No merecen credibilidad los rumores interesados según los cuales Alphabet estaría dispuesta a cerrar Google Cloud si no deja de perder dinero: sería una insensatez y no hay más que hablar. Pero es cierto que la distancia que separa a Google Cloud de Amazon Web Services y de Azure es considerable: todas las fuentes (IDC, Gartner, Canalys o Synergy) le atribuyen cuotas globales que no pasan del 10%. Aunque es innegable el esfuerzo por remontar la situación: sus recientes resultados trimestrales destacan un crecimiento de casi el 54% en ingresos, alcanzando los 4.630 millones de dólares, así como un alivio de las pérdidas operativas (591 millones en lugar de 1.400 millones de hace un año).
En realidad, la partida por la hegemonía en la nube no se limita a la cuota, ya que se extiende a lo que cuesta mantenerse en el tablero. Según la consultora Synergy, inversión trimestral combinada de los tres principales proveedores en infraestructura (capex) se estima en unos 25.000 millones de dólares, que en su mayor parte dedicados a construir y equipar más de 340 centros de datos en todo el mundo. En la reciente conferencia Cloud Next 21, Sundar Pichai, CEO del conglomerado Alphabet, ha expuesto que “ya tenemos la red más grande y con la latencia más baja que cualquier otro proveedor cloud”.
Como prueba de ello, Pichai citó la apertura de cuatro nuevas ´regiones` (Varsovia, Nueva Delhi, Melbourne y Toronto) a las que seguirá otra decena próximamente. Asimismo, la red de 19 cables submarinos a los que Google está incorporando las últimas tecnologías de conmutación de fibra óptica, cuyo exponente es el tendido transatlántico Grace Hopper, que une Estados Unidos, Reino Unido y la costa española.
Desde que Thomas Kurian tomara las riendas de Google Cloud a finales del 2018, ha ido redefiniendo la estrategia heredada de su antecesora Diane Greene, reorientándola hacia la captura de negocio entre las empresas, en las que siempre ha encontrado recelos quizá porque la matriz ha abusado de una imagen ligada al consumo. Esos recelos no se observan en relación con el catálogo de servicios de AWS ni con la filiación empresarial de Microsoft, heredada por Azure.
Otro movimiento impulsado por Kurian ha sido la visión de open cloud, arraigada en el movimiento de software abierto, la portabilidad de cargas y una voluntad de trabajar con los competidores que raramente encuentra reciprocidad. Una ventaja que deriva de este enfoque se aprecia en las buenas relaciones que ha establecido con las empresas de software, para las que resulta más fácil entenderse con Google Cloud que con sus rivales.
Piezas clave de esa nueva actitud son los dos millares de proyectos open source en los que se ha involucrado, en el software que acompaña TensorFlow y en la capitalización de su apoyo inicial a los desarrollos basados en Kubernetes.
De suerte que, en los dos primeros trimestres de este año Google Cloud ha incrementado la facturación en porcentajes superiores a los de sus grandes adversarios. Las dos premisas de la estrategia de Kurian son: 1) en el actual escenario global, se van imponiendo los entornos multicloud y los usuarios rechazan sentirse cautivos de una determinada infraestructura; y 2) que el modelo híbrido progresa porque esos mismos clientes quieren estar en condiciones de combinar la nube con sus propias instalaciones.
Google Distributed Cloud, basada en Anthos, es la respuesta al abanico de alternativas que han aparecido en el mercado. Empezando por Outposts, de AWS con el apoyo de VMware pero también por Microsoft Arc, Oracle Cloud@Customer, IBM Cloud Satellite y HPE GreenLake, cada una con sus características peculiares pero también un hilo conductor, la búsqueda de fórmulas híbridas.
Como socios de partida de Google Cloud, cuenta con Cisco, Dell y NetApp en el capítulo del hardware. Lo que, en opinión de Sachin Gupta, su director general de infraestructura, le convierte en el único proveedor en la nube que brinda a sus clientes la oportunidad de escalar su computación y su almacenamiento de forma independientes. En Cloud Next 21, Gupta hizo el elogio de lo que según él es la solución a los problemas que surgen con la mudanza de cargas a la nube, entre los que destacó la latencia y el coste de mover cantidades de datos para su procesamiento a la vez que se cumplen los requisitos de seguridad y privacidad.
Suena como la misma música pero diferente letra que Azure y AWS, pero se estrena con dos novedades: por un lado, Google Distributed Cloud Edge, todavía en versión preliminar, que podrá implementarse en las más de 140 ubicaciones de Google Edge, sea en el proveedor de servicios o en casa del cliente. El papel que en esto juega 5G para reducir la latencia es esencial y, por consiguiente, Google trabaja con AT&T, Orange, Nokia y Ericsson, más otras compañías de telecomunicaciones.
Otra novedad ha sido Google Distributed Cloud Hosted, aunque no llegará en versión preliminar hasta la primera mitad del año entrante y estará especialmente dirigida a las empresas con altos requisitos de seguridad, de manera que puedan modernizar sus implementaciones locales con la tecnología de contenedores, sin necesidad de conectarse a la plataforma de Google. La diferencia con respecto a Google Kubernetes Engine es que en su caso el control será 100 por ciento on-premise.
