Es, puede decirse sin exagerar, uno de los proyectos tecnológicos más atractivos de los últimos tiempos, desde los puntos de vista filosófico, humano y técnico. Watson representa el intento más serio de casar el concepto de inteligencia artificial con los campos de interés estratégico para la sociedad; ha salido de los laboratorios de una empresa como IBM, por lo que ha de ser coherente con objetivos comerciales. Pero las circunstancias presionan para forzar el mayor impacto económico, porque hay prisa por abrir nuevos yacimientos de crecimiento. Virgina Rometty, la CEO de IBM, ha dicho que Watson puede ser un negocio de 10.000 millones de dólares en una década.
Originalmente, en 2007, Watson fue un proyecto de lustre, ideado para ser la primera máquina capaz de derrotar a los humanos en un típico concurso de preguntas y respuestas, combinando algoritmos, tecnología de búsqueda, lingüística computacional y machine learning. Con esas armas venció a dos contrincantes humanos en el concurso televisivo Jeopardy. A partir de entonces, Watson pasó a ser la piedra fundacional de una nueva línea de sistemas inteligentes, capaces de sacar ventaja de lo que ahora se llama big data y de tecnologías afines, para encontrar respuestas instantáneas a cuestiones de complejidad creciente, formuladas en lenguaje natural.
La marcha de la corporación ha tenido sobresaltos en los últimos años. Junto a la reestructuración de sus actividades de hardware, IBM se está redimensionando para expandir sus negocios de cloud y software, que no son los más grandes pero sí los más rentables del momento. Este año, Rometty invertir 1.200 millones de dólares en la infraestructura que necesita para explotar la integración de SoftLayer, y otros 1.000 millones para dar consistencia al futuro de Watson. Esta unidad de negocio exhibe un ritmo lento, estabilizado en torno a los 100 millones desde 2011, pero tras la creación de una rama de computación cognitiva, esta ha sido reforzada con especialistas y 100 millones de dólares dedicados a financiar startups que desarrollen «una nueva clase de aplicaciones» para Watson.
Manoj Saxena, quien fue el artífice de la conversión de un proyecto de investigación con objetivo limitado en una unidad de negocio con miras más amplias, ha abandonado IBM pero sigue vinculado a Watson a través de su propio fondo de inversiones especializado en el campo de la computación cognitiva. La responsabilidad ha pasado a Michael Rhodin, VP senior del grupo de soluciones de software, quien explica así su objetivo: «junto con nuestros partners vamos a desarrollar una nueva clase de aplicaciones, que aprendan de la experiencia y mejoren con cada interacción, para ayudar a resolver las más complejas cuestiones de la industria y la sociedad».
Desde 2011, el trasvase de IBM Research a IBM Software Group refleja que no se trata de otra vuelta al concepto clásico de proceso de datos masivos de un mainframe ni de la velocidad de cálculo que puede alcanzar un superordenador: lo que se pretende es imitar la capacidad de asociación del cerebro humano, su habilidad para el aprendizaje y la comprensión del contexto, de actuar más como un asistente que como una herramienta. En este sentido, Watson encaja como una oportunidad en la estrategia de business analytics de IBM.
A primera vista, Watson sería el complemento para aplicar el análisis de alto rendimiento a sectores verticales y a los problemas por resolver en esos verticales. La medicina – en particular la industria médica, que en Estados Unidos está subordinada a las aseguradoras – está siendo un fértil primer campo de aplicación.
La medicina es un ´vertical` afectado como pocos por una sobrecarga de información, que dificulta encontrar en el más breve plazo los procedimientos adecuados para cada patología y cada paciente. Y se trata de información que se duplica en volumen cada cinco años, cuya pertinencia cambia continuamente y que cuanto antes sea procesada, antes podrá aplicarse al diagnóstico. Su papel es ayudar a los médicos a acertar cuanto antes en una terapia: Watson puede ser entrenado para explorar un volumen equivalente a un millón de libros y cientos de miles de historias clínicas (que ningún profesional podría digerir) para responder una pregunta médica en menos de tres segundos.
Es un caso, una fuente de negocio, pero IBM ha puesto en marcha lo que llama Watson Group Business Unit, encargada de tomar iniciativas de comercialización en otros sectores, e inicialmente ha seleccionado los de servicios financieros [por ejemplo con Citibank], telecomunicaciones y distribución. La unidad de negocio ha sido dotada de 100 millones de dólares para invertir en desarrollos de terceros. Y, según se ha publicado, Saxena ha aportado algunas startup con financiación adicional.
La computación cognitiva viene de una prehistoria, los sistemas expertos – primera ola de entusiasmo con la inteligencia artificial – que prometieron demasiado. Aquella experiencia se conjuga ahora con el ruido en torno a big data, pero IBM se enfrenta a dos retos. El primero es que construir una máquina de uso único con el fin de batir a Gary Kasparov o de ganar un concurso de la tele es mucho más fácil que resolver problemas del mundo real.
En opinión de Saxena, «Jeopardy fue un escaparate; hemos tenido que deconstruir áreas enteras de conocimiento para ir más lejos: ha sido como tener el motor de un Ferrari y ponernos a inventar un coche nuevo con él; y cuando lo hicimos, hubo que inventar qué cosas hacer con él, que con el original no se podían hacer».
En cuanto al segundo reto, fuentes externas han estimado que a IBM el primer Watson le costó unos 5 millones de dólares, pero oficialmente el premio recogido por ganar Jeopardy fue de 77.147 dólares; una proporción que sería insostenible en un contexto como el que hoy vive la compañía, atrapada en sus promesas de retorno de beneficios a los accionistas.
Físicamente, Watson se ha achicado. En 2011 estaba configurado por 90 servidores y 20 terabytes en disco; en su versión actual ocupa el espacio de un servidor Power en rack, su impronta es dieciseis veces menor y es 240 veces más rápido. Su futuro inmediato está en la nube, confirmando las hipótesis de que sería el soporte para un servicio avanzado, una especie de ´superconsultor` que funcione según el modelo cloud. Watson Analytics, Discovery Advisor o Watson Explorer son algunos de los nombres con los que se designa esa oferta comercial, que podría reforzar la plataforma aportada por la compra de SoftLayer.
Varios cientos de desarrolladores presentaron ideas de aplicación a una convocatoria que se cerró el 14 de abril. A 25 de ellos se les dio la ocasión de trabajar cinco días con Watson y de la ronda siguiente han salido cinco que el 30 de mayo tendrán la oportunidad de defender sus proyectos ante un jurado que distribuirá los recursos para seguir adelante. Una conjetura a que ha dado lugar ese concurso de ideas – anunciado por Virginia Rometty en el Mobile World Congress – es que Watson podría ser el embrión de un futuro asistente personal, a la manera de Siri (Apple) o Cortana (Microsoft) o el que prepara Google. Ya se verá.
[en base a un informe de Arantxa Herranz]