17/06/2025

La IA china avanza porque no se dispersa

En Estados Unidos – y por extensión en el occidente desarrollado – hay una clara tendencia a considerar la IA como una caja de maravillas (a veces, como la  caja de Pandora). En China habrá seguramente quienes piensen así, pero el enfoque que prevalece no persigue argumentos fantasiosos sino un valor que la sociedad asume como suyo: la eficiencia en el uso de recursos para ganar la batalla permanente contra un adversario que es, precisamente, Estados Unidos. Entre los objetivos chinos no destacan la “singularidad” ni el apetito de superinteligencia. Se centran preferentemente en sectores estratégicos y en aplicaciones capaces de dinamizar mercados con muchos millones de usuarios para ampliar la competividad en la escena global.

Un ejemplo palmario es la robótica industrial: los chinos no se obsesionan pensando en el impacto sobre el mercado laboral – que ciertamente lo tendrá –  sino en cómo mejorar su potente industria manufacturera. El pasado enero, el aterrizaje – políticamente calculado – del modelo R1 de la empresa china DeepSeek, de muy bajo coste para los usuarios y, aparentemente, desarrollado con escasos recursos tanto de hardware como de software, por tanto con una inversión menos pomposa que la estadounidense, pilló a los inversores de Wall Stret por sorpresa y provocó una (efímera) caída de las acciones de las Big Tech estaounidenses, en especial las de Nvidia. Fue la señal de una sensibilidad extrema ante la dimensión geopolítica de la IA  .

Aquella noticia acabó siendo encajada, como tantas, pero en los últimos dos meses y tras la estela de DeepSeek, se ha sucedido un alud de modelos de IA a cargo de los grandes conglomerados chinos e incluso de grupos menores. Todos sin hacer apenas ruido, pese a ser tremendamente competitivos.

Baidu – su buscador suele compararse con Google – ha lanzado Ernie 4.5 Turbo y X1 Turbo, en competencia directa con el modelo R1 de DeepSeek y capaz de manejar no solamente texto sino también audio, imágenes y video. Alibaba, que no necesita presentación, dice disponer de un modelo mejorado para agentes de IA, con capacidad de razonamiento. A lo que Tencent replica predicando, la posibilidad de que chips diseñados y fabricados en China reduzcan los costes de entrenamiento de los modelos autóctonos a una quinta parte. Incluso Meituan, el mayor servicio mundial de entrega de comida a domicilio, afirma ahorrarse mucho dinero gracias a su uso de la IA.

En estos momentos, se está a la espera de que DeepSeek reaparezca con su modelo R2, que – aparte de ser más potente, económico y sencillo de entrenar que : esto cuentan los medios chinos, pero la empresa guarda silencio. Hace semanas, también discretamente, DeepSeek lanzó una segunda versión de Prover, un modelo especializado en manejar y resolver problemas matemáticos, también de código abierto y con 671.000 millones de parámetros. De hecho, el lanzamiento de Prover v2 es lo que ha desatado rumores sobre la inminencia del R1.

Es buen momento para recordar que en mayo de 2023, mientras DeepSeek se establecía formalmente, el CEO de Nvidia, Jensen Huang, alertaba en una entrevista a Bloomberg que las trabas de la administración estadounidense (la de Joe Biden) imponía a la venta de sus chips gráficos avanzados en China, sólo conseguirían incentivar la producción local y, en consecuencia, la proliferación de modelos de IA chinos. Tal cual: en los últimos tiempos, Huang no ha parado de repetir el argumento, sólo que ahora referido a la administración de Donald Trump. Quien no sólo desoye esos mensajes sino que prohíbe la exportación de herramientas de diseño de chips que contengan propiedad intelectual estadounidense.

Un informe bipartidario de la cámara de representantes alega la existencia de vínculos estrechos entre DeepSeek y el gobierno de Pekín por lo que representa una amenaza profunda para la seguridad de Estados Unidos. Y denuncia que este modelo de IA manipula sus resultados para alinearlos con la propaganda del partido Comunista chino, en cuyos designios dedica muchos párrafos. Se trata de argumentos casi calcados de los que se esgrimieron en 2020 para prohibir que la taiwanesa TSMC fabricase para Huawei chips para smartphones que incorporaban tecnología estadounidense.