Puesto a la tarea de diferenciarse, una de las bazas de que dispone Google Cloud es su potencial analítico. En esta línea se orienta uno de los anuncios más interesantes del evento, BigQuery Omni para el análisis entre nubes, que combina datos de Google Cloud, AWS y otros en una misma experiencia analítica. Este planteamiento viene a despejar el lógico temor a las ataduras con el proveedor en el que residen los datos. Hasta la fecha, desde que se anunciara el año pasado, ha sido en clústeres de Anthos y hace algo más de seis meses se lanzó una versión preliminar en Azure.
Las capacidades analíticas son una carta de triunfo para Google Cloud, que se extiende a otros actores relevantes de la industria, como es el caso de Tableau (Salesforce), con la que ha llegado a un acuerdo para darle acceso al servicio Looker BI. Es obvio que con esta oferta de nube distribuida, Google trata de atraer un mayor número de cargas de trabajo: puede ser bajando al datacenter on-premise o bien metiendo mano (perdónese la vulgaridad) en cargas que están en cotos privativos de otros proveedores. Tras esta propuesta se encuentra el interés en ´popularizar` Anthos como medio de unificar la gestión de la infraestructura y las aplicaciones en los entornos multicloud, en el edge y también on-premise. Esta, como poco, de la ambición.
En cierto modo, lo que busca esta rama del coloso Alphabet es que las empresas puedan exprimir al máximo los datos que, en muchos casos, ni siquiera son conscientes de tener o de dónde los tienen. El papel que va a jugar la inteligencia artificial es fundamental; Google Cloud ha sabido tomar posiciones con su plataforma de aprendizaje automático Vertex AI, que lanzó el pasado mayo, desde entonces reforzada. A la facilidad de entrenar modelos de IA con un 80% menos de líneas de código que otras opciones – según Google – se suma la de acceder a una experiencia de usuario unificada.
Si la diferenciación es la línea maestra marcada por Kurian, otro de sus expresiones se encuentra en las aplicaciones verticales, aprovechando las virtudes de las API. Es un motivo por el que el CEO de Google Cloud sigue lanzando el anzuelo en caladero de otras compañías, entre ellos antiguos subordinados suyos en Oracle.
La apuesta por la IA tiene muchas vertientes. Google Cloud prevé lanzar lo que denomina Cloud Intelligent Products Essentials, con el objetivo de dotar a las empresas de mayores facilidades para construir productos muy ligados a la experiencia personalizada de sus clientes. Sectores como la automoción, la sanidad, las cadenas minoristas y la industria están en su punto de mira.
Como es de imaginar, la seguridad es otro de los frentes en los que Google Cloud quiere (y puede) marcar diferencias. Sigue siendo una de las primeras preocupaciones asociadas con la nube; la pandemia y la explosión del teletrabajo (reconvertido en trabajo híbrido) han echado más leña a este fuego. A la vista del escenario, ha creado su Google Cybersecurity Action Team, especializado en proyectos gubernamentales de digitalización – en los que caben las infraestructuras críticas – y empresas privadas. Su labor se asimila a la consultoría estratégica y los servicios profesionales en materia de ingeniería, cumplimiento normativo y respuesta ante incidentes) y recupera un anuncio que la compañía hiciera anteriormente según el cual cifraba en 10.000 millones de dólares el refuerzo a su estrategia de ciberseguridad en los próximos cinco años.
En relación con esto, Work Safer se integrará en Google Workspace, un nuevo paquete de seguridad enfocado al nuevo contexto laboral y que se concreta en un navegador de confianza cero, que se supone garantiza la seguridad con independencia de las aplicaciones o de los dispositivos de acceso, obviando la necesidad de una VPN y otras medidas adicionales de protección.
La insuficiencia de referencias empresariales de peso ha sido una de las debilidades de Google Cloud. Resolver esta cuestión ha sido una de las misiones que Kurian ha confiado a su equipo. Como resultado, en Cloud Next 21 ha podido anunciar acuerdos como el firmado con General Mills (alimentación) que, con la ayuda de Accenture, ha migrado sus cargas desde entornos SAP y Oracle a Google Cloud Platform. El CEO presumió de otras referencias, como la cadena de comida rápida Wendy´s – un proyecto de machine learning – Deutsche Post y DHL, entre otros nuevos clientes.
A estas alturas, merece unas líneas el cambio de criterio de Alphabet a la hora de postular Google Cloud como candidato a ser proveedor del departamento de Defensa estadounidense. Es un hecho importante, que revisa la actitud mantenida hasta ahora bajo la presión de una parte de sus empleados, opuestos a todo vínculo con las fuerzas armadas y de seguridad (en Estados Unidos, conviene aclarar).
Tras la decisión del Pentágono de dar carpetazo a la adjudicación a Microsoft del célebre proyecto JEDI y abrir un nuevo concurso al que se va a presentar Google, en competencia con Microsoft, AWS y Oracle. Pichai ha rectificado su posición de cuando se negó a renovar el contrato sobre el proyecto Maven, en el que su tecnología de IA analizaba e interpretaba vídeos grabados por drones.
Para no ser menos que nadie, Pichai enarbola un discurso teñido de verde. Las previsiones de IDC indican que las migraciones al modelo cloud en los próximos años podrían reducir las emisiones de carbono significativamente: metafóricamente, tanto como retirad 200 millones de automóviles de las carreteras durante un año (sic). Kurian, por su lado, lo concreta al sostener que Google Cloud es la nube más sostenible del sector. Aunque esto poco va a influir en la ganancia de cuota de mercado.