Los datos de mercado recopilados por IDC indican que los dispositivos de almacenamiento personal – que la consultora llama de entry level – han caído un 13,4% en el tercer trimestre, con respecto al mismo período de 2014: el valor de los 16,7 millones de unidades vendidas decreció aún más (un 19,8%), hasta quedarse en 1.300 millones de dólares. Y así han sido los últimos doce meses. Mientras la demanda de almacenamiento crece sin cesar, por la necesidad imperiosa de guardar cada vez más datos, estos dispositivos no dejan de retroceder. Ante este desfase inquietante, los fabricantes exploran soluciones, una de ellas la consolidación, y otras maniobras más tácticas que estratégicas.
El usuario de a pie, implicado en lo que con ingenio se ha llamado ´infoplosión`, quiere guardar memoria de sus buenos momentos y empieza a usar el vídeo más que las fotos; si a ello se une la mejora de la calidad de imagen, el resultado debería ser una necesidad acuciante de espacio donde almacenarlo. Por supuesto, hay mucha materia sociológica en esta cuestión.
El almacenamiento ´en la nube` está disparado, pero afloran dudas sobre la sostenibilidad de las ofertas gratuitas que han actuado de gatillo. Microsoft, sin ir más lejos, ha tenido que echarse atrás en su proposición de almacenamiento ilimidado en OneDrive para los usuarios de Office 365, atisbando que cuanto antes se desdiga, menos sufrirá su reputación entre los consumidores. No da la impresión de que Google tenga el mismo temor, pero sí hay síntomas de que Dropbox y Box están pensando en medidas restrictivas, ya que son pocos los usuarios individuales que se decantan por su servicio premium, y así no hay modelo de negocio que aguante.
Toshiba, uno de los líderes del almacenamiento personal en soporte físico, piensa que los usuarios se replantearán – o serán forzados a replantearse – sus actitudes despreocupadas. Lorenzo Martínez-Palomo, responsable europeo de marketing de Toshiba para el almacenamiento de consumo, sigue tan convencido como el año pasado de que se aproxima un viraje de tendencia. «En esa perspectiva, lo que estamos haciendo es consolidar el negocio de tecnologías de Toshiba para el consumidor, hasta ahora fraccionado entre productos flash, discos duros, discos de estado sólido… que dependen de una misma organización interna».
Unificar el embalaje y el formato pueden parecer detalles menores, pero – admite Martínez-Palomo – ilustran la intención de aprovechar el conocimiento de que goza la marca ante el consumidor, evitando toda confusión. Esta unidad de negocio incluye tanto las soluciones de disco duro como las memorias flash, y esta tecnología se abre camino, pero los discos convencionales todavía seducen a muchos usuarios que buscan capacidad a bajo precio y a los que es indiferente la velocidad.
«Hay un proceso de sustitución tecnológica – dijo el directivo a este blog – pero más lento de lo que podría esperarse. Sobre todo, es una cuestión de precio, pero el giga en SSD es mucho más caro que en HDD». Una relación de seis a uno es para pensárselo, así que muchas aplicaciones, en las que el requisito principal es la capacidad, son idóneas para el disco duro externo. .
Por ahora, habría que matizar. Hay señales de que la diferencia se va a achicar pronto. El precio medio de un SSD puede bajar de 0,39 dólares por gigabyte en la actualidad a 0,24 dólares en 2016, según un estudio de DRAMeXchange. Y debería bajar más, a 0,17 dólares por gigabyte en 2017. Por su lado, el precio medio de HDD seguiría estancado en 0,06 dólares por gigabyte durante los próximos tres o cuatro años.
¿Cómo se explica esta tendencia a la bajada de precio de la capacidad en estado sólido? Uno de los factores es la competencia entre los grandes especialistas: Samsung, Intel-Micron, SanDisk y Toshiba. Todos trabajan en sus respectivas memorias flash 3D NAND, y es cuestión de tiempo que esas soluciones, concebidas inicialmente para los mercados de servidores, lleguen al consumidor como una opción asequible. No hay que descartar que entretanto la tecnología HDD haga progresos que prorroguen su vigencia como solución dominante.
