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  3/05/2013

Huawei: que por ambición no quede

Así, a bote pronto, la frase resulta chocante: «el mercado de Estados Unidos ha dejado de interesarnos» [Eric Xu, miembro del comité ejecutivo de Huawei. Una vez matizada, la frase se queda así: «vemos muy difícil que el mercado de Estados Unidos sea una fuente de ingresos primarios» [Roland Sladek, director de comunicación de Huawei]. En las dos versiones, fue pronunciada durante la conferencia de analistas que la empresa convocó en su sede de Shenzhen. Entresacando, el matiz parece estar en que Xu se refería al negocio de infraestructuras para operadores, sin que ello implique abandonar un país en el que ha invertido mucho pero que últimamente le resulta hostil. Sladek hablaba de redes.

Ren Zhengfei

Ren Zhengfei

Por la fuerza de las palabras, esta fue la materia prima de los periodistas que asistieron a la conferencia. En cambio, los analistas profesionales se volcaron en otro asunto, la perspectiva de la división Enterprise. Otro Xu, que se hace llamar William y es el presidente de esta división, anticipó que este año cerrará con una facturación de 2.700 millones de dólares, un fantástico salto del 45% sobre los 1.900 millones de 2012, que a su vez fueron un 26% superiores a los ingresos de 2011. A su lado, el negocio de redes ha crecido un 6,7% y el grupo de consumo un 8,4%.

Es evidente que la empresa china espera que la división Enterprise tome protagonismo creciente, mientras la infraestructura de operadores va a perder peso porcentual en la facturación. Según la información facilitada, Huawei espera que la cuota de su negocio convencional baje del 73% al 60% en 2017. En paralelo, el de consumo debería pasar del 21% al 25% y el de empresas del 5% al 15%.

Indirectamente, puesto que Xu mencionó como objetivo una facturación a empresas de 10.000 millones en 2017, se puede inferir que la cifra de negocios total de Huawei debería superar los 60.000 millones de dólares dentro de cinco años. Aunque se trate de una empresa china que en diez años ha pasado de 2.700 a 35.000 millones, la cifra se antoja ambiciosa. Ian Song, analista de IDC, expresó desde Shenzhen su «sano escepticismo» sobre las posibilidades de mantener un progreso medio del 45% durante cinco años, en el contexto de un mercado TI global que crece a una media de no más del 5%. Según Song, sólo podría conseguirse globalmente si el mercado chino aportara un crecimiento diez o veinte puntos por encima del objetivo, pero así no se construye una empresa global. Sin contar, claro, con la talla de los enemigos a los que tendrá que enfrentarse. Y sin contar, añade Song, con la pérdida de importancia relativa del hardware y el ascenso correlativo del software, que no es – opina el analista de IDC – un punto fuerte de la compañía china.

El comentario añade que Huawei necesita completar y clarificar su cartera de productos, y articular vínculos estables con canales de distribución que, normalmente, tienen compromisos firmes con sus competidores. En opinión del analista, la oferta de Huawei es todavía incompleta, pero presenta ventajas apreciables de TCO (coste total de propiedad), atractivas en estos tiempos recesivos. En todo caso, quizás 2017 sea poco tiempo para llegar a la meta expuesta por Xu (William). De hecho, la proyección planteada inicialmente ha sido rebajada, para tomar en cuenta la realidad del mercado.

Otro analista, Brian Wang, de Forrester Research, opina que «con su experiencia en el suministro de redes a operadores, Huawei debería tener fácil producir switches y routers para empresas». En la práctica, estima Wang, 1.400 de los 2.700 millones de facturación de este año de la división serán aportados por su kit de networking, lo que explica por qué los directivos de Cisco tuercen el gesto cuando se les nombra al competidor chino.

