El inicio de la distribución del iPad en China y en cinco países latinoamericanos – Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Perú – ha reavivado la euforia en torno a las acciones de Apple, que ayer volvió a alcanzar su máximo cierre histórico, 287,75 dólares. Lo normal es que los productos de la marca lleguen tarde a China: el iPhone sólo se puso en venta (oficialmente, se entiende) hace menos de un año, y los fans chinos podrán comprar el iPhone4 a partir de mañana a través del operador China Unicom. El iPad se ha puesto en venta en su versión WiFi, a un precio muy elevado, pero como no hay alternativas, se da por seguro que la demanda irá como un tiro durante los próximos meses.

Las colas del primer día ante las tiendas de Apple en Pekin y Shanghai ya no sorprenden. La sorpresa, si acaso alguien no lo entiende, es que haya tantos chinos que puedan pagar el equivalente a 453, 534 o 635 euros por las versiones de 16, 32 y 64 gigas. Casi al instante, y aun antes, han aparecido los falsos iPad, e incluso algún supuesto tablet con Windows, pese a que no hay ningún lanzamiento oficial. Uno de los inconvenientes (relativo) para los compradores es que en la tienda online App Store no se puede pagar en yuanes, por lo que necesitan una tarjeta de crédito dual, que sólo se emiten en HongKong. Poco importa, comparado con el prestigio social que da el hacerse ver con el envidiado gadget de moda. La variante 3G no se sabe cuándo estará disponible, porque depende de las complejas negociaciones con los operadores del país.

Al paso que van, las ventas de Apple tocarán otro techo este trimestre, y algunos analistas ya predicen que los 300 dólares por acción están a la vuelta de la esquina, y por tanto su capitalización bursátil estará en torno a los 270.ooo millones de dólares. Ahí es nada.