Tras varios años intentando convencer al consumidor de que la 3D era el futuro de la televisión, los fabricantes van modulando su discurso. La nueva arma de seducción lleva una sigla endiablada, 4K UHDTV. Que, simplificando, corresponde a ´ultra alta definición`. Se supone que es uno de esos productos ´aspiracionales` (sic) que la industria presenta periódicamente como señuelo para que los impresionables consumidores acaben comprando otro modelo más asequible. La coreana LG y las japonesas Sony y Toshiba son las tres marcas que en la feria IFA de Berlín han escenificado su adhesión al invento. Panasonic, Samsung y Sharp han sido más comedidas.
¿Por qué 4K? La pregunta es muy pertinente. Porque la definición de 3840 x 2160 equivale a 8,2 millones de pixeles, que en superficie es cuatro veces la de una pantalla de 1920 x 1080. Pero, señalan expertos que saben lo que el autor ignora, la densidad del pixel es muy baja [54 por pulgada, si se compara con los 200 ó 300 ppi de las pantallas de los smartphones modernos]. De lo que se concluye que un 4K UHDTV como los presentados en Berlín, con su tamaño gigante de 84 pulgadas en diagonal, tiene una densidad que no es muy superior a los 44 ppi de un televisor HDTV de 1080p en formato de 50 pulgadas.
No es por incordiar, pero los mismos expertos advierten que, si bien la búsqueda de una mayor definición les parece, en principio, una buena idea, no hay que olvidar la inexistencia de contenidos para 3840 x 2160, así como la carencia de un estándar Blu-ray. Y, sobre todo, que la capacidad de transmisión está por demostrarse. Pero el papel de la nueva tecnología es abrir un camino, nadie pretende que sea un éxito de ventas. A estas alturas, los formatos gigantes se dirigen preferentemente a usos profesionales, aunque su precio también es una limitación en este campo.
LG ya había presentado esta novedad en enero, en el CES de Las Vegas, pero en IFA ha dado un paso adelante al anunciarlo en Europa, con disponibilidad este mismo mes. Entretanto, la firma ya comercializa su modelo 84LM9600 en Corea, a un precio equivalente a 22.000 dólares. Más allá de su tamaño y resolución, incluye 3D pasiva y conversión de 2D a 3D, conectividad HDMI y USB, WiFi integrado y otras funciones sin las cuales no estaría a la altura de los tiempos.
Sony, en plena revisión de sus inversiones prioritarias – entre las que no figura la televisión – promete comercializar un modelo de esta categoría, cuyo nombre también se las trae (XBR84X900), pero no antes de finales de año. Como su competidor coreano, soporta 3D pasiva, y le añade unos ingredientes muy suyos: sistema de sonido integrado y conexión a Sony Entertainment Network, que ofrece acceso a Netflix, YouTube, Skype y otros servicios web; para los amantes de la PlayStation, el sistema SimulView, que permite dos jugadores simultáneos sin dividir la pantalla (usando gafas polarizadas). No se ha comunicado el precio, pero sí que pesará unos 80 kilos.
Incluso menos se sabe de la propuesta de Toshiba, que en cualquier caso no se materializaría hasta 2013. También será de 84 pulgadas, y al parecer será más esbelto que el de Sony.
Como queda dicho, mientras el catálogo de las marcas se optimiza para responder a la caída de la demanda (lo que significa bajadas sistemáticas de márgenes, por encima del 20% anual), todas necesitan contar con uno o más productos estrella que pongan de manifiesto su capacidad tecnológica y su voluntad de no tirar la toalla.
En la feria berlinesa, Panasonic rebajó ostensiblemente el énfasis en su rama de televisión, para privilegiar sus oficios relacionados con la energía y los electrodomésticos de gama blanca. Pero en su energías verdes. Su stand ofrecía, en un discreto ángulo, una galería de televisores 4K en formato menor. La hipérbole quedaba así reservada a un ejemplar de 145 pulgadas, catalogado como 8K Super Hi-Vision y con tecnología de plasma. Demás está decir que no hay todavía contenidos que justifiquen una resolución de 7680 x 4320 pixels.
No se interprete que Panasonic ha renunciado a su apuesta por 3D; por el contrario, ha desarrollado un sistema interactivo que llama Multi-view 3D, que aplica en un televisor de plasma de 103 pulgadas, y permite controlar la imagen a través de un panel táctil, para verla en el tamaño y con el ángulo que se desee.
Para Samsung, líder del mercado mundial, la prioridad es el market share, y por consiguiente llevó a Berlín toda la gama de televisores de que puede presumir en el mercado europeo. En el centro de ese despliegue, puso su modelo ES9000 SmartTV; es de 75 pulgadas, pero sus principales atributos no tienen que ver con el tamaño: smart interaction que permite el control gestual [la demo se hacía con una versión de Angry Birds], smart content no es otra cosa que la un navegador, pero lo más interesante parece ser smart evolution, un concepto desarrollado por Samsung para actualizar el firmware del televisor. Es una forma de proteger la inversión del usuario, tanto más recomendable cuanto que el aparato saldrá al mercado por unos 10.000 euros (dato no confirmado).
Sharp, por su parte, exhibía un Aquos LED de 90 pulgadas, que describe como “el televisor LED más grande del mundo”, con dimensiones de 1,20 x 2,00 sin contar la peana. Será lanzado en Europa a mediados de 2013.
Por último, ha vuelto a hablarse de OLED en la feria de este año. Tanto LG como Samsung han subido el listón de tamaño hasta 55 pulgadas, pero la proeza no tendrá de momento consecuencias comerciales. OLED está, por tanto, todavía lejos de ser el milagro que se espera. Este blog analizará próximamente esta tendencia. Nada de lo escrito hasta aquí ha cambiado sustancialmente la inercia de la industria; si acaso, se han acentuado los problemas que se manifestaban en IFA 2012 el año pasado.