Al constatar que, contra la costumbre, en la reciente conferencia Google I/O no se anunciaba ninguna novedad de hardware, muchos entendieron que Google prepara una revisión de su estrategia, que sólo podría tener como objetivo la ampliación de su cuota de mercado. Una revisión que, como es lógico, implicaría un ajuste en sus relaciones con las marcas que la acompañan en su aventura Android. Es un hecho que desde el lanzamiento del primer smartphone Nexus – fabricado por HTC – se daba por supuesto que habría una nueva generación cada año; más o menos lo mismo se pensó tras la aparición de la tableta Nexus 7, producto de la colaboración de Google con Asus. No es tan sencillo como parece.
Está claro que, para Google, el hardware es un instrumento al servicio de su negocio principal y casi único. Pero no puede dejar librado al aire de lo que hagan o dejen de hacer los fabricantes que hayan licenciado Android. Y, por otro lado, el desarrollo de la tecnología es tan veloz, que hay que estar al quite para que cada nueva generación sea diferente a la anterior, con intervalos cada vez más cortos, mejorando estándares y especificaciones, que en la serie Nexus han mejorado continuamente.
Tras aquel tosco intento que dio en llamarse G1, en 2008, Google decidió que su marca de smartphones sería Nexus, y desde entonces ha ampliado la línea a smartphones y tabletas asociándose con distintos fabricantes. En cada caso, al nuevo modelo le ha tocado jugar un papel de pivote en la introducción de variantes de software, aun con el riesgo de ahondar en la fragmentación que dicen es el mayor problema de Android. Fragmentación, puede ser, pero siempre con la condición de que un Nexus es un Android «puro», sin admitir que el fabricante preinstale añadidos de su coleto. Para los desarrolladores, es más fácil trabajar con el sistema operativo «oficial» que adaptarse a variantes de terceros, como Samsung o HTC, que han intentado colar sus innovaciones sobre el original.
Ese modelo de negocio parece a punto de cambiar. O modularse, al menos. En la conferencia de mayo, Google no presentó ningún Nexus, pero mostró – para sorpresa de muchos – un Galaxy S4, de Samsung, que se ajustará a la ortodoxia de Android, y será lanzado a finales de este mes. Al parecer, lo mismo tiene intención de hacer HTC con su modelo One, obligada a pasar por el aro; se llamarán – era fácil adivinarlo, ¿verdad? – Google Edition, y con esto ya se sabrá quién manda. Desde luego, ninguna va a renunciar a sus desarrollos, pero quizá han llegado a la conclusión de que volver al redil es preferible a afrontar un muy eventual conflicto. Algo tendrá que ver el hecho de que Motorola, ahora propiedad de Google, prepara su reaparición como marca con un smartphone Moto X (por tanto, tampoco será un Nexus).
¿Significa que Google va a invertir menos en el desarrollo de smartphones bajo su propia marca y canal de distribución? De ninguna manera; sólo que va a condicionar sus inversiones a la conveniencia de marcar el modelo de referencia para que los fabricantes se plieguen. Al fin y al cabo, vendiendo smartphones se gana poco o ningún dinero, y la disciplina es un grado. Y la hegemonía de Android está asegurada: según IDC, su cuota de mercado en smartphones ha sido del 75% en el primer trimestre, quince puntos más que un año antes, mientras la del iPhone – aunque aumentando en números absolutos – caía del 23% al 17,3% en el mismo lapso.
El próximo smartphone de la familia Nexus llevará el número 5 y – aquí hay que añadir la coletilla ´presuntamente` – lo estaría desarrollando LG, que ya se ha ocupado del Nexus 4. Entre las especificaciones, se menciona una pantalla Full HD de 5 ó 5,2 pulgadas – como quiere la onda actual – con un procesador Qualcomm Snapdragon 800 de cuatro núcleos, y una memoria RAM de 3 gigas. Si se confirma el rumor, Android, 5.0 Key Lime Pie será el sistema operativo.
Sin embargo, un alto ejecutivo de LG ha tirado el balón fuera, sugiriendo que la compañía coreana no tiene interés en repetir con el próximo miembro de la familia. Desde su punto de vista de LG, el Nexus 4 ha competido con el modelo bandera de su marca, el Optimus G, que lleva una ´piel` propia como interfaz. Visiblemente, pretende compatibilizar la alianza con Google y la preservación de una identidad propia.
Hasta ahora, HTC, Samsung y LG han sido los tres participantes en el programa Nexus. Los dos coreanos han vendido 81 millones de unidades bajo sus marcas propias en el primer trimestre, exactamente la mitad del total de Android en el período. Por tanto, su interés es matizable: con la familia Nexus, los operadores quedan fuera de juego, porque Google libera a los compradores de contratar servicio y tarifas. Por tanto, a los operadores no les gusta, y en parte tampoco gusta a las marcas, para las que el volumen de distribución que aquéllos les garantizan es importante.
Una alternativa podría ser Sony, pero parece estar más interesado en potenciar su propia marca. Industrialmente, ZTE y Huawei tendrían cartas que jugar, pero les falta reconocimiento de marca en Estados Unidos y quizá prefieran jugársela solos. Motorola, según parece, va a intentar recuperar en lo que pueda la antigua relación con los operadores bajo su propia marca, en lugar de agazaparse detrás de Google. Ya se verá: sea quien sea finalmente el fabricante del Nexus 5, la fecha de lanzamiento no sería antes de octubre. Para entonces, se supone, ya estará en el mercado su contrincante, en próximo iPhone.
El caso de las tabletas es distinto. La Nexus 7, fabricada por Asus, se ha vendido bien – aunque probablemente subsidiado por Google – pero no lo suficiente como para dirimir la batalla de plataformas. Según el aludido informe de IDC, la cuota de Apple en este mercado ha caido 18 puntos, y Digitimes predice que Android cerrará con ventaja el 2013. Samsung y Asus son las marcas números 2 y 3; ambas siguen un plan sistemático de renovación de modelos. Lo más probable es que el fabricante taiwanés repita bajo la enseña Nexus.
Estrictamente, Google no tiene necesidad de agregar marcas a su establo, porque el supuesto peligro que pudiera representar Windows 8, aún no ha comparecido. Más bien, el problema que se le presenta es el contrario: la floración de ignotos fabricantes asiáticos que pagan disciplinadamente por la licencia de Android para inundar el mercado con tabletas de calidad discutible, que añaden millones de unidades pero perturban el ´ecosistem`´. Al respecto, la posición de Google es exigirles una verificación de sus productos como condición para autorizarles a preinstalar Google Play.