31/01/2020

El mercado esperaba más de las cuentas de AMD

¡Qué curioso! AMD ha experimentado un fenómeno inverso al vivido por Intel, tras haber presentado ambas sus cuentas de 2019 con pocos días de diferencia. Para el líder, los resultados fueron mejores de los que se temía, provocando una reacción bursátil positiva.  Los del aspirante, sólo discretos, han decepcionado a los que esperaban más; la bolsa, con un exceso de sensibilidad, los recibió con una bajada del 8%. En realidad, el año de AMD acabó con un 4% de aumento en los ingresos (6.719 millones de dólares) y un beneficio neto de 756 millones, nada menos que un 47% más que en 2018. Por lo visto, el margen bruto y el flujo libre de caja, ambos históricos, no han emocionado a los inversores.

Lisa Su

Bueno, francamente, el bache de AMD en bolsa no ha sido tan grave, si bien se mira. Su acción ha estado entre las más relucientes del índice S&P 500 a lo largo de los dos últimos años; ¿qué más pedir? En los pasados doce meses, ha remontado un 144%, en contraste con el 32% del Nasdaq y al 51% del SOX (también llamado de Filadelfia) que es específico de la industria de semiconductores.

¿Por qué, entonces, la acogida ha sido tan fría, se diría que inmerecida? Sin entrar en subjetivismo sobre el comportamiento de los inversores, tal vez los analistas hayan sembrado ilusiones tan equívocas como las dudas que han jalonado el recorrido reciente de Intel. Viene este año a cuento recordar la pifia de aquél espabilado que hace cinco años pronosticó que en 2020 AMD caería en bancarrota. Nada más desacertado: en los últimos tres meses de 2019, la facturación creció un 50% interanual, superando las previsiones más optimistas, aunque el año en su conjunto puede verse como moderado.

Hay que reconocer que no todo es infundado en el escepticismo ambiental. Profundizando en las cuentas publicadas, se observa que a AMD le ha faltado un trampolín comparable al que permitió que Intel diera un salto en el último tramo del año: las ventas de procesadores para centros de datos. Se han publicado muchos elogios para su familia EPYC, pero a la hora de la verdad no habría venido mal un poco de modestia. Los análisis previos a la conferencia apuntaban un posible crecimiento del 39% en este segmento, que rozaría los 604 millones de dólares; en la práctica, sólo crecieron un 7% quedándose en 465 millones. Insuficientes para compensar el descenso anual: es la misma compañía que en 2018 había facturado 2.350 millones y en 2019 se ha conformado con 2.022 millones.

A la vista está que AMD ha ganado terreno en el mercado de datacenter en los dos últimos años, y que el cuarto trimestre de 2019 es un progreso en esa dirección. Dicho esto, le queda mucho camino para que sus EPYC y sus Radeon puedan arrebatar tajadas gruesas a Intel (o a Nvidia, en su caso). No mucho más podría decirse hasta que presente Milán, su tercera generación de procesadores EPYC, en el segundo semestre. Habida cuenta de que la demanda ya no soportará mucho más los elevados márgenes de que disfruta Intel, la batalla de 2021 podría dirimirse en el terreno del precio: a priori, quien mejor puede aguantar ese pulso sería Intel, aun a costa de sacrificar beneficio si fuera preciso.

Llegado este punto del comentario, es obligado precisar que en 2019 los culpables no han sido los chips para datacenter sino los que se fabrican para consolas. Incidentalmente, hay un problema de clasificación que AMD tendrá que acometer: no tiene sentido que meta en el mismo saco productos tan disímiles bajo la etiqueta común de Enterprise, Embedded y Semi-Custom, y que se resista a desglosar sus cifras como si fueran alto secreto de estado.

Devinder Kumar, CFO de la compañía, trató de restar importancia a la caída del 14% anual al asegurar que en caso de excluir la categoría Semi-Custom – mayoritariamente, los procesadores para consolas, sujetos a estacionalidad – la facturación habría aumentado un 20%. Lo que pide el CFO es un acto de fe; no aportó cifras que justifiquen su aserto, por otra parte creíble. En la misma ocasión, Kumar fue muy eficaz al explicar la coyuntura de ese peculiar negocio, ahora mismo parado en espera de la próxima generación de consolas de Microsoft y Sony, en la segunda mitad del año. Para entonces se espera el zambombazo. Presuntamente.

Lisa Su, CEO de AMD desde 2014 y últimamente muy cortejada por la prensa y por compañías que quisieran sumarla a sus consejos de administración, se reservó la mejor parte. Puso el acento en la fortaleza de AMD en el datacenter y destacó el buen momento de las infraestructuras cloud. No omitió, como debe ser, varias referencias de postín: Google, Oracle, Microsoft y AWS. De estas dos últimas hizo mención de las nuevas máquinas virtuales para Azure y las instancias EC2 que AWS ha lanzado recientemente, en ambos casos sobre  EPYC de segunda generación.

Si la compañía quiere dar un  golpe de efecto para ser vista como un contendiente temible en el datacenter, tendrá que dar cifras específicas. Por el momento, en su argumentario prevalecen los avances en supercomputación, que lucen mucho. Se felicitó Lisa Su de los contratos ganados con centros de supercomputación en Francia, Alemania y Reino Unido, además de uno estadounidense en San Diego. En paralelo, proclamó que confía en alcanzar una cuota de mercado de dos dígitos en el segmento de servidores, gracias a los acuerdos con HPE, Lenovo y recientemente con Dell, que aseguran más penetración a la familia EPYC y aminoran la superioridad de Intel en esas marcas.

Hoy por hoy, el buque insignia de AMD es su segmento Computing and Graphics, que ha superado todas las expectativas, con un crecimiento del 69% en el trimestre (frente al previsto 52%) al alcanzar al cierre los 4.709 millones de ventas (+14%) anuales. Durante la conferencia con analistas, la CEO de la compañía resaltó que 2019 se ha clausurado con el mayor lanzamiento trimestral de los últimos años, espoleado por los procesadores Ryzen para sobremesa y portátiles. A tenor de las previsiones publicadas por los medios especializados, las previsiones para 2020 son muy optimistas: se espera que AMD controle una quinta parte del mercado de procesadores para PC portátiles en el primer trimestre, lo que sería un salto importante desde el 15% actual.

Entre los motivos para esta subida se encuentran los problemas que Intel está teniendo para suministrar a los fabricantes y que, probablemente, van a perturbar el mercado durante casi todo el año. Al ser preguntada por ello, Su puso cara de circunstancias restando importancia a ese detalle; en cambio, recuperó el discurso previsible sobre la innovación, en lugar de machacar en las debilidades de su competidor.

Ya lo había dicho Su en el CES de Las Vegas durante su intervención estelar, cuando se jactó de que AMD ya cuenta con una veintena de productos fabricados con la tecnología de 7 nanómetros, en producción o en desarrollo. Obvió decir que Intel está lejos de alcanzar industrialmente esa fase de la que AMD disfruta gracias a que sus procesadores los fabrica TSMC.

No parece aventurado barruntar que 2020 puede ser el año en el que AMD consiga una altura de crucero sostenible. Sus predicciones  para el primer trimestre son conservadoras (1.750 a 1.850 millones de dólares) y toman en consideración la estacionalidad y la marcha, inevitablemente al ralentí, del negocio de consolas. Pese a ello, las expectativas para todo el año rondan el 30%, con excelentes perspectivas para las líneas Ryzen y Radeon [que merecería tratamiento aparte] y a que EPYC está empezando a hacer pupa en la piel de Intel, ya se verá con qué ganancia de mercado.

[informe de David Bollero]


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