Internet de las cosas (IoT) es una expresión eficaz, mediática y hasta con un toque poético, pero el sector tecnológico prefiere otro nombre, Machine-to-Machine (M2M). Según la definición al uso, ambos nombres abarcan las conexiones entre dispositivos y objetos que no sean un móvil o un ordenador [aunque, en la práctica, son controlados por un ordenador o un móvil]. Los próximos 20.000 millones de conexiones – dicen – no unirán PC, ni smartphones, ni tabletas, ni personas, sino “cosas”: vehículos, cámaras, contadores, relojes, luminarias, semáforos, aparatos médicos, electrodomésticos y, en general, aquello que contenga un sensor y sea susceptible de enviar y recibir señales digitales.
Así definidas, las comunicaciones M2M encierran un enorme potencial. La conectividad es el fundamento de una retahila de promesas tecnológicas: eficiencia, ahorro de costes, conveniencia, seguridad, etc. Si la conectividad es el fundamento, ¿quién mejor que un operador de comunicaciones para poner en marcha y explotar esos servicios? No es tan simple, porque hay otros actores en escena, pero para un operador se abren nuevas fuentes de ingresos adicionales, ante el declive de su facturación por servicios tradicionales. Y ahí se han lanzado todos, o casi todos.
El potencial es enorme, pero muchas predicciones tienden a exagerar el optimismo, que es una de las maneras de fabricar titulares. Si uno se detiene en sus cifras, observa que todas se refieren al número de conexiones y ninguna al valor previsible del mercado. El primero se puede extrapolar sin remilgos, para el segundo no hay método fiable.
En la práctica, los operadores móviles han venido prestando conectividad M2M básica durante años. Sin ir más lejos, en España había a finales de junio 2.644.000 conexiones machine-to-machine que se han desacelerado con respecto a años anteriores. Pero ese no es el principal problema: la CMT apuntaba que estas «conexiones tienen ARPUs inferiores a los que se obtienen por los servicios de voz y datos [apenas 0,50 €/mes por línea, frente a 21,5€/mes].
La aplicación más antigua es todavía la más popular: en la Carnegie Mellon University funciona todavía una máquina expendedora de Coca Cola, conectada desde 1982. O sea que en un sentido, M2M no es algo nuevo; la diferencia es la ubicuidad de la conectividad. Por otro lado, Internet está al alcance de «cosas» que tienen instalado un circuito digital o en las que sería muy barato instalarlo. Muchas máquinas están equipadas con sensores y cierta capacidad de computación: un coche suele tener de media 70 unidades de proceso, que se ocupan de la eficiencia, confort y seguridad, tres atributos que fácilmente pueden ganar con la conexión a Internet.
En una entrevista que este blog publicará el lunes, Carlos Morales, director del negocio M2M en Telefónica Digital, comenta: «a veces hay tendencia a despreciar la conectividad, pero nosotros creemos que ahí también hay valor; es cierto que ese valor va a menos por la ´commoditización`, pero hay negocios que capturar, y esa es la parte del negocio más cercana al operador, la más natural: conectar millones de dispositivos».
Matthew Key, presidente de Telefónica Digital – y por tanto el jefe de Morales – ha dicho recientemente que M2M es una parte esencial de su plan para facturar un total de 5.000 millones de euros en 2015. Marc Sauter, responsable del mismo negocio en el grupo Vodafone, opina que «tratar de atravesar toda la cadena de valor puede ser muy difícil, pero los operadores podemos ofrecer más que conectividad, hacer las cosas menos complejas para los clientes, si les ofrecemos soluciones verticales completas y montamos acuerdos de colaboración con proveedores de servicios de nicho».
Con unas pocas citas está todo dicho. Como esta de Evan Kircheimer, analista de Ovum: «los acuerdos de colaboración son una cosa excelente, pero el verdadero reto es conseguir que funcionen; la industria de las telecos tiene mucha historia de partnerships fallidos» Es lógico que los operadores quieran cumplir un papel de mayor valor, pero ese papel debería ser el de orquestador y agregador, sin internarse más allá, opina Kircheimer.
La cadena de valor de M2M es compleja, y puede ser diferente según el mercado específico de que se trate. Según un estudio de Arthur D. Little, el operador representaría entre un 15 y un 20% del valor total, mientras que el facilitador (plataforma y aplicaciones) se quedaría con el 30 al 40%, y el integrador otro 15/20%, dejando el resto para funciones menores pero no menos importantes, como el suministro de módulos de inteligencia y la gestión de clientes. Dicho de otro modo, los operadores sólo podrían llevarse una cuota mayor si trascendieran su misión «natural». No es menos cierto que deben cuidarse de permitir que otros componentes de la cadena se lleven una parte creciente del valor a sus expensas. Una dinámica que conocen bien en sus relaciones con los over-the-top.
En julio de este año, se anunció una alianza entre siete operadores de diferentes regiones del planeta (KPN y Telefónica en Europa, NTT DoCoMo en Japón, Rogers en Canadá, SingTel en Singapur, Telstra en Australia y Vimpelcom en Rusia). El carácter global del grupo sólo se resiente en un hueco: la ausencia de un operador estadounidense. Los siete miembros tienen, individual pero no colectivamente, acuerdos firmados con un mismo proveedor de plataforma, Jasper Wireless.
Esta empresa californiana es la pieza que cierra el puzzle en el mercado mundial de M2M, y la lista de sus socios es impresionante. Macario Namie, VP de marketing, reconoce que «hay un mercado creciente y muy lucrativo, pero llevará tiempo desarrollar suficientes aplicaciones de impacto masivo, algo que probablemente no veremos antes de 2016». Igualmente, un informe de Analysys Mason – quizás el más prudente de los publicados – estima que dentro de cinco años M2M representará algo más del 1% del tráfico mundial.
La mayor parte de los dispositivos M2M pasan la mayor parte del tiempo «dormidos», para enviar o recibir mensajes esporádicos. Esto significa que el impacto del tráfico sobre las redes existentes no es significativo, y en todo caso es manejable, porque los paquetes de datos son pequeños. Los operadores pueden confiar en que la promisoria oportunidad de negocio no creará traumatismos en sus infraestructuras. Sólo ahora M2M empieza a prestarse sobre redes 3G (hay pocos sistemas que lo requieran), por lo que las 2G, amortizadas hace mucho tienen un plus de varios años. Lo único que podría alterar este paisaje sería que ciertas aplicaciones, como las cámaras de vigilancia y los paneles en espacios públicos, incrementen el contenido de vídeo.