Descartados los grandes operadores de Estados Unidos, a los que no tiene otra opción que renunciar, ¿pretende Huawei vender sus productos – servidores, almacenamiento, seguridad, networking – en el mercado corporativo estadounidense? Desde luego que sí: la semana próxima tendrá una presencia más amplia que nunca en la feria Interop, de Las Vegas, y pronto volverá a reunir al canal de distribución, que en buena parte es un legado de la sociedad que tuvo con Symantec, absorbida completamente el año pasado. Entretanto, ha surgido otro inconveniente: la administración Obama ha promulgado una norma que prohibe a las agencias gubernamentales comprar a «proveedores que sean propiedad o reciban subsidios del gobierno chino». La regla no tienen por qué cumplirla las empresas privadas, pero cuesta imaginar que no se sentirán concernidas por la restricción.

Frente al insistente argumento de los riesgos de seguridad que podría plantear la compra de productos de Huawei, la compañía ha reclutado como director global de ciberseguridad a John Suffolk, ex CIO del gobierno británico. No se sabe cuánto hay de cosmético en el fichaje, pero lo primero que ha dicho Suffolk es que su empleador necesita un «cambio sistémico» en la materia, para contrarrestar las percepciones negativas.

Ante el bloqueo con el que tropieza en Estados Unidos – donde cosecha sólo el 4% de sus ingresos – Huawei ha reforzado aún más su sólida posición en los mercados europeos, donde ha desplegado 32 de las 60 redes LTE comerciales. Acaba de firmar un contrato de gestión de red fija y móvil con Vodafone España, ampliando acuerdos que datan de varios años. Sólo por comparar: Huawei tiene 7.500 empleados en Europa y 1.800 en Estados Unidos; según sus planes, la plantilla europea subirá a 13.000 en los próximos cinco años; durante ese período ha prometido una cuantiosa inversión en Reino Unido, y ha iniciado la instalación de un centro de desarrollo en Finlandia, con la expectativa de fichar antiguos ingenieros de Nokia.

¿Tiene mejores perspectivas en Europa la división de empresas? Puede que sí, pero la recesión y la parálisis de inversión consiguiente atenta contra el cumplimiento de su plan. Por otro lado, no le faltan problemas regulatorios: la Comisión Europea estudia desde hace tiempo las prácticas comerciales de Huawei como presunto dumping en las ventas de equipos de infraestructura, pero no encuentra sustento necesario para abrir un expediente: para hacerlo, sería necesario la denuncia formal de un competidor europeo, pero es un hecho que ninguno de los tres (Ericsson, Alcatel Lucent y Nokia Siemens) está dispuesto a tomar la iniciativa, por temor a sufrir represalias en sus contratos con los operadores chinos. Es lo que ha sugerido la ministra sueca de Comercio.

Como trasfondo de la conferencia de analistas de Shenzhen, han vuelto a aparecer las tres objeciones que menean los medios a propósito de la compañía: gobernanza, transparencia y eventual salida a bolsa. Sobre la primera cuestión, el fundador y chairman Ren Zhengfei, se manifestó a través de un «correo interno» en el que lo más sabroso es su promesa de que ningún miembro de su familia le sucederá «porque no tienen las cualidades necesarias» [su hija, Meng Wangzhou, que se hace llamar Cathy, es la actual CFO de la compañía].

Desde hace un tiempo, se ha hecho visible la existencia de un triunvirato de facto, formado por el propio Ren y dos vicechairmen, Xu (Eric) y Guo Ping. El segundo dio que hablar el pasado febrero, cuando reveló por primera vez detalles financieros como parte de un esfuerzo por transmitir imagen de transparencia, dentro de lo que es usual en los arcanos de la sociedad china. Dos meses después, el primer plano de la escena ha sido ocupado por su colega Xu. Acerca de la salida a bolsa – tema que apasiona a la prensa financiera anglosajona – la respuesta del fundador ha sido contundente: tal cosa no ocurrirá al menos durante los próximos diez años.

[con información adicional de Paul M]


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