Antonio Neri lleva 23 años en HP y apenas seis meses como CEO de HPE. De su primera aparición como tal, en la conferencia Discover (Las Vegas) sobresale un anuncio: invertirá 4.000 millones de dólares en cuatro años para desarrollar su capacidad en edge computing, en un entorno muy ´cloudificado`. Neri ha llegado al puesto con un perfil distinto al de su antecesora: Meg Whitman, venía con galones y se empleó a fondo para que la sobreviviera a varias vueltas de campana. Otro es el perfil de Neri: ha ascendido todos los escalones desde sus comienzos como ingeniero de soporte. Con este equipaje, parece estar convencido de que edge computing es su oportunidad de marcar una huella propia.
La premisa ha sido expuesta elocuentemente por los predicadores que tanto abundan en esta industria: en los dos próximos años se generará el doble de todos los datos creados a lo largo de la historia. Son datos que tienen valor e impactan directamente en los negocios. El mundo es más inteligente, se supone – aunque al observar ciertos comportamientos hay razones para dudarlo – y se debe a esa ingente cantidad de información.
Uno de los problemas que tan optimista descripción plantea es que los miles de millones de dispositivos conectados derivan del procesamiento de esa información a la nube; para que sean útiles, se necesita que ocurra en tiempo real, en milésimas de segundo. Conceptualmente, edge computing persigue la superación de ese reto: acometer la computación en la periferia, en la fuente de los datos, para acelerar el proceso y tomar decisiones basadas en el conocimiento recopilado a partir de su análisis.
Dicho así, todo parece más fácil de lo que realmente es, como demuestra el hecho de que el 94% de los datos localizados en el edge [borde o extremo] están desaprovechados o directamente se pierden. Esta situación es insostenible: Gartner prevé que en 2022 el 78% de los datos generados en las empresas procederán del edge, mientras que ahora mismo la proporción es de sólo el 10%.
Los dos párrafos anteriores sirven de contexto para la nueva actitud que HPE expuso en Las Vegas y volverá a evidenciar en el Discover europeo de noviembre. Su visión a largo plazo contempla que las organizaciones se articularán en torno a la nube y al edge computing, con los datos como protagonistas. En resumen: un mundo con millones de nubes distribuidas en cuyo contorno será posible conectar los datos. En esencia, descentralizar las capacidades de captura y análisis de los datos para aprovechar a tope la avalancha de información.
HPE tiene los mimbres para hacer esto. Uno de ellos, sin duda, es Aruba Networks, que jugará un papel central en esta estrategia. A partir de las capacidades existentes, Neri se propone redoblar los esfuerzos para convertir HPE en cabecilla de este paradigma. En Discover, dejó entrever un proyecto de I+D definido como «el más grande y complejo encaminado a la computación basada en memoria» para acelerar el procesamiento del modelo edge computing.
El gran rival es Dell. Antonio Neri está persuadido de que HPE le saca varios cuerpos de ventaja. Según dijo en público, Dell no tiene una estrategia en este campo: menospreció su oferta de competitividad (Force10) frente a la de Aruba. De hecho, Discover fue la ocasión escogida para presentar una nueva solución, SD-Branch, con la que esta división de HPE propone simplificar la implementación y gestión de lo relacionado con la conectividad de las sucursales u oficinas remotas de las empresas desde una ubicación central.
Por cierto, la única ventaja que Neri reconoce a Dell es la que procede de VMware, aunque la califica como coto cerrado mientras que HPE – según él – construye un ecosistema abierto a sus socios.
De este modo, sin flaquear en la batalla por los servidores y el almacenamiento – en las que Dell se le ha adelantado – HPE quiere jugar en primera división: la nube híbrida y edge computing serán su terreno de conquista. Ya ha echado a andar, dejando un rastro que delata su senda y, como prueba, vale el anuncio de incorporar las capacidades de Azure y Amazon Web Services a su oferta GreenLake de pago por uso. Gracias a esta, HPE puede manejar cargas de trabajo en nubes públicas y privadas, utilizando automatización y servicios remotos, con lo que se reducen las necesidades de personal para la gestión y supervisión.
Los resultados del segundo trimestre – cerrado en mayo – ya reflejaban este cambio de prioridades. El área de edge computing, con algo más de 700 millones de dólares de ingresos, crece a un ritmo interanual del 17%, mientras que Aruba HPE crece al 18%. Los ingredientes están; es cuestión de tiempo valorar lo que se va cociendo.
[informe de David Bollero]