Motorola no ha querido esperar a su propia escisión, y ayer anunció la venta parcial de su negocio de redes móviles a Nokia Siemens Networks por un monto de 1.200 millones de dólares en efectivo. Entre las frases de rigor de los comunicados, destaca por su claridad esta que se atribuye a Rajeev Suri, presidente ejecutivo de la compañía europea: “el motivo de esta transacción son los clientes”. Con la compra – dijo Suri – “ganamos una relación de incumbente con más de 50 operadores”. El primero de los atractivos que justfican el precio es la base instalada de Motorola en Estados Unidos y Japón, que NSN añadirá a su cartera para afianzarse como número dos del sector.
Huawei, que durante meses cortejó a Motorola, ha quedado nuevamente fuera de juego, como ya le ocurrió en la subasta de Nortel. Era archisabido que Motorola acabaría vendiendo esta rama de actividad, una vez producida la segregación en dos compañías. Se ha adelantado, porque la golosina financiera era muy atractiva, pero la operación se consumará a finales de año, lo que viene a ser más o menos lo mismo. Por la otra parte, la compra de clientela de tecnología CDMA (que de eso se trata) no es un anacronismo, sino la precisa razón por la que NSN presentó en su día una oferta por la división correspondiente de Nortel, finalmente adjudicada a Ericsson.
Sí, es cierto: se trata de una plataforma en declive, pero los operadores que siguen usándola son los más activos en la migración hacia LTE, pieza clave en la estrategia de Nokia Siemens. Por el contrario, a los que han adoptado W-CDMA (versión estadounidense de UMTS) les queda margen para ampliar su capacidad con HSPA+. Por lo tanto, sin una presencia en CDMA, NSN quedaría en desventaja para ganar contratos sobre LTE en Estados Unidos. Desde luego, la base instalada de Motorola en CDMA no es comparable a la que tenía Nortel (ahora absorbida por Ericsson) y a la que disfruta Alcatel-Lucent. Pero, gracias a ella, NSN se refuerza como suministrador de Sprint en Estados Unidos y de KDDI en Japón, dos presas de calidad. Tal vez sea más valiosa la relación de Motorola con la variante china de LTE, cuyo gran cliente es China Mobile.
No están claras las intenciones del comprador con respecto a WiMax, una apuesta clásica de Motorola – 41 contratos en 22 países – pero de la que NSN decidió hace años descolgarse. Caben varias opciones: seguir trabajando en una plataforma común LTE-WiMax, vender esa rama de actividad a un especialista ¿la israelí Alvarion?, o retornar a la carrera, lo que quizá implicaría otra adquisición. Tampoco se ha informado sobre el lugar de las patentes en la transacción; se supone que Motorola las conservará para constituir una rama ad hoc con su patrimonio intelectual en LTE. Pero también es posible que las compañías hayan acordado constituir una filial conjunta para explotar esos activos.
A pesar de esos flecos, el significado básico de la operación es transparente: un nuevo paso en el proceso de consolidación entre los proveedores de infraestructuras. Nokia Siemens nació como parte de ese proceso, lo mismo que Alcatel-Lucent, mientras que Ericsson primero compró Marconi y luego Nortel. Esto no termina aquí.