Es razonable preguntarse qué ha cambiado Antonio Neri en los nueve meses que lleva al timón de Hewlett Packard Enterprise (HPE). Mucho en el estilo, poco en el hilo conductor: no ha sido nombrado CEO para alterar una estrategia que contribuyera a diseñar como mano derecha de Meg Whitman. “A algunos de ustedes les sonarán familiares – dijo Neri en un encuentro con periodistas durante la conferencia Discover Europe – los dos hitos del año fiscal 2018: hemos acelerado en Intelligent Edge y seguimos creciendo con rentabilidad en Hybrid IT”. Se refería a los dos grandes bloques en los que ha reorganizado el negocio tras una secuencia a veces desconcertante de desinversiones y adquisiciones.
La semana siguiente, Neri presentaría los resultados del año fiscal con estas dos grandes magnitudes: 30.852 millones de dólares de ingresos (+7%) y 2.778 millones de beneficio operativo (+9%). De los segmentos citados, Intelligent Edge representa el 9% de los ingresos, pero es el que más crece, mientras Hybrid IT – un cajón de satre en el que cabe tanto el legacy como lo más moderno – aporta el 79% de la facturación.
De lo dicho por Neri se puede deducir que le gusta más otra clasificación que distingue los negocios de volumen por un lado y los de valor por otro: los primeros crecen a un ritmo del 7% anual y los segundos al 20%. Pero, en lugar de contraponerlos, subrayó que son concomitantes.
Seis trimestres consecutivos de beneficio en aumento – y el hecho de que HPE no está expuesta directamente en el mercado chino – han ayudado a que su acción evitara los bandazos que últimamente ha vivido Wall Street. Pero, por buenas que sean las cifras de 2018, hay que mirar adelante, y Neri ve despejado el horizonte: “la demanda de tecnologías de la información mantendrá en 2019 su robustez. La competición será tanto o más dura que de costumbre, pero ahora mismo no esperamos irracionalidad en los precios, al menos en nuestras principales líneas de negocio”.
En la rueda de prensa, trajo Neri a colación un estudio de Gartner según el cual el 75% de los datos no se generan en el núcleo del datacenter sino en la periferia, en el edge [borde, filo u orilla, pero suele traducirse como extremo]. Aunque semánticamente contradictorio, el mensaje de HPE propugna que las T.I. serán edge-centric. “Creemos que el extremo inteligente será la próxima frontera – pontificó – donde ponemos nuestra prioridad estratégica”. En este punto, pasó un par de veces la palabra a Keerti Melkote, fundador de Aruba Networks y ahora presidente de Intelligent Edge.
El argumento sonaría así: la explosión de datos crea una oportunidad potencial de negocio – Neri la estimó en 140.000 millones de dólares – razón por la que HPE anunció en julio que en los próximos años invertirá 4.000 millones de dólares para dotarse de capacidades [conectividad, seguridad, automatización e inteligencia artificial] en ese campo.
Por otra parte, la oportunidad de mercado que abre la hibridación de las T.I. es enorme, unos 187.000 millones de dólares; es aquí donde con más claridad se observa un desplazamiento estratégico desde el volumen hacia el valor. “Desagregamos los elementos de la infraestructura en hardware y software, podemos combinar la experiencia cloud con la economía on-premise, para que decidan por sí mismos cuál es la fórmula más eficiente para su caso específico”, preconizó Phil Davis, chief sales officer de HPE que desde julio acumula la presidencia de la rama Hybrid IT.
Si algo se ha puesto en evidencia con los anuncios de Discover Europe es un distanciamiento gradual – y no tan gradual – de las áreas de negocio más convencionales, en creciente ´comoditización`. Un ejemplo de ellos es la nueva fase de su arquitectura modular Synergy, plataforma que integra la entrega de servicios cloud a través de lo que llama Cloud Componible. Según su literatura corporativa, “añade flexibilidad y rendimiento a cualquier carga de trabajo en entornos de nube privada o híbrida”.
Esta solución componible presenta al menos dos rasgos singulares. El primero es que puede estar presente tanto en los servidores de la línea Synergy como en los ProLiant DL. En cuanto a la relación de los clientes con los proveedores de cloud pública [indiferentemente AWS, Azure o Google Cloud] se les da la posibilidad de escoger opciones de almacenamiento, hipervisor y networking bajo una gestión única.
Al respecto viene a cuento recordar que IDC valoraba en 2017 el naciente mercado de infraestructura componible y desagregada (CDI) en unos 300 millones de dólares globales, pero que – con la entrada en esta categoría de las grandes marcas de T.I. – ha revisado su proyección elevándola a 3.400 millones en 2022, por lo que sería insensato dar la espalda a un crecimiento medio del 56% anual.
Discover ha permitido visualizar el fruto menos conocido de la adquisición de Nimble el año pasado. Infosight aporta capacidades de autodiagnóstico y planificación de cargas de trabajo en las cabinas de almacenamiento 3PAR, que gracias a ello rejuvenecen. Otra adición importante es Memory-Drive Flash, que HPE describe como “una nueva clase de almacenamiento con la ratio de latencia más baja del mercado”.
El así llamado “despliegue de sistemas IoT en el extremo” fue otro de los temas estrella. En ello influyó Edgeline Converged System, que combina el procesamiento de datos de gran volumen con el control local en tiempo real. Este software permite fusionar datos de una variedad de aplicaciones de terceros: “vamos agresivamente a por un mercado distinto del datacenter, un mercado que está destinado a crecer exponencialmente porque cuantas más ´cosas` se conecten más datos se generan y de ellos se deriva un valor hasta ahora poco o nada explotado”, sentenció otro ponente cuyo nombre no logró registrar el autor.
Sepultada entre tantas novedades, pudo pasar inadvertido que HPE no se ha dado una pausa en la ola de adquisiciones protagonizada por la predecesora de Antonio Neri. Coincidiendo con Discover, se conoció la compra de BlueData, una startup cuyo mérito consiste en hacer más fácil el despliegue de infraestructuras para big data y machine learning, y que vale tanto para el datacenter como para la nube y entornos híbridos.
Este sería, entonces, el último de los tres pilares en la fórmula enunciada machaconamente por Neri. Tras edge-centric y cloud-enabled, toca el turno a data-driven. Es decir: las empresas tienen acceso a ingentes volúmenes de datos, históricos u operativos, internos o sobre sus clientes, pero la verdad es que en más de la mitad de los casos, los intentos analíticos fracasan debido a la complejidad implícita de la tarea y a la insuficiente automatización. También para esto se apoya HPE en una predicción de IDC según la cual en 2022 el mercado global combinado de IA, machine learning y big data tendrá un valor de 160.000 millones de dólares. Sin embargo, advierte la consultora, la concreción de esta cifra está condicionada a la disponibilidad de recursos humanos capacitados.