En cualquier caso, las advertencias de Huang se han cumplido sobradamente. No sólo porque China ha desarrollado sus propios modelos de IA sino porque la proscrita Huawei ha logrado su objetivo de desarrollar procesadores avanzados – su gama Ascend – que emulan, eso dicen, a los mejores de Nvidia, sino que además dispone de su propia plataforma de software CANN, que rivaliza con la afamada CUDA, aunque al parecer es mucho más difícil de programar y requiere ayuda puntual de sus creadores. Contrapartida, no puede ser vetada por Estados Unidos, que es la primera condición.

Argumentaba Huang que si se dejara que en China utilizasen su plataforma CUDA y sus chips, sería más sencillo para Estados Unidos monitorizar los avances chinos en IA. Un argumento al que es fácil darle la vuelta como incentivo suplementario para que China se esfuerce en la búsqueda de autonomía. El fundador de Nvidia pensaba en los perjuicios de perder el mercado chino, que según sus cálculos equivaldría a un tercio del mundial – sin contar con la probable extensión a otros países asiáticos y quizás a otras regiones que verían con simpatía liberarse de la exclusividad norteamericana.

La veterana analista Mary Meeker, reconvertida en inversora como muchos de sus colegas y cuyas presentaciones son seguidas en Silicon Valley como dogmas, confiaba días atrás al Financial Times que “los nuevos avances de la IA facilitarán el nacimiento de múltiples compañías valoradas en miles de millones de dólares y probablemente no todas estarán basadas en suelo estadounidense”. Una creación de valor extraordinaria, según Meeker: “nunca ha sido tan fácil acceder a un mercado total calculado en 500 millones de usuarios”, comentaba el redactor del diario financiero. A su vez, Wei Sun, analista de la consultora Counterpoint, asegura que “la distancia entre Estados Unidos y China se mide ahora en meses, no en años” En ninguna parte está escrito que China no pueda superar a su rival en IA a corto o medio plazo, a la vista de sus progresos recientes.

La programación es ahora más simple y económica que nunca, gracias a la IA. Lo ha dicho Sundar Pichai, CEO de Alphabet y Google: la IA genera actualmente un 30% de todo el nuevo código de los productos de la compañía.

China cuenta con dos grandes ventajas: la cercanía entre sus empresas y unos inmensos mercados potenciales, habitados por cientos de millones de personas, y el enfoque de la IA hacia aplicaciones más prácticas y menos soñadoras, tanto para su industria como para los consumidores. Mientras en Silicon Valley se ocupan mucho del desarrollo de modelos cognitivos, capaces de emular (y quizá superar) a la mente humana, en China ponen el acento en desarrollar aplicaciones prácticas, dice Zhang Yaqin, antiguo directivo de Baidu, ahora profesor en la universidad de Tsinghua, una de las más prestigiosas del país en la enseñanza tecnológica.

Hay que distinguir tres polos principales de desarrollo tecnológico en China. Uno está centrado en Shenzhen, donde Huawei tiene su cuartel general, otro en Hangzhou, próxima a Shanghai y sede de DeepSeek; el tercero en Pekín. En comparación, el Silicon Valley sería un pueblo y la ciudad de San José, donde está la central de Nvidia, apenas tendría estatus de barriada.

Tras una conversación telefónica y un acuerdo marco que da lugar a interpretaciones diversas, se aguarda ahora la fecha de un encuentro personal entre Xi Jinping y Donald Trump, pero no parecen estar dadas aún las condiciones para que ambas partes puedan presentarlo a la vez como un éxito. Donald Trump, en una inusual declaración, ha dicho que Xi Jinping es persona «extremadamente dura” a la hora de negociar. Desde luego, si lo que Trump pretende es que su homólogo chino se pliegue a sus deseos, lo más probable es que ocurra lo contrario, según indica la experiencia.

Cuando Trump – y su vicepresidente, JD Vance, que no es un convidado de piedra – llegaron a la Casa Blanca, el primero revocó todas las disposiciones de Joe Biden encaminadas a regular la IA y a garantizar su seguridad. La nueva administración se dijo decidida a frenar las ansias de China con vetos específicos a la exportación de productos con propiedad intelectual estadounidense. No han pasado ni seis meses y el resultado es desconcertantemente distinto.

[informe de Lluís Alonso]


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