Para la historia de la industria electrónica, 2011 quedará como el año en que experimentó dos desastres. Naturales en principio, pero agravados por las torpezas humanas. En marzo, el terremoto seguido de tsunami en la costa de Japón perturbó la producción y la cadena de suministros durante varias semanas. Y cuando la normalidad parecía recuperada, en noviembre las inundaciones de Thailandia han paralizado la fabricación de discos duros y otros componentes, con una inevitable secuela de escasez y otras consecuencias. Como prueba de su gravedad, ahí está la revisión a la baja de las previsiones de Intel para este trimestre.
En Taiwan, centro neurálgico de la fabricación de PC, el impacto ha sido fulminante. Los distribuidores de componentes han subido los precios de los discos duros hasta en un 200 o 300 por ciento, un claro abuso de las circunstancias puesto que los fabricantes lo han hecho en “sólo” un 50%. Enviados de Acer, Dell y HP rastrean el mercado chino a la caza de inventarios para paliar la escasez.
Las dos fábricas de Western Digital en Thailandia han sido invadidas por dos metros de agua, y la de Seagate afectada por la falta de componentes mecánicos, por lo que la normalidad tardará en volver. De las necesidades de discos duros en el trimestre, que habían sido estimadas en 173 millones de unidades, sólo podrá abastecerse menos del 70%. Como consecuencia, los distribuidores han acaparado sus inventarios para venderlos luego a precios especulativos, insólitos en la década
Stephen Luczo, CEO de Seagate, ha dicho a la prensa de Taiwan que la industria puede no recuperar sus niveles de producción normal hasta los inicios de 2013. Los fabricantes de PC – se sincera Luczo – tratan de negociar contratos de suministro a largo plazo, renunciando a su práctica habitual de regular la demanda en función de sus intereses. Seagate sigue adelante con su proyecto de construcción de otra fábrica en Thailandia, que le permitiría aumentar un 40% su capacidad de producción. A esto se refieren los analistas de iSuppli cuando señalan una paradoja posible: que la normalización provoque un excedente que pudiera ser tan indeseable como la escasez.
Una consecuencia directa de la escasez de discos duros es que la previsión de despachos de PC durante el primer trimestre de 2012 ha caído de 88 a 84,2 millones de unidades, lo que significa que el total del año próximo debería bajar de 399 a 376 millones. Apple y HP han dicho que el desastre natural tendrá consecuencias negativas sobre sus resultados del trimestre; otros no lo han dicho con la misma claridad, pero lo reconocen sutilmente en sus conversaciones con los analistas.
Algunos fabricantes han comenzado a replantearse sus esquemas de suministro. Una lección que podrían aprender – pero implicaría un cambio de mentalidad – es que no es tan buena idea como parece la concentración de fábricas de ciertas piezas vitales en una zona geográfica particular, peor aún si son sísmicas o monzónicas. Durante años, la búsqueda del mayor volumen al menor precio ha provocado la desintegración vertical de la industria. El resultado es una constelación de especialistas altamente dependientes unos de otros.
Los desastres de este año han puesto de relieve los riesgos implícitos en el celebrado sistema – introducido por Toyota en los años 80 – de cadena de suministros flexible: una trama de especialistas suministran componentes y partes que llegan a la fase de ensamblado just-in-time, exactamente en el momento en que son necesarios. Cuando las cosas salen como estaba planeado, los beneficios son grandes, pero cualquier interrupción en un punto de la cadena muestra la fragilidad del sistema.
La aseguradora Munich Re ha calculado provisionalmente los daños del maremoto de Tohoku en 210.000 millones de dólares en nueve meses, y en 30.000 millones los de Thailandia en noviembre. A esto habría que añadir las llamadas pólizas de contingencia, que contemplan los perjuicios por interrupción del negocio. En el caso actual, se estiman en unos 600 millones de dólares.
Vista en su conjunto, la situación de la industria de semiconductores pasa por un momento complicado. La escasez de discos duros ha provocado que los fabricantes de portátiles recorten sus compras de procesadores para tirar – durante un tiempo – de sus inventarios. Durante 2010 y parte de 2011, la industria ha trabajado al 90% de su capacidad, y ahora se encuentra con una inesperada reducción en la demanda: iSuppli ha rebajado su previsión de crecimiento del 2,9% a un modesto 1,2%
No todo son desgracias, sin embargo. Al recortar su guidance para el último trimestre del año en un rango de 700 a 1.200 millones de dólares, Intel no se ha privado de señalar que a la larga puede ser una buena noticia para promover la categoría de ultrabooks, una de cuyas características es que no llevan disco duro (HDD), con piezas mecánicas, sino discos de estado sólido (SSD). Hasta ahora se ha pensado que los SSD no se convertirían en un estándar de mercado hasta dentro de dos o tres años, pero el desastre de Thailandia podría acelerar ese proceso. Un SSD es todavía un lujo: entre cinco y diez veces el coste de un HDD, pero consume mucha menos energía y ocupa menos espacio, dos motivos por los que son idóneos para tabletas y ultrabooks.