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  18/07/2012

Otro año fiscal, nuevo ciclo para Microsoft

“Recuerdo que sentí lo mismo en 1995”. La frase, pronunciada por Steve Ballmer el lunes en San Francisco, es transparente: en agosto hará 17 años de la presentación, casi simultánea, de Windows 95 y Office 95, dos productos que marcaron una distancia definitiva con sus precedentes, y también fue en 1995 cuando Microsoft dio el giro hacia Internet auspiciado por un memorando de Bill Gates. Se puede interpretar que Ballmer aludía al hecho de que el ejercicio 2013, iniciado en julio, verá la renovación simultánea de los tres productos decisivos para la cuenta de resultados de la compañía (Windows, Office y Windows Server) en un contexto marcado por la conversión acelerada al cloud computing.

Steve Ballmer

Steve Ballmer

Es, en todos los sentidos, un nuevo ciclo. La versión definitiva de Windows 8 [versión x86] será entregada a los fabricantes la primera semana de agosto, y los primeros productos empezarán a llegar a las tiendas en octubre; luego será la vez de Windows 8 RT [arquitectura ARM]. En cuanto a Windows Server 2012, anunciado en Toronto hace un par de semanas, aparecerá en el mercado el mismo mes, y previsiblemente por esas fechas estará disponible Office 2013, que Ballmer bendijo oficialmente el pasado lunes.

Cada uno de estas tres familias de productos tiene un papel en la estrategia de Microsoft. De Windows 8 se espera que defienda la hegemonía en los PC y abra, por fin, las puertas del mercado de tabletas; el enemigo es notorio: Apple. Con Windows Server 2012, se da la circunstancia de que domina sin rivales a la vista los centros de datos de empresas, pero pierde pegada frente a VMware, líder de la virtualización. En cuanto a Office 2013, su misión es tender un puente entre la implantación casi universal de la ´suite de productividad` y la arrolladora tendencia cloud cuyo adalid es el otro gran adversario de Microsoft: Google. Los tres tienen una necesidad en común: imponerse rápidamente en sus respectivos mundos, y disuadir a quienes piensan que Microsoft no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos.

A primera vista, la novedad de Office 2013 sería un interfaz táctil que recoge en algunos programas de la suite el estilo Metro, con limitaciones [para evitar el síndrome de reeducación del usuario que acompañó la aparición de Office 2007]. Pero esto es sólo la apariencia: Office se ha rediseñado a fondo para adaptarlo a tres corrientes determinantes en las TI actuales: el interfaz táctil, las redes sociales y el cloud computing. De las tres, tal vez la más significativo sea la tercera. En Office 2013, la ´nube` no es una metáfora; se trata de apoyarse en sus componentes clásicos para desplegar nuevos servicios, con lo que en la práctica la linde con Office 365 (a su vez, objeto de una concienzuda renovación) se diluye hasta casi desaparecer.

Lo que cambia fundamentalmente es la modalidad por la que los clientes, sean consumidores o empresas, pagan por la nueva generación de Office. En este sentido, se trata de mucho más que una puesta al día tecnológica: es un movimiento profundo de una visión centrada en el PC a otra para la que parece no haber más definición que la tan gastada de ´ecosistema`. Así como Microsoft evoluciona de las versiones precedentes de Windows a un Windows 8 radicalmente diferente, también evoluciona de la venta de software bajo licencia a la suscripción a servicios cloud.

La fórmula de suscripción es, por tanto, el centro del nuevo modelo de negocio. El consumidor podrá adquirir Office 2013 en la misma forma que lo hacía con las versiones anteriores, pagando un precio para instalarlo en un único PC, o pagar una cuota mensual – no desvelada – que le dará derecho a usar Office 365 desde múltiples dispositivos.

A menos que el usuario disponga otra cosa, sus documentos se alojarán en el servicio de alojamiento online SkyDrive, con una asignación de espacio de 20 Gigas. Es un aspecto en el que Microsoft compite con Google Drive y con iCloud (Apple); como estos son, en principio, gratuitos (con funciones y espacio limitados), el precio de Office tendrá que reflejar ese carácter competitivo. Para las empresas, Office 365 reconoce otras variantes.

El concepto de ´lo socia` está incorporado de origen, lo que significa que el usuario puede compartir y colaborar en proyectos, y conectar con redes sociales como LinkedIn, Facebook y Twitter, para compartir documentos con sus colegas. Según ha informado Microsoft, desde el primer día de disponibilidad, Office 2013 integrará Yammer, la más reciente adquisición de la compañía.

El nuevo Office 2013 también responde al hecho de que los usuarios de la actualidad tienden a trabajar con múltiples ordenadores, en distintas circunstancias, y desean sincronizar la información entre ellos. En este sentido, la adición de un interfaz táctil – el programa detecta si el dispositivo dispone de esa función – sin duda pretende favorecer la extensión al mercado de tabletas. Pero no se ha informado de que esté en los planes una versión para iPad [habrá una para Mac], aunque el sentido común dice que Microsoft cometería una torpeza si se privara de acceder a un 70% de ese mercado. Y esto, por muy altas que fueran sus expectativas en las futuras tabletas Windows.

Otra expresión estratégica en torno a Office 2013/Office 365 apunta a cómo frenar el ascenso de Google Apps. Es notorio que Office representa el 90% del software de productividad en uso en las empresas, pero la proporción baja constantemente entre los usuarios individuales. Puede que Microsoft tenga que estar atenta a que no se reproduzca una especie de ´consumerizació`, por la que los segundos presionen a su empleador para cambiar de acera.

Todo parece pensado para que el nuevo ciclo de productos permita a Microsoft retener unas fuentes de ingresos en las que ha basado su éxito durante décadas. Aunque, naturalmente, la conversión a los modelos cloud abre muchas incógnitas y no pocos riesgos. Los resultados del año fiscal 2012, que se conocerán mañana, dirán algo sobre la actitud de la demanda de estas familias de productos.


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