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  16/08/2010

Don´t be evil / Don´t be fool

Han de ser muy pocos, algunos miles entre los millones de usuarios de Google, quienes saben de qué va eso de la neutralidad de la red. Para el resto, el concepto es un arcano. No obstante, la polémica de los últimos días es la más intensa de las que ha vivido Google. Y puede que la más dolorosa para su vicepresidente Vinton Cerf, principal proponente durante años del concepto de neutralidad. Ante el aluvión de alusiones recibidas, ha creído necesario aclarar su posición: “si esta propuesta llega a plasmarse en una ley, será un avance histórico, el reconocimiento de que no se tolerará la discriminación a favor de ningún proveedor de Internet”.

Vinton Cerf

Vinton Cerf

Hace un año, el propio Cerf escribía en el blog oficial de Google: “si se permitiera que un grupo de operadores de banda ancha determinen qué pueden ver y qué pueden hacer online los ciudadanos, se socavarían los fundamentos a los que Internet debe su éxito, y quedaría comprometido su futuro como plataforma de libre intercambio de información, comercio e ideas” ¿Qué ha cambiado? Respuesta del respetado “padre de Internet”: poco o nada se ha avanzado en la discusión sobre la neutralidad. A pesar de los recursos de lobby – incluyendo el papel evangelizador de Cerf – que Google le ha dedicado, ni siquiera el pretendido flirteo entre la empresa y el candidato Obama no ha conseguido que la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) salga de su parálisis. Además, hay indicios de que las elecciones de noviembre reforzarán a la derecha republicana, para la que neutralidad de red y socialismo son la misma cosa.

Esta suma de circunstancias ha convencido a Google de que más le valía llegar a un compromiso con “el otro lado” para hacer avanzar la agenda legislativa. Un razonamiento no válido para maximalistas: lo más suave que se ha escrito estos días es que Google se ha vendido, ha capitulado ante los monopolios (sic) para proteger sus intereses de corto plazo. Y al hacerlo, habría renunciado a su lema fundacional. Se podría decir lo contrario: Google actúa en virtud de una estrategia de largo plazo, y maniobra para convertir lo que no era más que una posición unilateral – por tanto, sospechosa – en una propuesta compartida con el presunto adversario. Estrellarse de cabeza contra una pared trae nuevos problemas, dice la lección aprendida en China por Eric Schmidt.

Jan Dawson, analista de la consultora Ovum, hace esta interpretación: “Google y Verizon han hecho lo que la FCC no ha sido capaz de hacer: forjar un compromiso entre ambas partes. Para ello, Verizon ha hecho concesiones reales, al olvidarse de cobrar por la prioridad de paso en la Internet pública. Google, por su lado, ha hecho menos compromisos para obtener casi todo lo que siempre ha dicho querer”.

La propuesta conjunta Google-Verizon establece unos “principios” que serán trasladados a la FCC y al Congreso. Su medida ambigüedad deja pensar en un futuro con dos Internet: la existente, de carácter público y abierto, y otra reservada para ciertos servicios premium [telemedicina, educación, juegos, vídeo bajo demanda, etc], algo que en teoría se plantea desde hace mucho. En febrero de este año, ante una pregunta de este cronista, Eric Schmidt respondió en Barcelona: “por nuestra parte, si los operadores quisieran cobrar una cantidad adicional por un servicio de vídeo de calidad, no tendríamos nada que objetar”. No es tan simple, sin embargo. Desde un punto de vista legislativo y regulatorio, habría que responder muchas preguntas: ¿qué destino espera a largo plazo con la Internet actual? ¿una asfixia por falta de inversiones? ¿cómo obligar a los operadores a mantener la calidad del servicio? ¿podrán limitar su velocidad como presión para que los abonados contraten altas prestaciones, aunque no las necesiten? ¿no es contradictorio mantener un servicio público a la vez que el incentivo económico favorece a los servicios premium?

La crítica más consistente que se ha hecho al acuerdo es que deja fuera de la propuesta las redes inalámbricas y, por tanto, deja la Internet móvil en un vacío. La teoría de la conspiración deduce de ello que habría un pacto para que Verizon Wireless conceda la preferencia a Android con el fin de debilitar a Apple. ¿Demasiada suspicacia? La explicación de Google es esta: el mercado de Internet móvil tiene su propia dinámica competitiva, condicionado por la disponibilidad de espectro. Pero lo más probable es aún más sencillo: su ocasional compañero de viaje no estaba dispuesto a transigir en este aspecto, e insistir hubiera frustrado el acuerdo.

Aparentemente sorprendida por la cantidad y virulencia de las críticas recibidas, Google insiste en que se trata sólo de una propuesta dirigida a las instancias políticas, y que no incluye un acuerdo comercial entre las partes. El argumento no detendrá la polémica.


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