Directa e indirectamente, el seísmo y el tsunami que arrasaron el norte de Japón han provocado una escasez de componentes electrónicos, que rompe cadenas logísticas y ya se traduce en subidas de precios por ahora más especulativas que reales. La mayoría de la industria electrónica está radicada al sur del archipiélago, a distancia del epicentro, y no se ha informado de daños estructurales irreparables, pero las restricciones eléctricas y la parálisis de los puertos son por sí mismos factores de impacto. Los componentes más afectados son las memorias NAND y DRAM y la producción de materiales críticos que luego se manufacturan en China, Taiwan y Corea.
O sea que el problema es global. Cada nueva noticia que llega eleva la gravedad de la anterior, con un pico de inquietud en la crisis de la central nuclear de Fukushima. Ante la magnitud de la tragedia humana, puede parecer insensible quien se preocupe por el estado de la industria electrónica y su cadena de sumimistros, pero la realidad es que de ella dependerá, en buena medida, que Japón mantenga su condición de tercera potencia económica del mundo.
Según los estudios de iSuppli, las empresas japonesas representaron en 2010 una quinta parte de la producción mundial de semiconductores, aunque algunas la fabrican en plantas fuera de su territorio. Antes del desastre, los inventarios de semiconductores en la cadena mundial de suministros estaban en niveles altos, pero la crisis ha resucitado el fantasma de la escasez. El precio de las memorias NAND – usadas en smartphones y tabletas para almacenar información permanente – en los mercados spot ha subido de inmediato un 10% o más, pero esto no tiene por qué afectar a las compras de volumen, ajenas a la volatilidad porque se negocian por contrato directo; Toshiba, que sirve el 35% del consumo mundial, ha paralizado su planta en la región de Tohoku, y no la reanudará hasta dentro de varias semanas. La coreana Samsung ha prometido tomar medidas para cubrir el hueco en lo posible. Por su lado, lLa contratación mercantil de pequeñas cantidades de memorias DRAM – el único fabricante nipón es Elpida, en Hiroshima, al sur – se ha suspendido por la incertidumbre reinante tras tocar precios récord.
Sobre el terreno, el colapso de las infraestructuras es el mayor problema. Incluso las plantas que no han sufrido daños, tendrán que volver a ajustar su maquinaria para corregir las variaciones provocadas por el terremoto, y aun entonces tendrán que esperar que el suministro eléctrico se normalice: es imposible cumplir los requisitos de calidad bajo la amenaza de cortes intermitentes de electricidad. A esto se añade la situación caótica en los puertos, principalmente el de Sendai, barrido por el tsunami.
Un repaso de la situación por compañías de esta industria arroja algunos datos escalofriantes. Freescale fabrica obleas de 150 mm en Sendai. a 10 kilómetros de la costa, y no parece que vaya a reanudar la producción en al menos un par de meses. Hitachi, según informa la prensa taiwanesa, tardará en regularizar las entregas de productos químicos usados en la fabricación de semiconductores por empresas no japonesas. La filial japonesa de Texas Instruments confirma que su fábrica de obleas de silicion en Miho no volverá a su plena producción antes de julio, por lo menos.
Al parecer los daños han sido importantes en las plantas de microelectrónica que Fujitsu tiene en las prefecturas de Iwate y Miyagi, así como en la región de Fukushima. Precisamente esta – donde se encuentra la central nuclear siniestrada – es la sede de dos factorías de Panasonic, especializadas en productos de audio y cámaras digitales, forzosamente inactivas, como otra que produce lentes en Sendai. La mayor parte de la capacidad instalada de componentes para televisores de Panasonic se ha salvado, pero sólo volverá a funcionar cuando la logística lo permita.
Sony ha informado de daños en una fábrica de sensores en Miyagi y, sobre todo, en la que produce baterías de litio, también en Fukushima. Canon, con una planta de productos ópticos en Utsonomiya, comunica que necesitará tiempo antes de volver a ponerla en marcha. Más graves son los daños de la fábrica de productos de impresión en la misma prefectura. Nikon ha suspendido las actividades en Natori, donde produce sus cámaras réflex, mientras evalúa los daños. Las líneas de producción de cámaras de Olympus, al sur del país – y en China – no tienen problemas significativos, pero otra cosa es la perturbación de su cadena de suministros. Más grave podría ser el caso de Fujifilm, que ha parado la producción de sensores y de su cámara X100.
En el plano macro, y dependiendo de cómo acabe la crisis nuclear, la previsible repatriación de capitales desde el exterior para dedicarlos a la reconstrucción, debería tener un efecto reactivador de la economía. Ya ocurrió tras el terremoto de Kobe en 1995 – menos dañino que el de 2011 – pero el precio a pagar sería, como entonces, la revalorización del yen, indeseable desde el punto de vista de las posiciones exportadoras de la industria.