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  10/10/2012

La fibra reabre el melón de la regulación

En cinco años, Telefónica ha perdido 7 puntos porcentuales de cuota en el mercado de la telefonía móvil y 20 puntos en el de banda ancha (esencialmente ADSL). Consecuencia: una severa caída de sus ingresos en España. A mediados del 2011, la compañía repatrió a Luis Miguel Gilpérez, y lo nombró presidente de Telefónica España, con la misión de reparar una estrategia fallida que, durante años, pretendió minimizar los daños mediante ajustes periódicos de tarifas: a cada bajada, sus competidores replicaban dejando las cosas como estaban… o peor. Gilpérez empezó por una medida rompedora: eliminó las subvenciones a los terminales y ha ahorrado cientos de millones en costes de retención.

Con la eliminación de las subvenciones, tan arraigadas entre los usuarios, Movistar acabaría cediendo un arma preciosa a sus rivales. De entrada, Vodafone la imitó en el envite, aunque luego se permitió excepciones, y ambos operadores perdieron cuota a manos de Orange y Yoigo, que mantuvieron las subvenciones.

Mientras esto ocurría en los móviles, un mercado prácticamente saturado, la clientela de Movistar en ADSL (voz + internet) declinaba, pese al aumento constante de la penetración. Abandonada la estrategia de retener clientes con la zanahoria del terminal, quedó demostrado que los usuarios son fundamentalmente sensibles al precio final de la factura.

Fue entonces cuando Gilpérez dio otro giro, tratando de pillar a la competencia con la guardia baja, y presentó una estrategia de empaquetamiento de servicios bajo la marca Movistar Fusión. Se trata de dos ofertas que agrupan voz y datos en banda ancha (10 Mb/s) más móviles (49,90€), y en un caso añade Imagenio, su TV por internet (79,90€). Otras dos variantes de Movistar Fusión sustituyen ADSL por fibra óptica – allí donde es posible – con una velocidad de bajada de 100 Mb/s, y el precio sube a 59,90€/89,90€. Según la compañía, estas ofertas representarían ahorros de entre el 30 y el 50% sobre la factura, y con este señuelo prevé captar un millón de usuarios antes de final de año. Unos 60.000 ya se habrían inscrito en la lista de prereserva.

Como es preceptivo, la oferta fue presentada para su autorización ante la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), que dio luz verde en lo que respecta al servicio sobre ADSL. Según marca la ley, la CMT no tiene competencia para fijar los precios minoristas, pero sí para vigilar que las ofertas del operador dominante no provoquen “estrechamiento de márgenes” a los demás operadores; si esto ocurriera, el dominante estará obligado a presentar una oferta mayorista que deje margen para que los competidores puedan replicar la oferta alquilando la red de Telefónica. Según la CMT, “se ha considerado que la oferta [Movistar Fusión sobre ADSL] puede ser replicada por otros operadores utilizando la oferta mayorista disponible.”

De inmediato, Vodafone y Orange se pronunciaron contra la resolución de la CMT. La crítica más intensa ha sido la del operador “rojo”, que aprovechó la visita a Madrid del consejero delegado del grupo, Vittorio Colao, para dar más relieve mediático a su protesta. Según Francisco Román, presidente ejecutivo de la filial española, la decisión de la CMT “no es transparente, porque no se nos ha comunicado en qué datos se basa; cuando los conozcamos, los valoraremos, pero mientras tanto nuestros cálculos nos dicen que no podríamos replicar los términos de la oferta sin perder dinero”.

António Coimbra, nuevo consejero delegado de Vodafone España, precisó que en cuanto a la oferta de ADSL, “una cosa son las áreas con cobertura de bucle local de acceso directo, y otra el bit stream; conociendo los precios mayoristas para bit stream, no nos caben dudas de que no es una oferta replicable”. Pero la fórmula de cálculo de la CMT “es una media entre las dos, y no nos parece la forma más correcta de medir”. Román avisó de un inminente recurso administrativo y sugirió la posibilidad de llevar el contencioso hasta Bruselas. A su lado, Vittorio Colao llegó a afirmar que existe un riesgo de re-monopolización.

Aunque comparte el rechazo y sus motivos, Orange ha sido más comedida en su reacción. Una fuente de la compañía explicó: “hablaremos lo menos posible de la oferta de nuestro competidor, y vamos a centrar la crítica en el error cometido por la CMT en el ejercicio de su papel de árbitro”. El consejero delegado de la filial española, Jean-Marc Vignolles, respondió brevemente por mail: “si nos planteáramos una oferta similar, perderíamos dinero con cada cliente al que ofreciéramos el mismo paquete al mismo precio”.