En lo que se refiere a las memorias internas, la sustitución está siendo más rápida, debido a que la velocidad es un factor clave, que influye a la hora de arrancar un ordenador (sobre todo si es portátil) o abrir un fichero. Contar con memorias cinco veces más rápidas marca la diferencia, por lo que las ventas en este segmento están creciendo, tanto las que van incorporadas en nuevos equipos como las que sustituyen memorias viejas. Ahí se concentra la actividad de I+D de las compañías del sector.
En los discos duros hay tres grandes competidores – Western Digital, Toshiba y Seagate – pero en flash el mercado está más repartido: Samsung (28%) es el primero del ranking y destina buena parte de sus memorias a los dispositivos de su marca; Toshiba (22%) le sigue a una distancia razonable, y gran parte de su negocio bebe del mercado de smartphones – uno de cada tres lleva módulos de esta compañía – completando el podio SanDisk (18%). Aquí se plantea un problema singular: cuando concluya el proceso de compra de esta por Western Digital, ¿mantendrá el nuevo propietario la colaboración con Toshiba en las nuevas memorias NAND?
Prestar atención a los movimientos de la industria es la esencia de este blog. El acuerdo SanDisk-Toshiba implica (todavía sobre el papel) crear la memoria flash tridimensional más densa conocida hasta la fecha: 48 capas diferentes y un coste de producción optimizado. Para dar una idea de lo que significaría: una tarjeta SD alcanzaría capacidades de terabytes. Por ahora, Western Digital ha anunciado que respetará el acuerdo, y hay que creerle porque no tiene alternativa.
También Samsung está desarrollando su propia memoria tridimensional de estado sólido, e Intel ha anunciado la reconversión de su fábrica de Dalian (China) para fabricar chips de memoria NAND 3D, para lo que ha presupuestado una inversión de 5.500 millones de dólares [se ignora qué impacto tendría esta iniciativa sobre la fábrica que Intel tiene en común con Micron].
Los acontecimientos coinciden con el interés chino en crear su propia industria de semiconductores. Se ha dicho que la empresa paraestatal Tsinghua Unigroup tanteó primero a SanDisk y a Toshiba, antes de adquirir un 15% de participación en Western Digital a través de una filial.
No es seguro que se cumpla el pronóstico de DRAMeXchange. Hasta cierto punto, la consolidación actuaría como freno a la bajada de precios con la que se especula. En primer lugar, porque todas estas iniciativas suponen inversiones que habrá que amortizar. Toshiba, que vende módulos a otros fabricantes y también los incorpora en sus productos acabados, pretende que esa ventaja bloquee un abaratamiento precipitado. Si las memorias tridimensionales son cosa del futuro, lo que realmente está haciendo la industria es añadir más bits por célula de memoria flash, para alcanzar una densidad superior a la actual.
Otro de los desarrollos en marcha es el almacenamiento inalámbrico. Así lo explica Martínez-Palomo: «existe un conflicto claro de conectividad entre los dispositivos de almacenamiento tradicionales, por puerto USB, y el teléfono móvil. Estamos creando, a través de conexión inalámbrica por Wifi y TransferJet, nuevas formas de transferencia de datos y de backup, de manera más rápida y fácil». La eliminación de cables o tarjetas aporta un valor diferencial al usuario: la tendencia es generalizada, como ha podido verse en los últimos desarrollos de Intel, que abogan por la ausencia de cableado, pero esto también hay que pagarlo.
Todo encarecimiento del producto se justifica por nuevos usos, y no deja de ser una oportunidad, que Toshiba busca con TransferJet. Gracias a esta tecnología, un minuto de vídeo en 4K tarda 12 segundos en transmitirse entre dos dispositivos, en lugar de 41 segundos.
La moraleja es transparente: la industria busca nuevas fórmulas, aparte de NAND, para avivar el mercado del almacenamiento personal. Por ahora, aumentan las ventas de memorias SSD, en sustitución de discos HDD, y con esto va a tirar varios años, y después volver a la estabilidad. La pregunta es ¿para cuándo el crecimiento?
[informe de Pablo G. Bejerano]