Apenas han pasado veinte semanas desde la vuelta de Pat Gelsinger a Intel, ahora como CEO, pero su impacto ya es visible en la estrategia y en la organización de la compañía. En un contexto competitivo delicado, Gelsinger predica que “la industria de semiconductores tiene por delante como mínimo diez años expansivos“. En consonancia, confirma que Intel invertirá 20.000 millones de dólares para construir una planta en Arizona. Además, sugiere que antes de acabar el año podría anunciar otra, que tal vez se instalaría en Europa. Lo que es perfectamente compatible con la voluntad explícita de contratar a terceros [¿TSMC?] la producción de ciertos productos cuando sea económicamente oportuno.
El modelo integrado de fabricación ha dejado de ser intocable, pues. Su antecesor, Bob Swan, cayó atrapado entre el peso de la tradición y las presiones de inversores activistas, pero Gelsinger tiene la auctoritas que hace falta necesaria para dar ese paso y otros. Entre estos, ha convencido a otros veteranos como él de regresar a filas y ocupar puestos clave en la nueva estrategia.
Ya se conoce una primera reestructuración, a la que seguirán otras. Es razonable su previsión sobre el futuro expansivo de la industria, pero Intel se enfrenta ahora mismo a la influencia creciente en el mercado de dos competidores de fuste: AMD y Nvidia. El primero le persigue fieramente en el mercado de procesadores para centros de datos, el segundo le saca ventaja en el de procesadores gráficos.
Esto explica la urgencia de reorganizar la compañía introduciendo nuevas prioridades. “Confío en que los cambios anunciados servirán para alinear el organigrama con los objetivos”, ha escrito el CEO en un memorando a los empleados. De inmediato, ha procedido a agrupar en una estructura unificada funciones hasta ahora separadas: por simple adición, se llama Manufacturing, Supply Chain y Operations.
La intención es combinar las capacidades propias de fabricación con la prevista externalización, pero la novedad rompedora es la creación de Intel Foundry Services, nueva rama que evidencia la voluntad de fabricar para terceros. En el equipo de esta unidad de nueva creación se produce un fichaje que ha llamado la atención: Hong Hao, alto directivo de la filial estadounidense de Samsung Electronics, se incorpora a Intel con el rango de VP corporativo.
Son cambios relevantes, como se puede ver, pero el movimiento más significativo no es de entrada sino de salida. El hasta ahora poderoso jefe de Data Platforms Group, Navin Shenoy, abandonará el martes próximo la compañía. Su marcha destaca por tres razones: a) era miembro del comité ejecutivo, b) a mediados del 2018 se le consideró candidato a la sucesión de Brian Krzanich, tras la destitución de este como CEO y c) su salario fue en 2020 el tercero más alto de la compañía.
Shenoy paga el pato de la impotencia de Intel ante las dificultades para cumplir con el lanzamiento de la tercera generación de procesadores Xeon Scalable, más conocida como Ice Lake. El retraso de este chip, el primero de la compañía fabricado con tecnología de 10 nanómetros, ha sido decisivo para que AMD arrebate a Intel más de ocho puntos porcentuales en el mercado de CPU para servidores, su segmento más rentable.
Por consiguiente, el existente Data Platforms Group se escinde en dos bloques: Datacenter and AI Group será dirigido por Sandra Rivera, ya conocida de este blog y Network and Edge Group, dado el obvio interés en estos negocios emergentes. La responsabilidad de Rivera abarcará los productos Xeon y FPGA, más la IA procedente de la adquisición de Habana Labs en 2019.
Según el anuncio, la misión de Sandra Rivera es todo un reto: nada menos que “asegurar el liderazgo de Intel en los productos para centros de datos en un mundo que evoluciona hacia la nube”. En su equipo destaca con méritos propios Guido Appenzeller como CTO del grupo: durante cuatro años, Appenzeller ocupó un cargo análogo en VMware a las órdenes de Gelsinger.
El repaso del organigrama ofrece otra novedad trascendente, la creación de un Software and Advanced Technology Group, que será liderado por Greg Lavender, como VP y director general. El interés de la noticia viene de que Gelsinger ha convencido a Lavender para abandonar su puesto en VMware con el encargo – según el memorando – de “desarrollar en Intel una visión unificada del software, pieza clave para la diferenciación competitiva de la compañía”.
Una de las asignaturas duras para Intel es dar respuesta proporcional a la ofensiva de Nvidia. Nace una unidad de negocio, Accelerated Computing Systems and Graphics Group [abreviado AXG], a cuyo frente estará Raja Koduri, a quien Gelsinger colma de elogios. La carrera profesional de Koduri ha oscilado entre AMD y Apple, hasta que fue fichado por Intel en 2017. En lo inmediato, le toca afianzar Ponte Vecchio, la solución de GPU para datacenter con la que Intel pretende asaltar la fortaleza de Nvidia en los aceleradores gráficos para servidores y sistemas de alto rendimiento.
Los analistas de mercado han querido ver en estos nombramientos una señal de que la primera prioridad del CEO es recuperar el terreno que Intel ha cedido a los competidores en el negocio de los datacenter, segmento que ha cerrado el primer trimestre con caídas del 20% en ingresos y del 64% en beneficio operativo. Los nuevos responsables del área reportarán directamente a Gelsinger y de ellos dependerá en buena medida el juicio de los inversores sobre el acierto de su elección como CEO.
[informe de Mario Kotler desde San Francisco]