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  30/10/2013

Intel se atrinchera en el datacenter

Llevados por la costumbre de las metáforas belicistas, algunos hablan de ´guerra de los chips`. Mejor sería hablar de una sucesión de batallas dispersas, que en estos tiempos se recrudecen, y en las que Intel va desvelando, poco a poco, cuáles serán sus armas para sobreponerse en un mercado que ya no domina con la misma holgura de otros tiempos. Mientras HP y otros experimentan con microservidores basados en la arquitectura ARM, el gigante de Santa Clara se ve apremiado por cocinar una estrategia que frene las aspiraciones de sus rivales en el centro de datos, el segmento de mercado del que extrae la mejor rentabilidad, gracias a su incomparable economía de escala.

Diane Bryant

Diane Bryant

Los resultados del tercer trimestre han confirmado que los problemas de Intel están por resolverse, a pesar del cambio en la cúpula. Los ingresos de 13.500 millones de dólares equivalen a crecimiento plano, y el beneficio operativo ha caído un 9%. Pero, atención, el Data Center Group ha aportado 2.900 millones al total, con un meritorio crecimiento del 6%.

Uno de los rasgos que caracterizan la renovación del equipo directivo que rodea a Brian Krzanich, el nuevo CEO, es la ascendencia de dos mujeres en puestos de alta dirección: Renée James, ahora número dos, y Diane Bryant, VP a cargo del Data Center Group. Al mismo tiempo, se produce la salida de dos figuras de la etapa anterior, el CTO Justin Rattner y, más trascendente aún, el anuncio de que el ´padre` de la familia Core, David Perlmutter, una vez frustradas sus aspiraciones sucesorias, abandonará Intel en febrero, tras 34 años de carrera.

En su presentación del reciente IDF de San Francisco, Diane Bryant explicó así el por qué de la estrategia de la división que dirige: «las TI ya no están para soportar el negocio; han pasado a ser la clave para que el negocio dé resultados. Vivimos en un nuevo circulo virtuoso de la computación; más y más dispositivos estarán online – habrá 14.000 millones conectados en 2016, de los que 5 millones serán de consumo y 9 millones machine-to-machine – que requerirán nuevos modelos de conexión con el datacenter«. Cada 600 móviles que se incorporan al parque – añadió – tiran de la capacidad de un servidor nuevo para atender el tráfico que generan en Internet; cada 120 tabletas ocupan otro servidor, y lo mismo ocurre con cada 12 cámaras de vigilancia. A los servidores, hay que sumar más capacidad de almacenamiento y de redes. Vamos, que según Diane Bryant, la demanda de chips sólo puede crecer.

Uno de los problemas de la diversidad de cargas de trabajo en los centros de datos es que requieren de una buena dosis de interacción humana. Y una vez que Intel ha visto las orejas al lobo, se esfuerza en resolver esta cuestión, para propiciar que la infraestructura – apoyada en el software y el cloud, que aprietan el ritmo – sea más dinámica y flexible, lo que vale tanto para los servidores como para las redes y el almacenamiento.

Es un valor diferencial con el que la compañía quiere acercarse a las compañías de servicios web, que gastan fortunas en sus datacenter de nuevo diseño. Su propuesta consiste en agrupar elementos de los servidores para crear espacios de capacidad disponible de los que se puedan nutrir las aplicaciones, en función de necesidades cambiantes.

En respuesta a la promesa de lanzamiento de un chip de 64 bits de ARM para los datacenter cuyo foco es la eficiencia, así como la competencia siempre viva de Power, MIPS y otras arquitecturas, Intel ha sacado a la palestra sus nuevos Atom C2000. Tanto en su versión Avoton (para microservidores) como en los Rangeley (destinados a las redes e infraestructuras de comunicación), el nuevo SoC está orientado a cargas de trabajo específicas, con el mismo fin de optimizar el consumo de energía. Pone Intel particular énfasis en las necesidades de computación reducidas, como ocurre en las grandes compañías de Internet (los centros de datos de Facebook se están convirtiendo en un ejemplo a seguir: la mayoría de las fotos almacenadas no son visitadas, pero ocupan espacio).

