27/03/2019

“Pleitos tengas y los ganes” [AAPL vs. QCOM]

Tal vez 5G consiga lo que no ha conseguido el sentido común, que Apple y Qualcomm dejen de pelear en los tribunales de California y pongan fin a sus pleitos cruzados. La escalada recíproca está causando una merma en las capacidades tecnológicas, comerciales y/o financieras de dos compañías genuinamente estadounidenses, lo que en ciertos círculos lleva a sugerir la necesidad de un pacto extrajudicial con el fin de frenar a un  enemigo común, Huawei. La situación ha llegado a ser tan enmarañada que cualquiera sea la sentencia, sin duda el perdedor la recurrirá y – se ha visto en siete años de batallas entre Apple y Samsung – los  ganadores serían los abogados, por mal nombre picapleitos.

Cada vez está más claro que cada compañía tiene motivos que justifican demandar a la otra, pero con una cierta dosis de hipocresía han elegido el peor momento para ir a los tribunales. Con estos pleitos cruzados han roto múltiples acuerdos de suministro de componentes y cesión de patentes que han durado tantos años como a ambas les han interesado. El pretexto para el cisma es la llegada de 5G.

Si el tribunal que preside la honorable juez Lucy Koh – curtida en estos asuntos tras haberse encargado de sucesivos juicios entre Apple y Samsung – determinase que Qualcomm cobra demasiado por los  royalties y derechos económicos de algunas de sus patentes al asociarlos con los componentes que diseña y comercializa – en esencia, este es el argumento de Apple – se vería forzada a rectificar su política de licencias y a reembolsar a su antiguo cliente lo que este dice haber pagado de más. Con dos consecuencias económicas agregadas: una eventual multa y una seguidilla de reclamaciones de otros clientes.

Desde el principio, Qualcomm se ha mantenido inflexible en su posición que resume como ´no license, no chip`. Inequívocamente, esta fórmula vincula dos elementos distintos pero que son la llave maestra de su modelo de negocio. Tanto que en la práctica coinciden con las dos ramas de la compañía (QTL y QTI). Todo indica que Apple esperaba que otro suministrador – acaso Intel – fuera instrumental para liberarse de la atadura con Qualcomm.

No ha habido tal liberación pero, entretanto, el proceso se ha ido complicando porque afecta al núcleo del régimen comúnmente aceptado por el que se retribuye la propiedad de patentes. Un régimen que en la industria de la telefonía móvil tiene especial complejidad, tantas son las compañías con derechos de reconocidos sobre aspectos particulares de la tecnología; en algunos casos son deudores de la tecnología CDMA sobre la que se construyó Qualcomm en los años 80 y que no ha perdido vigencia.

Con el advenimiento de 5G este paisaje se ha trastocado. Han sido aprobadas nuevas especificaciones internacionales, que recogen y sintetizan las generaciones anteriores. Hasta ahora, los derechos sobre patentes y los pagos correspondientes de los fabricantes de dispositivos se han mantenido vivos sin mayores conflictos: se sobreentendía la existencia de continuidad tecnológica. Sobre esta base, cuando alguna compañía innova en un determinado aspecto y registra la patente, obtiene una ventaja para reclamar el pago de royalties a los fabricantes que incorporen su mejora a sus dispositivos. Esta es una explicación sumaria – muy sumaria – de la febril carrera en la que Qualcomm lleva la delantera.

En el caso particular de los iPhone, Apple ha diseñado internamente y contratado fuera, ora a Samsung ora a TSMC, la fabricación de su procesador de aplicaciones, equivalente a la CPU de un ordenador. Pero un teléfono móvil no vale de nada sin el procesador de banda base, o módem, que gobierna las comunicaciones con la red. Hasta 2016, año de lanzamiento del iPhone 7, Apple adquiría exclusivamente a Qualcomm todos los módem que necesitaba; pasó a comprar una cierta cantidad a Intel a la que en 2018 convirtió en suministrador único.

Hay que tener en cuenta que cuando Apple lanzó su primer iPhone, en 2007, no soportaba 3G hasta que un año después añadió el módem de Qualcomm, cuando ya no era ninguna novedad. Tampoco se dio prisa con 4G, pero la marca estaba en la cresta de la ola. Las circunstancias son más peliagudas con 5G. Apple no tendrá un smatphone 5G disponible como mínimo hasta mediados de 2020. Mientras, el operador Verizon promueve servicios con redes 5G en varias zonas de Estados Unidos con un móvil de Motorola (que en realidad es 4G) al que ha adosado un módem X50 de Qualcomm que lo hace voluminoso pero nadie le quita la primicia. Por su lado, se supone que Samsung y Huawei, grandes rivales de Apple, van a comercializar sendos smartphones 5G en verano con el final de marcar territorio.

Qualcomm entrega  desde hace semanas el módem X50, anunciado en noviembre, pero en el Mobile World Congress de febrero ya anunció el X55, que soporta múltiples frecuencias y estará disponible en verano para, en versión integrada (quizá con distinto nombre) en la primavera de 2020.

No se sabe cuándo tendrá Intel un módem 5G en condiciones de competir con el de Qualcomm. El misterio ha dado cancha al rumor según el cual su diseño actual consume demasiada  energía por lo que antes tendrá que resolver sus problemas de fabricación con la tecnología de 10 nanómetros. Mientras tanto, el chip de Qualcomm ya lo fabrica TSMC con tecnología de 7 nanómetros. Durante el MWC, Intel ha sugerido que tendrá disponible el suyo a finales de este año, pero ni la fecha es firme ni está demostrado que sea competitivo.

Esta incertidumbre resulta dramática para Apple. Si por alguna razón Intel no tuviera a punto el módem 5G a finales de 2019, difícilmente estaría en condiciones de presentar un iPhone 5G en el otoño de 2020. Este retraso, de más de un año con respecto a sus competidores, pondría en evidencia una inusitada fragilidad. El conflicto con Qualcomm le impediría acudir a esta y, evidentemente, tampoco podría contar con Huawei como alternativa. Hasta donde se puede ver, sólo le quedaría le opción del módem desarrollado por Samsung Electronics, pero no es una idea que entusiasme en Cupertino.

A Qualcomm no le hace ningún favor andar a la greña con Apple. Aparte de perder un cliente con el que ha ganado mucho dinero, corre el serio peligro de una multa multimillonaria y de que le obliguen a recortar los royalties que cobra tanto a Apple como al resto de la industria. Perdería capacidad de innovación al contar con menos recursos para I+D y de rebote su capitalización bursátil caería.

El pleito, que Apple inició porque no quería pagar tanto dinero por las patentes de Qualcomm, ha llegado a un punto en el que se pondría en cuestión la superioridad tecnológica de ambas partes.

Esta situación ha saltado las alarmas en al menos dos departamentos – Defensa e Industria – de la administración estadounidense, que abogan por que la Federal Trade Commission FTC abjure de su acusación a Qualcomm coordinada con Apple. El colmo de la incoherencia ha consistido en que esta agencia federal convoque como testigo a Huawei, que también se queja del alto precio que le factura Qualcomm por ciertas patentes.

No vaya a ocurrir, sugieren los analistas, que al final de este lío se ponga en riesgo la seguridad nacional del país en un asunto tan caro a Donald Trump. Crece la presión para que Apple y Qualcomm se pongan de acuerdo en nombre de altos intereses nacionales. De momento, la juez Koh espera el veredicto del jurado.

[informe de Lluís Alonso]


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