Después de mucho resistirse, eBay ha decidido amputarse el brazo del que depende casi la mitad (exactamente el 41%) de sus ingresos. Pero antes de aceptar que PayPal sea una compañía independiente, ha habido un largo tira y afloja entre John Donahue, CEO de eBay, y Carl Icahn, inversor célebre por otros despieces, siempre con el mismo leitmotiv, elevar el valor para los accionistas. En este caso, el mercado parece dar la razón a Icahn: la suma de las partes valdría más que el todo actual. Donahue se ha rendido a la evidencia de que las sinergias no necesariamente obligan a dormir bajo el mismo techo. A partir del 2015, cada parte tendrá algo que ganar y mucho que demostrar.
Los pagos electrónicos están en el candelero desde hace tiempo, y Pay Pal corre el riesgo de no aprovechar ese auge si continúa atada a su actual propietario. Desde su fundación en 1998 por Peter Thiel –que luego sería cómplice de Mark Zuckerberg en Facebook – y Egon Musk – ahora dueño de Tesla – PayPal ha querido ser una alternativa a los sistemas de pago tradicionales con tarjetas. Lo ha conseguido en parte: procesa algo más de 200.000 millones de dólares en transacciones. Pero no por crecer consigue generar el rango de rentabilidad que los inversores anhelan. Un analista de Citigroup señala que, si bien PayPal tiene un crecimiento más fuerte que Visa o MasterCard, sus márgenes de beneficio son comparativamente débiles: 26 céntimos de ebitda por cada dólar procesado, mientras que el de Visa llega a 65 céntimos.
Con una base instalada actual de 153 millones de cuentas activas, PayPal fue comprada por eBay en 2002, cuando la dirigía Meg Whitman – ahora CEO de HP – pero la simbiosis entre ambas compañías ha ido a la baja: el año pasado, según el análisis citado, menos de una tercera parte del volumen de pagos procesados fue generado por transacciones de eBay; dentro de dos o tres años, la proporción podría bajar al 15%. El resto de sus ingresos procede de otras empresas, pero la pertenencia a eBay puede que fuera un obstáculo para seducir a más socios.
Puede aducirse que PayPal es muy rentable, pero los analistas han calculado que genera la mitad de los ingresos de Facebook con casi el doble de plantilla. Mientras que el núcleo del negocio de eBay ingresó 9.900 millones el año pasado, PayPal aportó 7.200 millones, con una ratio de crecimiento que duplica la de su dueño, lo que indica que podrá emanciparse sin problemas.
Whitman pagó 1.500 millones por PayPal en 2002. Hipotéticamente, su valor en bolsa sería hoy de unos 34.000 millones (14 veces su ebitda, según el informe de Citigroup). Es mucho menos que el valor de Visa pero mucho más que el de cualquiera de los nuevos competidores que han aflorado en los últimos años, como Square o Stripe, en Estados Unidos, o iZettle en Europa.
Si esto es así, ¿por qué la escisión? John Donahue ha explicado su cambio de opinión por el exitoso debú en Wall Street de Alibaba, el coloso chino del comercio electrónico que amenaza no sólo a eBay sino que se atreve a desafiar a Amazon. Hasta ahora decía lo contrario, que la combinación de eBay y PayPal era una ventaja contra sus rivales. En pura teoría, una vez liberada de sus lazos conyugales, PayPal podría integrarse con esas u otras plataformas de e-commerce, pero es poco probable con Amazon y Alibaba, que tienen sus propias iniciativas de pago móvil y online.
Omitió Donahue mencionar que PayPal – y transitivamente eBay – tiene que hacer frente a la irrupción de Apple Pay y al auge que en Estados Unidos está teniendo Square, que ha cerrado una ronda de financiación que la valora en 6.000 millones de dólares.
El modelo de negocio de PayPal presenta una ventaja importante para sus usuarios: permite a los consumidores configurar una cuenta que se nutre de las que tenga abiertas en la banca, operatoria que le permite cobrar a los comerciantes tasas más bajas que las que cargan los sistemas de tarjetas. Si se compara con Apple Pay, las tarifas de esta por transacción deberían ser más caras que las de PayPal. El reto de PayPal es encontrar la maneras de explotar esa diferencia, y como compañía independiente podría dedicar sus recursos a esa finalidad, en lugar de subordinarlos a las políticas de eBay.
En el actual paisaje competitivo, el éxito de PayPal podría depender del desarrollo de una tecnología que haga más fácil de usar su plataforma; en los móviles, no lo ha logrado, por lo que Apple puede ser un temible competidor con su procedimiento de autorización mediante huella digital en el iPhone.
Lo cierto es que hasta ahora todos los sistemas de pago móvil han tropezado con algún problema. Como consecuencia, el efectivo y las tarjetas siguen siendo, de lejos, los sistemas de pago más utilizados en las tiendas físicas. En Internet, sólo el 11% del gasto en e-commerce se hace a través de dispositivos móviles (en EEUU, según datos de comScore).
Google Wallet, por ejemplo, no ha conseguido despegar, pese a su vínculo con Android. A propósito: Donahue sólo ha anunciado la intención de segregar PayPal, pero no ha dicho cuál sería el método, si sacarla a bolsa o enajenarla parcial o totalmente a algún equity fund. El detalle podría ser importante, porque Google podría estar al acecho. No sería la primera vez que una aventura de eBay acabe así: Whitman también compró Skype (por las eventuales sinergias con PayPal), pero su sucesor la vendió a inversores privados que, a su vez, hicieron una extraordinaria plusvalía vendiéndola a Microsoft.
El comercio electrónico ha evolucionado desde que eBay formuló su modelo de negocio. Otra consecuencia de la separación en ciernes será que eBay podrá disponer de recursos para volver a sus raíces, y dar batalla a Amazon y Alibaba. La primera, gracias al programa de suscripción Prime, goza de un incremento del 2% en el número de visitas, mientras el de eBay ha descendido un 4% el pasado trimestre. Las dos americanas miran de soslayo al intruso chino. Resumiendo: la escisión permitirá que cada cual pueda centrarse en su razón de ser para afrontar las amenazas. El tiempo dirá si es la mejor decisión; de momento, el contumaz Icahn se ha salido con la suya.
[informe de Arantxa Herranz]