Según se ha informado, nueve fabricantes de servidores han desarrollado once diseños diferentes basados en el C2000, e Intel dice contar con 27 partners para crear dispositivos en red que utilicen su nuevo chip. Igualmente agradecida es la alianza con Microsoft para integrarlo en las plataformas Windows para centros de datos y en la nube de Azure. Pero el fabricante cree que no será suficiente para defender su fortaleza acosada, y ha comenzado a producir chips ´customizados` para ciertos clientes: ya lo está haciendo para eBay y Facebook, y quisiera hacerlo para Google.

Es que este tipo de recurso está ganando terreno en los centros de datos en los que la computación es casi el principal gasto asociado a los servicios que prestan. Pero el modelo choca con la principal ventaja que siempre ha tenido Intel, su capacidad de fabricar millones y millones de chips de la forma más barata y rentable. Durante años, las inversiones han sido enormes, con el fin de mantener la primacía en la industria del PC, otro de sus pilares, pero la personalización rompe el esquema.

Los SoC ´customizados` están ganando terreno gracias a su optimización para diferentes cargas de trabajo, y esta es la clave del éxito potencial de ARM, compañía británica que ya ofrece diseños para este tipo de chips, mientras que AMD – que con este fin ha comprado SeaMicro – ya ha señalado que este negocio concreto de chips ´customizados` (usados en las consolas PlayStation y Xbox)) representará un 20% de su facturación de este año. En cuanto a Intel, no hay elementos para saber hasta qué punto perseverará en la personalización integrada en sus SoC, pero esas capacidades tienen más que ver con la lógica que con el volumen de producción.

Para completar la estrategia, falta el nuevo miembro de la familia Ivy Bridge (Xeon ES-2600 v2). Destinado a servidores, almacenamiento y redes, es un 45% más eficiente que su predecesor Sandy Bridge, pero en este caso lo importante es demostrar superioridad en el funcionamiento, pues se orienta más a la computación de alto rendimiento (HPC), a los servicios cloud y los centros de datos corporativos. IBM lo va a integrar en su nueva plataforma NetScale System, mientras que HP y Dell también lo incorporarán a sus soluciones, y lo mismo harán Cisco, Lenovo, Cray y SGI. Con Amazon, la cosa va a mayores: esta empresa prevé utilizar el ES-2600 v2 en sus servidores para AWS, presumiendo ante sus clientes de que llevan Intel Inside, un eslogan que por lo visto conserva vivo su valor.

Para el futuro, que se anuncia cercano, el gigante californiano tiene otro as en la manga. Añadirá un SoC de bajo consumo y alta potencia a la familia Xeon E3: se fabricará con la tecnología de 14 nanometros, una proeza industrial, con el nombre de Broadwell. Está previsto para el año próximo, y parece que se destinará principalmente a cargas de trabajo con mucha intensidad de gráficos, como los videojuegos online o la transcodificación. De nuevo, este sería un muro defensivo contra la cantada entrada de ARM en los servidores.

Otro camino abierto por Intel y anticipado hace algunas semanas, es el de sus experimentos con sistemas fotónicos basados en silicio, de los que se dice que pueden alcanzar ratios de 100 Gbps para enlazar elementos en los servidores y en los nodos de almacenamiento. En parte, resolverían la acumulación de cables de cobre en los centros de datos. La meta declarada es doblegar la leyenda de la ley de Moore, para lo que las infraestructuras cloud tendrán que cambiar: los clientes querrán conservar la uniformidad en el conjunto de instrucciones, pero a la vez desearán obtener elementos de procesamiento optimizados para cargas de trabajo específicas.

Intel ya trabaja en este tipo de sistemas fotónicos con Facebook y también en Asia con China Mobile, Alibaba y Baidu. Quien crea que la fortaleza de Intel es vulnerable, que lo piense dos veces; este es el mensaje implícito.

[informes de Pablo G-Bejerano y Mario Kotler]


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