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  8/01/2016

La banca prefiere colaborar con su sombra

Como suele pasar con los de su género, el estudioFintech 2.0: rebooting financial services, no viene del limbo ni pretende ser neutral. Tiene un objetivo marcado a priori: argumentar a favor de la colaboración de la banca con esos nuevos competidores colectivamente bautizados como Fintech, otras veces llamados «banca en la sombra», que penetran con audacia en segmentos – en principio los más rentables – del negocio bancario. Es lógico que el documento adopte ese punto de vista: ha sido promovido por Innoventures, filial del Banco Santander, y pone de manifiesto que las entidades financieras no se quedarán de brazos cruzados ante el desembarco, pero eludirán la confrontación directa.

Ha pasado el momento de las advertencias y ha llegado el de ejecutar una estrategia adecuada. Fintech será una de las palabras clave del nuevo año. Al tiempo que la banca se ve impelidas a una digitalización a marchas forzadas de sus servicios, aumenta la sensación de que no podrían conseguirlo en solitario. Por otro lado, si las startups especializadas en tecnología financiera desean penetrar en el negocio bancario – en realidad, en algunas de sus operaciones – lo mejor que pueden hacer es ahorrarse dolores de cabeza y asociarse con la banca realmente existente. En este cruce de intereses, los bancos ya están aceptando que su mejor opción es apoyar a las startups financieras para que innoven…pero dentro de sus ecosistemas.

La banca – criticada por los usuarios, recelosa de la regulación – puede alardear de muchos e importantes logros tecnológicos: cajeros automáticos, tarjetas de crédito, sistemas de securización y banca móvil son algunas de las creaciones que han revolucionado sus servicios e impulsado nuevos modelos de relación con los clientes y nuevas fuentes de ingresos. Sin embargo, la corriente de la innovación ha cambiado de protagonistas, con la irrupción de actores financieros no bancarios, que no arrastran la carga de infraestructuras históricas. Es lo que, a falta de mejor expresión, se simplifica como ´uberización`, el coco de la transformación digital.

En la elaboración del informe ‘Fintech 2.0: rebooting financial services‘ ha colaborado la consultora Oliver Wyman – notoria por haber dirigido las pruebas de estrés impuestas a la banca española por el BCE – cuyo director de innovación, Emmet Rennick, firma la versión publicada. Analiza esa evolución y establece como premisa el hecho de que, en lugar de atrincherarse en la negación, los bancos pueden aprovechar el empuje de unos recién llegados que han sido capaces de materializar las ventajas de las tecnologías digitales para desarrollar productos financieros más ´amigables`para los usuarios, más baratos e integrados con plataformas y canales digitales emergentes.

Su éxito no es sorprendente. Estos nuevos actores no están encorsetados por el cumplimiento de exigencias regulatorias cada vez más estrictas. También están libres de las cargas derivadas de complejas y costosas infraestructuras heredadas. Se enfocan directamente al diseño y desarrollo de un único producto o servicio, y están en sintonía con la cultura peer-to-peer engendrada por la explosión de las redes sociales. Y, quizá lo más importante, son organizaciones diseñadas para innovar desde el mismo momento de su constitución.

No es el primero ni será el último estudio que se ocupe de este asunto. El año pasado, Capgemini y EFMA [European Financial Management Association] publicaron el suyo, ´World Retail Banking Report 2015´, en el que señalan que la experiencia del cliente bancario se está transformando debido a «propuestas de valor ágiles e innovadoras presentadas por actores no bancarios [frente a las cuales] los bancos tienen difícil mantenerse a tono con las expectativas». Lo que hace que un cierto número de clientes, especialmente los más jóvenes (pero no sólo ellos) se planteen la posibilidad de abandonar la relación con su banco a corto plazo. Por otro lado, añade, muchos de los bancos no han completado la adopción de canales digitales, parapetándose en sus oficinas fisicas, mientras esa categoría de clientes se inclina hacia un modelo de banca sin bancos.

Son motivos más que suficientes para que el capital haya fluido hacia el modelo de negocio Fintech, remacha el estudio de Innoventures: 23.500 millones de dólares de capital riesgo en 2013-2014, de los cuales el 27% se movilizó para desarrollar servicios de préstamos al consumo, el 23% a soluciones de pagos y el 16% hacia el préstamo a empresas. No obstante, hasta la fecha esas compañías se han limitado, en la práctica a propuestas en los entornos e-wallet y préstamos P2P.

Tras este comienzo de baja intensidad, las fintech companies empiezan a capturar cuotas de negocio más ambiciosas en otras áreas. Su efecto global sobre el mercado financiero es aún escaso y los bancos no se han resentido económicamente de la competencia. Por consiguiente, Innoventures califica esta primera fase como Fintech 1.0, aunque las condiciones para que se produzca una transformación de mayor porte ya están presentes: los cambios normativos hacia open data y APIs2, el crecimiento del cloud computing, las aplicaciones analíticas de big data, las dinámicas de los consumidores digitales y las presiones para disminuir los costes de los servicios financieros.

