20/06/2009

Google inicia una nueva ola

El nombre, Wave, se supone inspirado en aquella serie de ciencia ficción llamada Firefly, en la que wave era el nombre que daban a una comunicación electrónica. En la acepción de Google, una ola es un flujo entrelazado de mensajes multimedia que pueden ser compartidos, añadidos o removidos por cada miembro de un grupo. Hasta ahora, se presenta como un experimento, mostrado en público por primera vez a finales de mayo en la conferencia de desarrolladores de Google, y del que se puede ver un vídeo en www.youtube.com/watch?v=v_UyVmITiYQ. La acogida ha sido de asombro inicial, seguido de perplejidad, pero Google no ha vuelto a hablar del asunto.
La idea básica que anida en Google Wave consiste en combinar en un mismo conjunto de funciones la mensajería instantánea, el correo electrónico y la puesta en común de documentos, para dar origen a nuevos servicios que borrarían las fronteras entre diferentes maneras de usar la Web, y condenarían a las herramientas más usuales como anacrónicas. Lars Rasmussen, cabeza del equipo autor del invento – y antes, creador de Google Maps, una excelente credencial, por cierto  – escribe en el blog oficial de la compañía: “Una ola es a partes iguales una conversación y un documento; la gente puede comunicarse y trabajar en colaboración con textos enriquecidos, fotos, videos, mapas y todo otro componente existente en la Web”.
Como poco, Wave no estará disponible antes del año próximo, pero esto no excluye que Google incorpore algunas de sus características en productos actuales como Gmail y Google Docs. El protocolo y parte de la documentación técnica serán cedidos a ciertos desarrolladores, con licencia  open source, para facilitar sus creaciones. Simplificando, se ha dicho que  el fin de Google es reinventar el e-mail embebiéndolo en un navegador para darle una dimensión colaborativa. Sería, se ha escrito, un Lotus Notes del siglo XXI, que combinaría herramientas de productividad, redes sociales y  microblogs. ¿No es esto acaso el preludio del sistema operativo que Google ha desmentido tantas veces tener en sus planes?
La crítica más severa ha llegado de Ray Ozzie, pionero del software de colaboración. Fue quien inventó Lotus Notes, ahora un activo de IBM, y luego se marchó para fundar Groove Networks con la idea de que los usuarios crearan espacios de trabajo en los que compartir documentos. A la postre, su empresa fue adquirida por Microsoft, que incorporó la idea en el exitoso producto SharePoint. Ozzie fue encumbrado a la condición de heredero intelectual de Bill Gates, como chief software architect y actualmente prepara para finales de año el lanzamiento de Azure, su propuesta de cloud computing en la que hay un componente llamado Mesh, actualmente en beta, que a algunos les ha parecido similar al planteamiento de Wave. Ozzie rechaza la comparación con esta frase contundente: “Por lo que he visto, Wave infringe un principio elemental, según el cual la complejidad es enemiga de la Web”.
Como sea, parece poco probable que la novedad impresione de entrada a las empresas – auténtico objeto de deseo de Google – por mucho que les incite a sembrar sus entornos informáticos de herramientas de colaboración. Normalmente, tienen sus razones para temer la introducción de novedades revulsivas, y la ola de Wave no les alcanza. Entre otras objeciones posibles, está el hecho de que Google casi nunca ha tenido acierto en el lanzamiento de nuevos productos y servicios, más allá del buscador que le proporciona los ingresos necesarios para financiar otras innovaciones. Muchas de estas siguen viviendo en el limbo de las versiones beta, y algunas han sido retiradas de circulación. Lo que está claro es que algo se cuece en los laboratorios de Google.

El nombre, Wave, se supone inspirado en aquella serie de ciencia ficción llamada Firefly, en la que wave era el nombre que daban a una comunicación electrónica. En la acepción de Google, una ola es un flujo entrelazado de mensajes multimedia que pueden ser compartidos, añadidos o removidos por cada miembro de un grupo. Hasta ahora, se presenta como un experimento, mostrado en público por primera vez a finales de mayo en la conferencia de desarrolladores de Google, y del que se puede ver un vídeo en YouTube. La acogida ha sido de asombro inicial, seguido de perplejidad, pero Google no ha vuelto a hablar del asunto.  

