Esta vez puede que la pesadilla de Sony haya pasado. O eso parece, de cumplirse la previsión de cerrar el actual ejercicio con los mejores resultados de los últimos 20 años. La compañía ha encadenado reestructuraciones y despidos, prácticamente desde que el televisor se reconvirtió en plano: en 1998, sus beneficios fueron de 520.000 millones de yenes, para reducirse a la mitad al año siguiente y otra vez a la mitad en el 2000. Desde entonces no han levantado cabeza. Los de 2017 serían los primeros resultados decentes desde que Kazuo Hirai tomó las riendas en abril de 2012. El pronóstico revisado augura un beneficio operativo de 630.000 millones de yenes (4.770 millones de euros).
Significativamente, la recuperación hay que atribuirla en buena medida a la división de semiconductores – un pilar desconocido por los consumidores – que pasará de perder dinero en 2016 – culpa de un terremoto menor pero destructivo para esta industria – a contribuir con una cuarta parte del beneficio operativo total. Las imágenes difundidas muestran una nueva imagen del CEO, envejecido con motivo y eufórico con razón.
La consola PS4 ha contribuido positivamente en el segundo trimestre del ejercicio – que terminará a finales de marzo – pero también hay confianza en los videojuegos y en el streaming de películas y música. Serían fruto de la estrategia de los últimos cinco años, tendente a transformar Sony, que todo el mundo considera como una compañía de hardware, en otra muy achicada que vende sobre todo servicios y componentes.
Puede parecer contradictorio que tras comunicar que los beneficios del segundo trimestre han crecido un 22%, el director financiero, Kenichiro Yoshida, fuera más circunspecto que el CEO: “la pregunta que hoy no puedo responder es si seguiremos creciendo en los próximos años”, dijo a los analistas. No obstante, la previsión a corto plazo es claramente optimista: Sony batiría el récord de 1998 superando con holgura lo que ya barrutaban los accionistas.
El segundo trimestre se ha caracterizado por un aumento de las ventas de la consola PS4, que se espera represente el 23% del beneficio previsto. Los televisores 4K, marginales a efectos contables, pero que ayudan a mantener viva la imagen de marca. Aunque la marca es identificada como de electrónica de consumo (televisores, sonido y smartphones) este agregado representa sólo el 10% de los beneficios.
Otros negocios – maduros o imprevisibles – como las consolas y el cine, aportan el 40%. Aunque el negocio más rentable y a la vez estable – un 28% del beneficio total – lo aportan los componentes, en especial dos especialidades de Sony, los sensores de imagen y los objetivos para las cámaras de smartphones [suministra a Apple esos componentes para la cámara dual del iPhone X]. Al fin y al cabo, la decisión de invertir masivamente en la división de semiconductores ha sido un acierto: Sony detenta el 42% del mercado de sensores de imagen y hace lo necesario para montarse en la ola de la realidad aumentada con sus sensores 3D, un mercado fragmentado de entrada.
Hirai, que en cada ronda de resultados promete buenas noticias para la siguiente, fue premiado esta vez con una subida en bolsa: la acción de Sony alcanzó su máximo en nueve años tras conocerse los resultados. La secuencia se remonta a su antecesor, Howard Stringer. Nada más ser encumbrado al máximo puesto, Hirai se lanzó a cerrar y/o vender negocios poco o nada rentables, canceló o externalizó la fabricación de varias líneas de producto y, en consecuencia, eliminó miles de empleos. Para el recuerdo en España queda la enajenación de su planta de Viladecavalls (Barcelona), una de las pocas que tenía en Europa. Ironías de la vida: con los años, Panasonic, su eterno rival, acabaría quedándose con esa fábrica, donde ahora fabrica monitores para coches.
Kazuo Hirai no desaprovechó el anuncio de resultados para montar un show simpático, la presentación de la segunda generación del perrito-robot Aibo, que pondrá a la venta en Japón en enero a un precio equivalente a 1.500 euros más una cuota mensual de 20 euros. Según dijo, “la misión de este nuevo Aibo, y la razón de ser de Sony, es fomentar la curiosidad de la gente y estimular sus corazones”. El modelo original, introducido en 1999, despertó mucha atención pero fue retirado del mercado en 2006 tras haber vendido sólo 150.000 unidades.
A la prensa japonesa le ha llamado la atención que Aibo lleve, en lugar de WiFi, una conexión 4G: ¿acaso cree Sony que los usuarios se van a pasear por las calles con esta mascota? se pregunta. Aibo se alimentará con una dieta de megabytes en complicidad con otros dispositivos interconectados. La cuota mensual, una novedad del modelo de negocio, costeará la infraestructura cloud donde se actualizarán permanentemente los datos generados por el perrito; será de pago obligatorio durante tres años.
Aibo – equipado con un procesador de 64 bits de cuatro núcleos – es un testimonio de la actividad de I+D en inteligencia artificial que llevan a cabo los laboratorios de Sony, una línea de trabajo paralela pero no similar a la moda de los chatbots o asistentes personales popularizados por Amazon. La compañía nipona dedica un 6% de su cifra de negocios a I+D porque es consciente de que ahí radica su futuro. Y, por cierto, ha lanzado un esquema interno de aceleración de proyectos con esta definición: “aparte de buscar productos novedosos, se pretende instaurar en la mentalidad de los empleados jóvenes el orgullo de trabajar en una empresa cuya historia se identifica con la innovación”.
En cualquier caso, el futuro de Aibo es el menor de los retos que esperan a Sony. Su director financiero se permitió una sinceridad poco frecuente en la cultura empresarial japonesa: “durante dos décadas – dijo – no hemos sido capaces de encontrar el modo de seguir mejorando”. Es una de las frases de Yoshida que han destacado los analistas; otra fue la expresión “beneficios recurrentes” al referirse a los objetivos a corto plazo.
Algo tienen de coyuntural las previsiones del año fiscal, vino a decir el CFO. Para asegurarse el futuro, la clave está en los servicios, que se aglutinarán bajo un mando único: la empresa ha designado a John Kodera responsable de Sony Interactive Entertainment. Especialista en servicios online, Kodera aspira a replicar el éxito que ha tenido [pese a ser víctima de un hackeo monumental] la PlayStation Network, con 70 millones de usuarios activos que pagan una cuota mensual. En la actualidad, el desafío se ha puesto cuesta arriba; porque pese a haber partido antes, Sony tiene ahora que competir directamente con Spotify, Apple y Google, por no hablar de otros que quieren su mordisco del pastel (Amazon, Netflix o Tencent, por ejemplo).
Es pronto para saber cómo cerrará Sony la segunda década del siglo, pero al menos ha logrado contener la hemorragia, que no es poco logro. Ya se verá si con la rehabilitación y las medicinas adecuadas podrá recuperar la salud.
[informe de Lluís Alonso]