En los pasados dos meses, los grandes de la tecnología han comprado empresas por un monto superior a 10.000 millones de dólares. Esta actividad de M&A se calienta por momentos, y si bien el número de víctimas potenciales es casi infinito, el elenco de compradores está concentrado: entre finales de 2007 y diciembre pasado – en lo peor de la recesión, hasta nuevo aviso – las diez compañías más ricas del sector aumentaron sus reservas líquidas un 48%, hasta 210.000 millones de dólares, según un análisis de IQ Capital. Mientras, las otras 65 del sector que figuran en el índice S&P 500, sumaban 118.000 millones, un 13% más. Cuando la compañía A adquiere la compañía B, es por una (o más) de las siguientes razones: para incorporar una tecnología que posee B, para entrar en un nuevo mercado, engrosar el catálogo o captar clientela, para evitar que C o D se anticipen con una oferta de compra. Puede haber más motivos: tener entretenidos a unos accionistas que, si no fuera por estos movimientos, reclamarían un mejor reparto de dividendos. Y otro fundamental, que puede abarcar los anteriores: tal como está el patio, es más fácil engordar por adquisiciones que crecer orgánicamente.