La CMT ha reaccionado diciendo – oficiosamente, por supuesto – que la regulación de la banda ancha está siempre expuesta al cambio, una vez que el análisis de mercado que se practica cada dos años – y que, precisamente, acaba de iniciarse – así lo aconsejara. En tal caso, una eventual resolución debería comunicarse a la Comisión Europea para su convalidación. Pero, advirtió literalmente la fuente, “la vía del conflicto no nos parece adecuada para buscar un cambio en la regulación; el mecanismo idóneo es conocido por todos los actores del mercado”.

¿Cuánto tardaría en resolverse un recurso como el que predican Vodafone y Orange? Entre tres y seis meses, más o menos el mismo tiempo que llevaría concluir el análisis de los mercados de infraestructura y banda ancha; claro que la repercusión no sería la misma. Con o sin recurso, se puede esperar que los competidores lancen cuanto antes una respuesta comercial; de no hacerlo, Movistar recuperaría cuota, aunque el parámetro de ingreso medio por usuario bajaría, y el resultado económico final es una incógnita.

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Mientras tanto, otras ofertas de banda ancha han pasado la criba de la CMT, pero en esta ocasión el problema es otro, el empaquetamiento. Y, dentro del problema, la fibra óptica es la clave de la trifulca. A finales de junio, se contabilizaban 241.121 líneas conectadas a la red de fibra (FTTH), pero sólo representaban algo más del 2% del total de la banda ancha (11.300 millones). El 96% de este parque pertenece a Telefónica, y de sus competidores (el resto lo tiene Jazztel, fundamentalmente).

La otra pata del contencioso en torno a Movistar Fusión es que Telefónica consideró innecesario presentar a la CMT el componente de la oferta con fibra. La normativa obliga a Telefónica, como operador ´incumbente`, a publicar una oferta mayorista – se entiende que replicable económicamente – por los servicios de banda ancha de hasta 30 Mb/s. En esta limitación – probablemente desfasada en el estado actual de la demanda y la tecnología – se ha apoyado para no pedir autorización previa sobre un servicio que, prestado sobre fibra óptica, eleva la velocidad de descarga hasta 100 Mb/s. No obstante el desfase regulatorio, la comisión le ha pedido que presente información para evaluarla.

Antes del verano, cuando ya se barruntaba una ofensiva comercial de Telefónica, Orange presentó públicamente un plan de inversión por 300 millones de euros en tres años, para desplegar fibra destinada a servir 1,5 millones de hogares en España, que actualmente está en fase de selección de proveedores. Como manda la regulación, esa capacidad debería poder compartirse con otros operadores, que deberían llegar a un acuerdo técnico y otro comercial. Entretando, el reloj sigue corriendo a favor de Movistar.

Tras la presentación de Movistar Fusión, el 14 de septiembre, Luis Miguel Gilpérez no ha vuelto a hacer declaraciones a la prensa. Su equipo ha distribuído documentación según la cual “en toda Europa hay paquetes como este, y en mucho casos salen más baratos”. Claro que, tras una lectura de las tablas, parece que los únicos ejemplos directamente comparables son los de Bélgica y Francia.

Tras un período de sorprendente calma chicha, en el que la competición en el sector de las telecos parecía – al menos en su cobertura por los medios – no tener otra vertiente que la subvención o no de los móviles, la oferta de Telefónica ha devuelto la agitación, y su objetivo es transparente: poner freno a la fuga de clientes y atraer una parte de los de otros operadores. Por tanto, es de esperar la reacción de los competidores. Es el camino más corto, porque no da la impresión de que la CMT se vaya a conmover con la amenaza de un recurso.

Indirectamente, este episodio podría actuar como revulsivo para la muchas veces comentada consolidación de las telecomunicaciones en España. Yoigo, cuarto operador móvil, está en venta, y Vodafone podría estar interesada, pero poco añadiría porque no tiene red de fibra. En cambio, la tiene Jazztel – algunos miles de clientes – y su nombre suena en varias quinielas. El acuerdo que se ha anunciado el lunes entre Telefónica y Jazztel ha dado otro giro sorprendente a la situación, pero no será la última sorpresa.

[ampliación del publicado en La Vanguardia el 7/10]


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