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  17/06/2022

Finalmente, la solución en Atos es quirúrgica

Fichado en octubre e investido en enero como director general de la francesa Atos, Rodolphe Belmer ha tirado este martes la toalla: dejará su cargo el 30 de septiembre porque, tras la propuesta de escindir la compañía en dos empresas, “el puesto que ocupa será superfluo”. El plan, elaborado por la consultora McKinsey, debería completarse a lo largo de 2023, dando origen a una entidad especializada en negocios digitales, bautizada como Evidian y otra destinada a continuar con las actividades históricas y hasta nuevo aviso llevaría la marca Atos. El 70% del capital de Evidian se distribuirá entre los accionistas actuales de Atos y el 30% restante será propiedad de la segunda entidad.

Rodolphe Belmer

Al cierre del pasado año fiscal, Atos declaraba pérdidas de 3.000 millones de euros, dolorosas tras los beneficios de 550 millones en 2020. Peor ha sido, si se quiere, que el flujo de caja cambiase de 513 millones en negro a 419 millones en rojo. Esta evolución del último año – confirmada en el primer trimestre de 2022 – dan una idea cabal de la premura con la que había que tomar decisiones.

Consumar la transformación que se pretende tendría un coste estimado en 1.100 millones de euros durante los próximos tres años. El plan contempla tres etapas que incluyen 1) la salida de negocios “no estratégicos”, 2) la eliminación de cuentas que no generan beneficio y 3) consolidar centros de datos y eliminar oficinas. Desinversiones por unos 700 millones ayudarían a financiar ese coste.

La decisión formal deberá tomarla la junta de accionistas, pero desde ya se conjetura que,  una vez separadas y en una segunda fase, podrían atraer inversores externos: Thales, Orange y Airbus llevan tiempo mostrando interés por adquirir los negocios de ciberseguridad y cloud de Atos, que pasan a ser el núcleo fuerte de Evidian.

Menos brillante pinta el futuro de la actividad de servicios de infraestructura. Se repite, con variantes, las experiencias vividas por Hewlett Packard Enterprise que condujo PE que condujo a la creación de DXC y por IBM, que el año pasado segregó Kyndril.

La gran limitación a una eventual entrada de terceros en el capital es el veto seguro del gobierno francés, por criterios de soberanía tecnológica y porque, siendo Atos uno de sus proveedores en áreas sensibles, los inversores extranjeros serían naturalmente sospechosos.

Incluso una operación puramente francesa crearía temblores. Por ejemplo, Thales – controlada por el Estado y Dassault Aviation – ha rondado Atos por años, con sus ganas de comprarle la rama de ciberseguridad, pretensión que fue rechazada. En 2017, Atos – entonces presidida por Thierry Breton – lanzó el guante con una oferta de compra por Gemalto, lo que obligó a Thales a una contraoferta que salió triunfante.

Bertrand Meunier, quien ha sido miembro del consejo desde 2088 y lo preside desde la salida de Breton en noviembre de 2019, ha declarado a Le Figaro, que Atos “ha tardado demasiado tiempo en cuestionarse si podía seguir viviendo de su renta de situación”, aludiendo a la actividad de outsourcing, que en Francia llaman infogerance, que pese al declive sigue representando más de la mitad de los ingresos de Atos, que han bajado sistemáticamente los tres últimos años.

El año pasado, el entonces director general Elie Girard, creyó oportuno elevar la apuesta adquiriendo su rival DXC, pero pronto fue disuadido y retiró la oferta, que probablemente habría alejado aún más a Atos de abordar sus problemas estructurales.

Desprenderse de sus activos de ciberseguridad habría sido temerario para  Atos y un pésimo colofón a su estrategia de adquisiciones periódicas. La alternativa de una OPA por la totalidad era inviable para Thales porque habría entrañado la digestión de 100.000 empleados y acarrearía la complejidad de expurgar activos en busca de aquellos que realmente valdría la pena quedarse y revender el resto. Con este antecedente, la recomendación de McKinsey ha sido contundente: Atos tendrá que salir por sí misma del lio, dividiendo sus activos en dos grandes bloques.

En 2021, las actividades que van a conformar Evidian – y que incluyen la adquisición de Bull ingresaron 4.900 millones de euros con un crecimiento del 5%. En el reparto, le tocarán 59.000 empleados. Su director general será el recién llegado Philippe Oliva, quien se incorporó a la compañía en abril, tras haber sido director comercial de Eutelsat a las órdenes directas de Belmer, quien por entonces dirigía la compañía de satélites. El esquema que se propone para Evidian es el siguiente.

La otra mitad, provisionalmente denominada Tech Foundation pero que mantendría el nombre de Atos, ingresó 5.400 millones de euros el año pasado, lo que implica un retroceso del 12%. El objetivo fijado al veterano Nourdine  Bihmane como director general, contempla un par de años más de declive y posterior estabilización con la aspiración de volver a crecer y ser rentable en 2026.

La separación entre equipos de que corresponderán a una u otra empresa está creando lógica inquietud en una compañía claramente sobredimensionada. Se ignora cuáles han sido las discrepancias entre Belmer y Meunier acerca de la operación, pero el primero ha zanjado las preguntas con esta fórmula: “la estrategia la decide el consejo y toca al director general ejecutarla”. Claro está que  Belmer no se irá de vacío: la junta general le ha asignado previsoramente una compensación de salida si abandonara la compañía en el término de tres años años “bajo cualquier forma, consecuencia de una fusión o escisión”. Potencialmente, entre 1,8 y 2,4 millones de euros.

La noticia de la escisión ha sido muy mal recibida por la bolsa, ya afectada por otros disgustos. La acción de Atos, que empezó el año a 38,54 euros, cotizaba ayer a 12,51 euros. Muy lejos de los 77 euros con los que la dejó Breton en 2019. De tal modo, la capitalización bursátil apenas supera los 1.300 millones de euros. En estas condiciones, es fácil entender que el gobierno francés cierre la puerta a cualquier transacción no controlada.


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