13/06/2017

Para Apple, la música sigue siendo un señuelo

Fueron tantas las novedades que Apple mostró la semana pasada en su conferencia de desarrolladores, que hay diversidad de opiniones acerca de cuál será, en perspectiva, la más importante. Este blog apuesta por HomePod, que unos definen como ´asistente para el hogar` y otros como ´altavoz inteligente`. Interesante discrepancia: por un lado, integra Siri, por otro – al  menos de momento – se centra en la música como reclamo que le permita aumentar sus ingresos por servicios. En realidad, la carrera va más allá, y es de fondo: la inteligencia artificial, en la que Apple apenas ha destacado; tendrá que hacerlo cuanto antes, porque la IA va a marcar la competencia más que ninguna otra tecnología.

Hacía cuatro años que Apple no mostraba nuevo hardware en su WWDC. Esta vez, ha presentado un nuevo iPad Pro, una renovación de la línea Mac y el HomePod. Puede entenderse como una forma de desmentir a quienes dicen que a la compañía se le ha acabado la inventiva, o como un intento de diversificar ingresos,… o todo a la vez. En el fondo está un problema mil veces señalado: los resultados de Apple – y su reputación – dependen en exceso del iPhone. Por esto, la novedad más estratégica es el HomePod. Llega tarde: no estará a la venta hasta diciembre (sólo en Estados Unidos, Reino Unido y Australis), mientras que el Amazon Echo se vende desde 2015 y el Google Home desde finales de 2016.

Para compensar el retraso, Apple se apoya en la música, un ´vertical`que le ha dado excelentes resultados desde el lanzamiento del iPod en 2001. En este caso, la analogía sería más pertinente con el Watch. Si el iPod era de origen un dispositivo musical, el HomePod se vale de la música para diferenciarse. Amazon y Google van al entretenimiento doméstico – con el vídeo como centro de atracción – y esgrimen la IA como señuelo, en el HomePod la música será la puerta de entrada, así como  el Watch usa el deporte como argumento de marketing. Es circunstancial: nadie duda de que la meta de Apple es atacar el entretenimiento doméstico en su totalidad.

Quien haya leído la biografía de Steve Jobs, recordará que al fundador le costó convencer del interés de sustentar la reinvención de Apple sobre el lanzamiento del iPod, que quince años después no pinta nada en la facturación. Pero luego vinieron iTunes y la AppStore, dos pilares de lo que hoy es la compañía. Su mayor adquisición hasta ahora ha sido Beats, en 2014, de la que casi no quedan rastros visibles. Con el anuncio del HomePod, la música vuelve a tener un papel central en su estrategia, pero los analistas se preguntan qué hay más allá en sus planes que justifique llamar Home al dispositivo, puesto que la música es sólo uno de los elementos del consumo doméstico de entretenimiento. Es central, pero es uno.

Embebido en el HomePod, el asistente Siri puede responder preguntas sobre la canción que se está reproduciendo, hacer recomendaciones de viva voz y/o resolver consultas sobre asuntos como el tiempo, la bolsa, los recordatorios, etc. También puede enviar mensajes, pero de momento ahí acaban sus competencias. En cambio, Alexa, el cerebro de Echo, permite pedir una pizza a Domino´s o un coche a Uber; se dice que la plataforma ´inteligente` de Amazon tiene más de 10.000 habilidades (skills) que han sido desarrolladas mayotitariamente por terceros. Por su parte, Goole Home se abrió a los desarrolladores en diciembre y su asistente acumula el bagaje de años de funcionamiento del buscador.

Se espera que Apple anuncie un camiino para que Siri empiece a dotar de más aplicaciones al HomePod, pero no que abra la puerta a Spotify o servicios similares. Según han dicho los asistentes al WWDC, la calidad de sonido del altavoz es sobresaliente: el dispositivo usa sus micrófonos para reconocer el espacio en el que se encuentra y adaptarse en consecuencia.