La idea básica que anida en Google Wave consiste en combinar en un mismo conjunto de funciones la mensajería instantánea, el correo electrónico y la puesta en común de documentos, para dar origen a nuevos servicios que borrarían las fronteras entre diferentes maneras de usar la Web, y condenarían a las herramientas más usuales como anacrónicas. Lars Rasmussen, cabeza del equipo autor del invento – y antes, creador de Google Maps, una excelente credencial, por cierto  – escribe en el blog oficial de la compañía: “Una ola es a partes iguales una conversación y un documento; la gente puede comunicarse y trabajar en colaboración con textos enriquecidos, fotos, videos, mapas y todo otro componente existente en la Web”.

Como poco, Wave no estará disponible antes del año próximo, pero esto no excluye que Google incorpore algunas de sus características en productos actuales como Gmail y Google Docs. El protocolo y parte de la documentación técnica serán cedidos a ciertos desarrolladores, con licencia  open source, para facilitar sus creaciones. Simplificando, se ha dicho que  el fin de Google es reinventar el e-mail embebiéndolo en un navegador para darle una dimensión colaborativa. Sería, se ha escrito, un Lotus Notes del siglo XXI, que combinaría herramientas de productividad, redes sociales y  microblogs. ¿No es esto acaso el preludio del sistema operativo que Google ha desmentido tantas veces tener en sus planes?

Un error de tráfico

Ningún evento extraordinario alcanza a explicar lo ocurrido. Tampoco un ataque masivo o un virus informático; quizá no haya sido más que una metáfora de nuestra vulnerabilidad en Internet. Durante el lapso de dos horas del 14 de mayo, Google se apagó en las pantallas de una sexta parte de sus millones de usuarios y, como consecuencia, el tráfico de Internet experimentó un eclipse. Puede uno consolarse si le dicen que Google representa “sólo” el 5% del tráfico mundial de Internet, pero el gráfico transmite de todos modos una imagen catastrófica. Pasado el susto, la explicación oficial fue esta: “un error de uno de nuestros sistemas hizo que una parte del tráfico se canalizara a través de Asia, provocando un atasco en el servicio, hasta el retorno a la normalidad”.

La crítica más severa ha llegado de Ray Ozzie, pionero del software de colaboración. Fue quien inventó Lotus Notes, ahora un activo de IBM, y luego se marchó para fundar Groove Networks con la idea de que los usuarios crearan espacios de trabajo en los que compartir documentos. A la postre, su empresa fue adquirida por Microsoft, que incorporó la idea en el exitoso producto SharePoint. Ozzie fue encumbrado a la condición de heredero intelectual de Bill Gates, como chief software architect y actualmente prepara para finales de año el lanzamiento de Azure, su propuesta de cloud computing en la que hay un componente llamado Mesh, actualmente en beta, que a algunos les ha parecido similar al planteamiento de Wave. Ozzie rechaza la comparación con esta frase contundente: “Por lo que he visto, Wave infringe un principio elemental, según el cual la complejidad es enemiga de la Web”.

Como sea, parece poco probable que la novedad impresione de entrada a las empresas – auténtico objeto de deseo de Google – por mucho que les incite a sembrar sus entornos informáticos de herramientas de colaboración. Normalmente, tienen sus razones para temer la introducción de novedades revulsivas, y la ola de Wave no les alcanza. Entre otras objeciones posibles, está el hecho de que Google casi nunca ha tenido acierto en el lanzamiento de nuevos productos y servicios, más allá del buscador que le proporciona los ingresos necesarios para financiar otras innovaciones. Muchas de estas siguen viviendo en el limbo de las versiones beta, y algunas han sido retiradas de circulación. Lo que está claro es que algo se cuece en los laboratorios de Google.


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