De vez en cuando, Vinton Cerf y Tim Berners-Lee coinciden en alguna conferencia alrededor del mundo (como en la foto), pero sus trayectorias profesionales son bien distintas, aunque tienen en común el reconocimiento como “padres de Internet”. Una paternidad compartida con otros, pero que invariablemente significa cargar con una especie de conciencia moral, la obligación de responder la primera pregunta tópica que les hacen en todas partes: hacia dónde va Internet. Sus opiniones son eso, opiniones, y valen como tales. Es sintomático que, en el contexto del debate sobre la neutralidad de la Red, hayan querido advertir sobre los problemas que afronta su criatura.
Tim Berners-Lee (apócope: TimBL) ha escrito, con motivo del vigésimo aniversario de la WWW, un ensayo para Scientific American, en el que advierte que las redes sociales, en su empeño por apoderarse del tráfico, han levantado muros artificiales entre ellas y otros servicios, traicionando así el espíritu fundacional. “Si nosotros, los usuarios, permitimos estas prácticas sin rechistar, la Web podría acabar fragmentada como un archipiélago, y perderíamos la libertad de conectar con los sitios que nos apetezca”. Hace años, ya se valió de la misma publicación para describir lo que debería ser la fase siguiente en el desarrollo de la Web, y ahora muestra su disgusto por no haber sido escuchado.
Según el autor, Facebook sería la más notoria, pero no la única, amenaza contra la universalidad de Internet: recopila datos sobre los usuarios, con el fin de reutilizarlos comercialmente bajo la forma de servicios de valor añadido; el problema es que estos servicios sólo están disponibles dentro de esos sitios, “vallados para que otros no tengan acceso a los datos”. La crítica es sólo parcialmente justa, porque gracias a los social plugins de Facebook otroa sitios – medios y tiendas online, principalmente – pueden acceder a esos datos, aunque en condiciones poco claras.
Esta crítica recuerda en parte la de Google a Facebook con argumentos parecidos. A principios de noviembre, Google anunció que en lo sucesivo no autorizará a otros sitios a importar datos de sus servicios, a menos que haya reciprocidad. Por su parte, Facebook nunca ha permitido que Google acceda a los datos de contacto de su red social, aunque los usuarios sí pueden importar los datos de sus cuentas de Gmail. Tampoco puede decirse que Google sea un modelo en materia de transparencia, pero ahí queda servida una polémica.
Apple no se salva de la bronca, porque no usa estándares abiertos. El científico británico cita como ejemplo iTunes: las canciones y vídeos por cuya descarga el usuario paga –argumenta – llevan una URL con un prefijo ad hoc, no con el abierto `http´, y esto significa que el usuario/cliente queda atrapado dentro de un mundo hermético. En su opinión esto no es diferente a las cuestionables prácticas de AOL en los años 90: las conexiones entre los datos existen sólo dentro del mismo sitio, para satisfacer un interés económico no explicitado. Con esta frase parece incluir a Google en sus reproches: “los que hemos construido la Web vemos que otros, que llegaron más tarde, hacen cosas que no nos gustan y que no hubiéramos podido imaginar”
Por otra vía, Vinton Cerf plantea en una entrevista “las tres crisis” a las que se enfrenta Internet y que podrían anular su capacidad de actuar como motor de crecimiento económico. La premisa de Cerf – ahora `evangelista´ de Google – es que los dieciséis años de existencia de la Web no son “tiempo suficiente para comprender las respuestas sociales, administrativas y jurisdiccionales que debemos dar a los problemas que encontramos”
La primera y más acuciante de las tres crisis es el inminente agotamiento de las direcciones IPv4, según Cerf: la mayor parte de los dispositivos recientes, incluidos los móviles, están preparados para soportar IPv6, y los routers tienen el software instalado, pero muy pocos proveedores de servicio han dado los pasos necesarios. El segundo problema es la seguridad y fiabilidad de la red: “si los usuarios no tienen confianza en las aplicaciones de Internet, sus usos no serán los adecuados para contribuir al crecimiento económico desarrollando nuevas empresas”. Tercer punto: el diseño original de Internet no anticipó la magnitud que habría de alcanzar el acceso móvil y, “en consecuencia, las cosas no funcionan del todo bien”.
Por otro lado, el entrevistado señala que “si insistimos demasiado en el anonimato a todos los niveles, puede que estemos poniendo en peligro los valores de la sociedad; hay que encontrar un equilibrio, introduciendo cambios en la arquitectura de la red para mejorar su seguridad, pero también es necesario desarrollar estructuras legales por encima de las fronteras, porque las legislaciones actuales no pueden resolver problemas de esta naturaleza”.