Según el esquema, a través del uso inteligente de los datos y de procesos automatizados, las Fintech 2.0 se expandirán más allá de los confines del pago y del crédito al consumo. Se desplazarán por aguas más profundas, hacia las aplicaciones y procesos que se albergan en los sistemas middle y back office, donde residen las grandes aplicaciones del negocio principal bancario, y proporcionarán nuevas (y más ricas) propuestas a los clientes finales.

El modelo llamado Fintech 2.0 está a punto de eclosionar, sostiene el estudio de Innoventures, y “provocará una importante disrupción en el mercado financiero, en la misma medida que otras empresas de tecnología digital lo han hecho en industrias como la de viajes o el entretenimiento. Los modelos y procesos de negocio pre-digitales se quedarán obsoletos y miles de millones de dólares cambiarán de manos hacia los suministradores de estos nuevos modelos de negocio”.

Naturalmente, los bancos son conscientes de esta transformación y muchos han tomado la decisión de participar en la tendencia, apoyando activamente a los nuevos actores. La lista incluye a entidades como Citigroup, Santander, UBS, BBVA, Barclays, NAB y Capital One entre otros. Todos ellos han lanzado iniciativas de incubación y aceleración y han creado vehículos de inversión para impulsar y fortalecer este proceso de innovación.

Los bancos saben cuáles son sus desventajas frente a las startups, pero también conocen sus propios atributos. La estricta regulación es una carga en muchos casos, pero al mismo tiempo infunde confianza en el consumidor. Pese a que su trayectoria ha dejado unos sistemas costosos de actualizar y mantener, no es menos cierto que les proporciona una riqueza de información que los diferencia de los experimentos en boga. Y, por supuesto, los bancos entienden de su negocio y de los riesgos subyacentes, mientras que a los nuevos entrantes puede faltarles ese conocimiento.

En este contexto, la colaboración se recomienda como clave de una estrategia correcta. Las fortalezas y debilidades de cada bando implican que ambos harían mejor en entenderse que en competir. Las nuevas empresas digitales están condenadas a crecer rápidamente o morir y los bancos pueden ofrecer economías de escala y masa crítica en su acceso a la demanda. Esta es la tesis del documento, pero no es muy diferente de la sostenida durante años para calmar los ánimos entre operadores y OTT, sin que por ello desapareciera el conflicto de base.

En todo caso, ¿cuáles serían las áreas de colaboración más rentables? El informe no deja lugar a dudas: el leasing, la financiación de activos y el proceso hipotecario son los principales nichos en los que, juntos, ambos bandos podrían alcanzar eficiencias valoradas en miles de millones de dólares. ¿Qué tecnologías serán decisivas? Tampoco hay dudas: Internet de las Cosas (IoT), explotación inteligente de los datos, distributed ledger [tecnología que habitualmente se identifica con monedas virtuales] y automatización de procesos.

Con la increíble capacidad de los objetos para transmitir datos acerca de su identidad y entorno, hay actualmente una rica veta sin explotar en las áreas de activos financieros, gestión del riesgo, tarificación, conocimiento de las necesidades de los clientes y optimización de los procesos contractuales. Por ejemplo, señala el informe que IoT será fundamental para reducir sustancialmente las pérdidas de 4.000 millones de dólares derivadas de ineficiencias en la gestión colateral de los contratos de leasing.

De forma similar, las tecnologías digitales han creado una ingente cantidad de datos disponibles para la gestión bancaria. A través de la colaboración con las fintech, los bancos pueden mejorar los métodos para analizar con eficacia esos datos y explotar su conocimiento acerca de métricas valiosas sobre los comportamientos en las transacciones con clientes, la visualización de dichas conductas, evolución de los grados de satisfacción en tiempo real y preferencias de localización.

Por su parte, las tecnologías de distributed ledger tienen el potencial de transformar la forma en que las organizaciones gestionan las identidades, transacciones, pasivos y contratos. El estudio sugiere que estas aplicaciones podrían reducir entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales los costes de la infraestructura que los bancos dedican a la gestión de pagos, procedimientos de seguridad y cumplimiento regulatorio.

Mientras algunas fintech actuales están enfocadas en la carrera para construir ‘unicornios’ independientes (compañías valoradas en 1.000 millones de dólares por lo menos), lo que pinta un panorama especulativo poco tranquilizador, el informe plantea que las fintech 2.0 serán una oportunidad para impulsar los procesos y las infraestructuras de la industria global de servicios financieros, en la que los 300 principales bancos del mundo representan unos ingresos de 3,8 billones de dólares. El mensaje es claro: si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él. En eso están, o eso parece.

[informe Lola Sánchez]


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