Cinco meses después de su segunda salida a bolsa, la compañía McAfee ha decidido partirse en dos y vender al fondo Symphony Technology (STG) su división de ciberseguridad para empresas y así centrarse exclusivamente en su antivirus para consumidores y pymes. Puede parecer extraño en un momento en que cada día aparece un nuevo (y más grave) problema de seguridad, y no una sino varias supuestas soluciones en el mercado. Los resultados económicos de McAfee sugieren una doble explicación: ¿cuál de las dos mitades de la empresa es la más rentable? La que se queda en casa. ¿Cuál despierta más interés entre los inversores? La que se vende por 4.000 millones.
Es otra peripecia para una empresa que ha vivido muchas. Acaba de pasar una década desde que fuera adquirida por Intel al precio – que pareció excesivo – de 7.700 millones de dólares. Aquella “estrategia” de Intel fallo y, tras su reventa seis años después con la consiguiente reestructuración, McAfee volvió a cotizar en octubre, alcanzando la semana pasada un valor bursátil que ronda los 10.000 millones de dólares.
Los ingresos del año fiscal 2020 ascendieron a 2.900 millones de dólares. Separando sus componentes, la división de productos de consumo facturó 1.560 millones (un 19,6% más que en 2019) mientras que la de seguridad para empresas, ingresó 1.350 millones de ingresos pero apenas creció el 1,2% y acabó con pérdidas operativas de 180 millones.
No es la primera compañía histórica del sector que pasa por un trance similar. Symantec vendió su negocio de empresas a Broadcom a finales de 2019 en 10.700 millones de dólares y sigue aferrada al de consumo bajo la marca NortonLifeLock. Algunos analistas han interpretado que Peter Leav, CEO de McAfee, tiene un plan para la fusión de ambas compañías.
Desde un punto de vista de branding, tendría sentido hacerlo. La marca McAfee sufre desde hace mucho la confusión creada por las malandanzas de su fundador, John McAfee, personaje escandaloso sin relación con la empresa desde hace más de diez años.
El fondo STG no es un advenedizo en este negocio. En septiembre compró a Dell su subsidiaria RSA, por la que pagó 2.080 millones de dólares, pero necesita otra dimensión competitiva. Su managing partner, William Chisholm, lo explica así: “nuestra estrategia aspira a crear una compañía líder en el mercado de la ciberseguridad, desde el dispositivo hasta la nube [para eso necesitamos McAfee]”.
Por su lado, Peter Leav declaraba que “esta transacción nos facilitará poner el foco en nuestro negocio de consumo”. Lo que no dijo es que va a recortar la deuda de 4.800 millones que arrastra desde que la recompra a Intel.
¿Todos contentos? Aparentemente: aparte de la desgracia de cargar un apellido con mala reputación, McAfee comparte una debilidad con no pocos competidores. Durante años, ha vivido de las rentas de su antivirus muy popular, con un modelo de negocio elemental, basado en acuerdos con los fabricantes para preinstalarlo en los nuevos PC y luego mantener satisfecha a la clientela para que renueve.
La verdad incómoda es que la eficacia de todos los antivirus reposa en el viejo método de rastreo de muestras – o firmas – de malware para que sea neutralizado antes de extenderse por las redes. Entre las marcas de antivirus existe una conexión explicita que protege a su base instalada. Deben mucho a Microsoft; esta es la primera interesada en que los usuarios se sientan seguros con su sistema operativo, pero no podría delegar esa función en terceros.
Tras intento fugaz de entrar en el negocio de la seguridad, Microsoft optó por colaborar con las empresas especializadas compartiendo información y recursos. Así que, por conveniencia recíproca, en el parque mundial de PC conviven productos adquiridos por el usuario y un Windows Defender gratuito que Microsoft actualiza para que sea la cobertura a los antivirus.
El temor generalizado a las amenazas explica el crecimiento de la división de consumo de McAfee. En su informe antes de la salida a bolsa, afirmaba Leav que el total del mercado potencial al que se dirigía podría alcanzar en 2024 los 41.000 millones de dólares en 2024, con un crecimiento anual ponderado del 7%. Lo que tenía una lectura evidente: sólo con mantener vivo su modelo de negocio, la compañía será muy rentable en el futuro predecible.
Es verdad que están dadas las condiciones. En 2020, con la pandemia galopando, el número de consumidores clientes de McAfee aumentó en 2,8 millones y cerró el año en 18 millones. Según Leav, la ratio ARPC (average revenue per customer) se mantuvo en 6,01 dólares y la de retención en el 97%. En el mercado mundial de PC se prevé un aumento sostenido de la demanda en 2021 y más allá.
Por si fuera poco, ahora mismo en los hogares proliferan los dispositivos que requieren protección, a la vez que crece el número de conexiones a internet y con estas el trasiego de información personal en múltiples transacciones online. El futuro post-Covid-19 no tiene por qué ser distinto.