transformarán en “productos inteligentes y conectados” creando así una nueva era industrial basada en servicios y en fórmulas de suscripción. Y la conectividad permitirá información analítica que fluirá en todas las fases de la cadena de suministro. Consecuentemente, la IoT mejorará los procesos de fabricación y las estrategias de marketing y de servicios postventa cambiarán para siempre. Sin embargo, el cambio más importante que producirá IoT se fraguará en el enorme incremento de los contactos con los consumidores.

Dentro de diez años, cerca del 55% de los ´casos de uso` de IoT estará orientado hacia la empresa [fabricación inteligente (15%), ciudad inteligente (12%), utilities inteligentes (10%) y otros (18%)], con grandes inversiones dirigidas a obtener ganancias de productividad, gestión de activos y ventajas competitivas. El otro 45% se enfocará a los consumidores [hogar inteligente (18%), estilo de vida o bienestar inteligente (22%), coche conectado (5%)].

El impacto positivo que un mundo-conectado puede tener sobre la sociedad y la economía de un país resulta evidente en la primera parte del estudio. Después del arrebato futurista, cambio de autores o cambio de método. El estudio pasa a apoyarse en mediciones de factores como la oferta y la demanda de TIC, las experiencias de uso y su potencial (inversión en I+D, talento, innovación), que no solo podrían determinar la salud económica de un país en relación con otros, sino predecir su futuro haciendo uso del Global Connectivity Index (GCI), un análisis comparativo de 50 países que proporciona métricas para dividirlos en tres grandes fases de desarrollo.

Genéricamente, el GCI de Huawei pone de relieve que el crecimiento del 20% en inversión TIC aumenta el PIB de un país en un 1%. E identifica las cinco tecnologías facilitadoras de la transformación digital (centros de datos, servicios en la nube, BDA, banda ancha e Internet de las Cosas), «en las que hay que centrar las inversiones con el fin de transformar de la manera más eficiente una economía en la era digital”.

Estados Unidos, Suecia, Singapur y Suiza encabezan la lista de los países líderes. Disponen ya de un buen suministro de conectividad, pero lo consustancial es que han impulsado la demanda y mejorado la experiencia de uso, además de contar con el mejor potencial en términos de patentes tecnológicas, talento en recursos humanos y gasto en I+D, mientras que los seguidores y principiantes están todavía principalmente enfocados al desarrollo del suministro (infraestructuras). En general, las economías maduras tienden a gastar un 3% del PIB en inversión TIC.

Chile, China y los Emiratos Árabes Unidos encabezan los mercados emergentes caracterizados por una fuerte adopción de la movilidad, que a menudo es comparable con la de los mercados desarrollados. Sin embargo, están por detrás en inversión en centros de datos (tres veces menos que en los países líderes) y en otros elementos básicos de la infraestructura TIC, como la nube.

Un eslabón especial lo forman España, Italia, República Checa y Portugal. Según los indicadores habituales, los cuatro serían considerados países maduros, pero sus puntuaciones les hacen caer en el cluster de los Seguidores. Lo que demostraría, según el estudio, “que sus líderes empresariales y políticos no están visualizando correctamente el proceso de transformación digital en marcha”.

Curiosamente, esos países son maduros porque cuentan con una fuerza de trabajo formada y un gasto en I+D que excede la media de su grupo. Pero los cuatro no cumplen mejor que los Principiantes un requisito como las patentes TIC, lo que significa que su talento tecnológico opera sin el sustento de una estrategia sólida. Al menos, España sale mejor librada que sus compañeros de grupo: está encuadrada en el puesto 17 del GCI, con una puntación de 55 y encabeza su segmento justo por encima de Italia, Portugal, Chile, República Checa, UAE y China. Así que pasen diez años.

[informe de Lola Sánchez]


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