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  18/06/2010

Queremos tanto a Linux

Abundan, y más que abundar proliferan, los grupos, consorcios, alianzas y coaliciones conformadas por empresas de primer rango y cuyo objetivo común es disciplinar los desarrollos que se hacen sobre Linux, una galaxia con tendencia a la dispersión. Acaba de nacer una organización sin fines de lucro, Linaro, que responde a ese perfil. Su propósito declarado es «reducir la complejidad y el time-to-market del software escrito en Linux para dispositivos móviles» construídos sobre la arquitectura ARM. Los socios iniciales son seis compañías de semiconductores (IBM, Samsung, Freescale, Texas Instruments, ST-Ericsson y la propia ARM), con el entusiasta apoyo de una de software: Canonical/Ubuntu.

Ha faltado tiempo para que en Internet se manifestaran unos cuantos zelotes, siempre atentos al riesgo de que el movimiento open source pueda ser abducido por corporaciones ajenas a su espíritu original. Les ha respondido indirectamente Mark Shuttleworth, el respetado creador de Ubuntu, quien en su blog describe Linaro como una “vía constructiva” para reducir la fragmentación sin erosionar la diversidad del ecosistema móvil de Linux. El diagnóstico de Shuttleworth es explícito: “históricamente, la plataforma ARM ha tenido rasgos de  fragmentación: múltiples CPU basadas en diferentes variantes de procesador fabricadas por  empresas diversas, lo que ha obligado a desarrollar software específico, a lo que se ha sumado una nueva fuente de fragmentación, Android”.

Los socios de Linaro han dicho claramente que su intención no es promover una nueva distribución de Linux, ni competir con variantes existentes como Android, MeeGo o LiMo. Simplemente, combinarán sus recursos de ingeniería open source – unas 100 personas y «decenas de millones de dólares» – para impulsar proyectos de interés recíproco con una norma básica: deberán acabarse como máximo en plazos de seis meses, un objetivo loable a la vista de algunas experiencias.  El foco se pondrá en el middleware de los sistemas basados en arquitecturas ARM. Por tanto, se espera que distintas distribuciones acojan las aportaciones de Linaro.

Tradicionalmente, las comunidades open source se han centrado en resolver los problemas de software para una gama limitada de plataformas de hardware. En el caso de los dispositivos móviles, esa gama se ha disparado, y la única iniciativa para poner orden procede de Google, que pretende homogeneizar su plataforma, a pesar de que, nominalmente, Android es el fruto de una alianza variopinta. Por su volumen, Android podría convertirse de facto en el estándar Linux para dispositivos móviles, agravando aún más la marginalidad de LiMo. Llegado este punto, ARM parece temer que su arquitectura, adoptada por prácticamente todos los fabricantes de móviles, pueda acabar condicionada por las conveniencias hegemónicas de Google. 

En los móviles y smartphones, ARM es virtualmente imbatible desde que Intel equivocó su estrategia. Pero esta podría reincorporarse a la competición si se concretan los rumores sobre su interés en comprar la rama correspondiente de Infineon. Mientras esto ocurre, ¿qué pasa con los tablets, en los que el juego está abierto? El iPad, ya se sabe, lleva un procesador basado en ARM, mientras una plétora de competidores se preparan para salir al mercado, con alternativas de sistema operativo y procesador. Intel ya está en harina, con una versión optimizada de Atom que podría funcionar bajo Linux o Windows. Una singularidad de Linaro es que, pese a su identificación con ARM, resultaría escandaloso excluir a priori al nuevo MeeGo, variante de Linux respaldada por Intel. De palabra, tiene las puertas abiertas. 

Resulta imposible no sospechar que Linaro es, en realidad, una alianza contra Intel (en la que sólo falta uno de sus enemigos: Qualcomm). Está a punto de desbrozarse un vasto mercado, que integrará microprocesadores en la electrónica de consumo, empezando por los televisores [ya hay varios que incorporan chips diseñados por ARM] y sus accesorios. Para preparar este futuro, Intel ha comprado Wind River, gran especialista en software para sistemas embebidos, lo que le da una cierta ventaja frente a los amigos de ARM.


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