La pega que los críticos han encontrado es que el HomePod es su precio: 350 dólares, comparados con los 180 del Echo y los 130 del Google Home. Está claro que Apple se dirige a un público fiel, al que le importa poco que un producto de la marca sea más caro que el de la competencia. Por lo tanto, la compañía no tiene por qué sacrificar margen de beneficio, mientras que Amazon se permite perder dinero para que los usuarios de Alexa compren en su tienda, que es la base de su modelo de negocio.

La situación del mercado de estos artefactos es clarísima. El líder es Amazon. Según un estudio de eMarketer, el Echo tiene una cuota del 70,6% en Estados Unidos, aunque Google Home ha conquitado el 23,8% en pocos meses, dejando un modesto 5,6% para ´otros`. Un informe, de Consumer Intelligence Research, aclara los porcentajes: 10,7 millones de Echo vendidas, 2,5 millones en el primer trimestre.

Además de haber llegado antes, una de las claves del éxito de Amazon es su estrategia de colaboración con partners. El asistente Alexa no sólo está abierto a los desarrolladores: otros fabricantes pueden usarlo para crear sus propios altavoces ´inteligentes`, como acaba de hacer Lenovo. Es un poco la política que siguió Google con Android pero no ha querido seguir con Google Home, posiblemente escamada por la fragmentación que sufre su sistema operativo. Assistant, cerebro del dispositivo de Google, sí está abierto a los desarrolladores.  Dicen quienes los han usado que la ventaja de Google es su comprensión del lenguaje natural, en la que Echo tiene despistes.

No están solos, o no lo estarán por mucho tiempo. Microsoft puede esgrimir los 145 millones de usuarios mensuales de su asistente Cortana para buscar aliados, como acaba de hacer con Harman Kardon, una marca bien conocida por los audiófilos. Samsung podría anunciar pronto su propio altavoz ´intelgente`, pero antes tendrá que dotar de credibilidad a Bixby, su asistente para los móviles Galaxy. No está claro, a estas alturas, cómo van a reaccionar a este aluvión marcas reconocidas como Bang&Olufsen y Sonos: lo más probable es que traten de asociarse con uno u otro de los líderes mencionados.

Pero, volviendo a Apple, su auténtico reto excede lo que pueda o no hacer HomePod. Por mucho que recurra a la música para entrar tardíamente a un mercado, la pieza clave de este será la inteligencia artificial, un terreno del que hasta ahora ha hablado más bien poco. Siri usará machine learning para predecir cuánto tardará  el usuario en llegar al trabajo por la mañana o escanearé noticias de viaje desde Safari para hacer sugerencias a otros pardillos. Nada nuevo ni emocionante.

Durante la WWDC, en sucesivos anuncios, las palabras más repetidas por los directivos de Apple fueron machine learning, deep learning y computer vision. Sin duda, expresan una voluntad, pero no es suficiente. Los algoritmos de IA se alimentan necesariamente de la recogida y tratamiento de datos, un aspecto en el que Apple no parece haber trabajado con el mismo ahinco que sus rivales. De hecho, al respetar rigurosamente la privacidad de sus clientes – llegando a entrar en conflicto con las autoridades – puede haber sido un escollo en el desarrollo de sistemas de IA.

Siri sólo almacena seis meses los comandos de voz con un identificador, para entender mejor al usuario; luego, las conversaciones se borran y sólo se guarda una copia «anonimizada». Sería un obstáculo real para que Apple diera información sobre usuatios individuales a las autoridades que lo requirieran. A diferencia de Amazon y Google, que no tiene ese reparo, Apple podría hacer gala de esta característica de su asistente personal. No es grave si sólo se tratara de gustos musicales, pero nadie cree seriamente que la música sea el destino final del dispositivo.

Se ha comentado estos días otro asunto relacionado con la IA, derivado del secretismo de Apple sobre sus proyectos. Sintomáticamente, esto ha hecho que trabajar para la compañía sea menos atractivo para los mejores especialistas en IA del mundo académico, que no podrían publicar en revistas científicas los resultados de su labor en Apple. Contar con ellos no sólo serviría a Apple para profundizar en este campo, sino como un imán para atraer talento.

[informe de Pablo G. Bejerano]


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